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Las sustancias de los sueños: Neuropsicofarmacología
R041B08  
 
 
 
Simón Brailowsky
Colección La ciencia desde México. Fondo de Cultura Económica, 1995
 
                     
Este libro trata sobre los agentes químicos, fármacos, medicamentos o drogas que tienen efectos en el cerebro, es decir, en el sistema nervioso central. Y al referirnos a ellos emplearemos estos términos indistintamente.
 
Existen sustancias naturales, como el café o el chocolate hasta la morfina o el peyote, y sintéticas (fabricadas por el hombre) que, a causa de sus propiedades fisicoquímicas, interactúan con porciones del cerebro que las reconocen como propias. Pero ¿cómo es esto posible?, ¿cómo ocurre este reconocimiento? ¿quiere esto decir que el cerebro normalmente contiene drogas?
 
En efecto. El cerebro está lleno de drogas. Y gracias a ellas el cerebro es la maravilla que todos conocemos pero que poco entendemos. Estas "drogas" hacen que el cerebro funcione; producen estimulación e inhibición nerviosas, dos de los elementos fundamentales de la comunicación celular. Con estas sustancias percibimos nuestro ambiente, queremos y odiamos, aprendemos y olvidamos, hablamos y nos movemos. Son sustancias que pueden convertirse en la solución a un problema grave, o en la llave de entrada a los infiernos. Nuestras realidades están hechas de ellas..., lo mismo que nuestros sueños. No podemos separar el sueño y la vigilia porque ambos constituyen estados propios del cerebro y son producto de la interacción de las sustancias que allí se encuentran. Es necesario pensar en nuestras facultades mentales en esos términos para entender mejor nuestro cerebro, sin olvidar, por supuesto, el medio que lo rodea.
 
Reconocer lo anterior representa miles de años de avance biológico: el órgano más evolucionado del universo encierra las mismas moléculas que se encuentran en plantas y organismos inferiores y esto apunta hacia un origen común de todas ellas: las fuentes de la vida.
 
Es decir, al estudiar el cerebro se pueden conocer también las sustancias que contiene y entender el porqué de los efectos de las. drogas capaces de afectarlo. Y cuanto mejor se conozca el cerebro, mejor combatiremos sus enfermedades.
 
No todo es color de rosa. El cerebro es un órgano delicado que dirige nuestros actos, nuestra voluntad y nuestros sentimientos. Esto significa que las drogas capaces de alterarlo actúan en lo más esencial de nuestra humanidad. Si pensamos en el amigo que cambia radicalmente de personalidad después de haber ingerido elevadas dosis de alcohol, o en el joven que inhala solventes aun sabiendo del daño que esto acarrea, nos daremos cuenta de que las drogas representan un cuchillo de dos filos.
 
Deseamos reiterar la aclaración ya hecha: cuando hablamos de drogas nos referimos a lo que en general se conoce como fármacos, definidos como todas aquellas sustancias capaces de modificar la sustancia viva. Y en este sentido, se consideran fármacos tanto el perfume (o si no ¿cómo nos podría gustar o disgustar?) como la cocaína, pasando por la aspirina o el té de tila. Así es. No hay que asustarse. Se trata, en efecto, de todas las sustancias que nos hacen "sentir algo"; las "naturales" que conseguimos con el yerbero del mercado, y las ampolletas de tranquilizantes que adquirimos en la farmacia. No pensemos, al leer esta obra, que cuando hablamos de "drogas" sólo nos referimos a las sustancias prohibidas o dañinas. En este contexto, por lo tanto, será equivalente hablar de fármaco o de droga, esta última tal y como se utiliza en francés o inglés (v. gr., en inglés drougstore —literalmente tienda de drogas— = farmacia). Es quizás la acepción científica más amplia de dicho término.
 
Para entender cómo funcionan los fármacos es necesario conocer su estructura química, el proceso de su preparación, los factores que determinan su potencia o la vía por la que se administran, los mecanismos de sus efectos y cómo interactúan con el tejido nervioso.
 
Los objetivos de esta búsqueda son múltiples: combatir las enfermedades que afectan el sistema nervioso (y cuyas desastrosas consecuencias para el paciente y su ambiente conocemos) y, en general, mejorar la calidad de vida del ser humano y los animales.
 
Este conocimiento no es sencillo. Algunos aspectos serán más áridos que otros, pero el-marco general no cambia, puesto que abordaremos una materia muy compleja: nuestro cuerpo y nuestra mente, nuestros dolores y nuestras pasiones. Mantengamos presente esta idea para hacer una travesía placentera. Es el mejor modo de aprender.
 
 
 articulos
 
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Fragmento de la introducción.
     
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cómo citar este artículo
 
Brailowsky, Simón. 1996. Las sustancias de los sueños: neuropsicofarmacología. Ciencias, núm. 41, enero-marzo, pp. 77-78. [En línea].
     

 

 

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