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Jaime Jiménez
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El polen es una célula de distintas dimensiones, cubierta por
una bella pared que puede resistir hasta varios millones de años sin ser destruida, se forma en las anteras de los estambres y contiene a los “gametos” que vienen a fecundar a los óvulos.
El polen viaja de una flor a otra mediante diferentes estratagemas, las flores feas e inodoras, a través del viento; las bellas que tienen hermosos colores, perfumes y un néctar delicioso, lo hacen en una sabrosa aventura amorosa con una abeja, un colibrí de alas de cristal o una mariposa; las feas y de un aroma pútrido son correspondidas por las moscas y hay otras que prefieren hacerlo de noche… con los murciélagos. Todos los procesos desembocan en un nuevo ser, la semilla.
Sin embargo, el polen no siempre es un mensajero del amor, ya que puede producir alergia en algunas personas y afecta los ojos y la nariz.
Afortunadamente estas reacciones son extraordinarias y en su mayoría curables. También es usado como alimento en Oriente y ocasionalmente llega a nosotros esta costumbre en forma de bolsas de té de granos polínicos y hasta se elaboran cápsulas de polen para disimular las molestias de la colitis. Pero el uso más común es el del polen transformado en jalea real, —sólo las abejas pueden hacerlo—. Sirve, según los entendidos, para aumentar la belleza femenina, en tratamientos alimenticios o en forma de menjurge untado en las partes averiadas, pero el resultado todavía no lo puedo recomendar como verdadero.
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cómo citar este artículo →
Jiménez, Jaime 1984. El polen. Ciencias 5, enero-marzo, 24-25. [En línea]
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