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  del tintero
 
     
Copenhague
(fragmentos)
 
 
 
Michael Frayn
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Año de 1941. Niels Bohr y su esposa Margrethe reciben la visita de Werner Heisenberg.
 
B. ¡Mi querido Heisenberg!
H. ¡Mi querido Bohr!
 
 
B. Pasa, pasa…
 
 
H. ¿Sigues veleando?
 
 
B. ¿Veleando?
 
 
M. ¡Mal comienzo!
 
 
B. No, no he veleado.
 
 
H. ¿La bahía está…?
 
 
B. Minada.
 
 
H. Claro
 
 
M. Supongo que no irá a preguntar si Niels ha ido a esquiar.
 
 
H. ¿Y has podido esquiar algo?
 
 
B. ¿Esquiar? ¿En Dinamarca?
 
 
H. En Noruega. Acostumbrabas ir a Noruega.
 
 
B. Así es.
 
 
H. Pero como Noruega está también… es decir…
 
 
B. ¿También ocupada? Claro, eso podría hacerlo más fácil. De hecho supongo que ahora podríamos vacacionar prácticamente en cualquier lugar de Europa.
 
 
H. Lo siento. Supongo que no lo vi en esos términos.
 
 
B. Quizá estoy un poco hipersensible.
 
 
H. Desde luego que no. Debí haberlo pensado.
 
 
M. Debe estar deseando encontrarse de regreso en la Prince-Albrecht-Strasse.
 
 
H. Supongo que no ves factible volver a Alemania.
 
 
M. El muchacho es un idiota.
 
 
B. Mi querido Heisenberg, debe ser fácil cometer el error de pensar que los ciudadanos de una pequeña nación, de una pequeña nación invadida, cruel e injustificadamente invadida por un vecino más poderoso, no tienen exactamente los mismos sentimientos de orgullo nacional que sus conquistadores, exactamente el mismo amor a su patria.
 
 
M. Niels, habíamos acordado…
 
 
B. …hablar de física, sí.
 
 
M. No de política.
 
 
B. Lo siento.
 
 
H. No, no. Sólo iba a decir que todavía tengo mi viejo chalet de esquí en Bayrischzell. Así que si… en algún momento… por lo que sea…
 
 
B. Te lo agradezco. Voy a pedirle a Margrethe que tenga la amabilidad de coserme una estrella amarilla en mi chamarra de esquiar.
 
 
H. Sí, sí. Que estupidez la mía.
 
 
M. De nuevo el silencio. Esas primeras chispas han desaparecido y las cenizas han vuelto a enfriarse. Y ahora, claro, comienzo a sentir pena por él.
 
 
 
Sentado aquí, solo, en medio de gente que lo odia, totalmente solo frente a nosotros dos. Se ve más joven otra vez, como el muchacho que vino por primera vez en 1924. Tímido y arrogante, ansioso de ser querido. Contento de estar lejos de casa y extrañando a la vez. Sin duda es triste, porque Niels lo quería y al mismo tiempo era como un padre para él.
 
Bohr y Heisenberg salen a caminar.
 
H. Lo que quiero es que escuches atentamente lo que voy a decir a continuación, en vez de salir corriendo por la calle como un loco…
 
 
B. Muy bien. Aquí estoy, caminando muy lenta y pontificalmente. Y escucho atentamente mientras me dices que…
 
 
H. Que las armas nucleares van a requerir un esfuerzo tecnológico enorme.
 
 
B. Es verdad.
 
 
H. Que va a consumir una gran cantidad de recursos.
 
 
B. Gran cantidad de recursos. Sin duda.
 
 
H. Que tarde o temprano los gobiernos van a tener que acudir a los científicos para preguntarles si vale la pena dedicar esos recursos, si hay alguna esperanza de producir las armas a tiempo para ser usadas.
 
 
B. Claro, pero…
 
 
H. Espera. De modo que van a tener que acudir contigo y conmigo. Somos nosotros los que vamos a tener que recomendarles seguir adelante o no hacerlo. En última instancia la decisión estará en nuestras manos, querrámoslo o no.
 
 
B. ¿Y es eso lo que me quieres decir?
 
 
H. Es eso lo que te quiero decir.
B. ¿Es por eso que has venido hasta aquí, pasando por tantas dificultades? ¿Es por eso que has tirado casi veinte años de amistad? ¿Sólo para decirme eso?
 
 
H. Sólo para decirte eso.
 
 
B. ¡Pero, Heisenberg, esto es más misterioso que nunca! ¿Para qué me lo dices? ¿Qué se supone que debo hacer al respecto? ¡El gobierno de una Dinamarca ocupada no va a venir a preguntarme si debemos producir armas nucleares!
 
 
H. ¡No, pero tarde o temprano, si logro mantener el proyecto bajo mi control, el gobierno Alemán va a venir a preguntármelo a mí! ¡Me van a preguntar se debemos o no seguir adelante! ¡Yo voy a tener que decidir qué contestarles!
 
 
B. Entonces tienes una salida fácil para tus dificultades. Simplemente diles la verdad tal y como me la acabas de decir a mí. Diles lo difícil que va a resultar. Y quizá se descorazonen. Quizá pierdan el interés.
 
 
H. ¿Pero Bohr, cuáles serían las consecuencias si logramos fracasar?
 
 
B. ¿Qué puedo yo decirte que tú no sepas?
 
 
H. Hubo un reportaje en un periódico de Estocolmo diciendo que los americanos estaban trabajando en la bomba atómica.
 
 
B. ¡Ah! Ahora lo veo, ahora lo veo. Ahora entiendo todo. ¿Tú crees que yo estoy en contacto con los americanos?
 
 
H. Quizá. Es posible. Si alguien en la Europa ocupada está en contacto con ellos, tendrías que ser tú.
 
 
B. ¿De modo que sí quieres saber acerca del proyecto nuclear aliado?
 
 
H. Sólo quiero saber si existe. Una insinuación. Una pista. Si los aliados están fabricando una bomba, ¿qué estoy eligiendo para mi país? Dijiste que sería fácil imaginar que uno pudiera tener menos amor por su país si es pequeño e indefenso. Sí, pero también sería un error pensar que uno quiere menos a su país porque resulta que está del lado equivocado. Alemania es el país en que nací […]
 
 
B. Pero mi querido Heisenberg, no hay nada que yo pueda decirte. Ignoro si hay un proyecto nuclear aliado.
 
Años después...
 
H. La noche después de Hiroshima Oppenheimer dijo que ése era su único pesar. Que la bomba no haya sido producida a tiempo para usarse sobre Alemania.
 
 
B. Se atormentó después.
 
 
H. Después sí. Nosotros al menos nos atormentamos un poco antes ¿Alguno de ellos se detuvo a pensar, siquiera un instante, en lo que estaban haciendo? ¿Lo hizo Oppenheimer? ¿Lo hicieron Fermi, o Teller, o Szilard? ¿Lo hizo Einstein cuando le escribió a Roosevelt en 1939 instándolo a financiar las investigaciones para la bomba? ¿Lo hiciste tú cuando escapaste de Copenhague dos años después para ir a Los Álamos?
 
 
B. ¡Mi querido Heisenberg, no estábamos haciendo una bomba para Hitler!
 
 
H. Tampoco estaban arrojándola sobre Hitler. La estaban arrojando sobre quien estuviera a la mano. Sobre hombres y mujeres ancianos en la calle, sobre las madres e hijos. Y si la hubieran producido a tiempo hubiera sido sobre mis compatriotas. Mi mujer. Mi hijos. Ésa era la intención ¿o no?
 
 
B. Ésa era la intención […]
 
 
B. Bien sabes por qué los científicos aliados trabajaron en la bomba.
 
 
H. Desde luego. Por miedo.
 
 
B. El mismo miedo que los consumía a ustedes. Porque temíamos que ustedes estuvieran trabajando en lo mismo.
 
 
H. ¡Pero Bohr, tú podías habérselos dicho!
 
 
B. ¿Decirles qué?
 
 
H. ¡Lo que te dije en 1941! ¡Que la decisión está en nuestras manos! ¡En las mías, en las de Oppenheimer! ¡Que si yo puedo decirles la verdad cuando me pregunten, la simple y descorazonante verdad, también él puede!
 
 
B. ¿Esto es lo que quieres de mí? No que te diga lo que los americanos están haciendo, ¿sino que los detenga?
 
 
H. Decirles que juntos podemos detenerlo.
 
 
B. ¡No tenía yo ningún contacto con los americanos!
 
 
H. Pero sí con los británicos.
 
 
B. Sólo más tarde.
 
 
H. La Gestapo interceptó el mensaje que les enviaste sobre nuestra reunión.
 
 
B. ¿Y te lo pasaron a ti?
 
 
H. ¿Por qué no? Comenzaban a confiar en mí. Es lo que me dio la posibilidad de mantener los eventos bajo control.
 
 
B. No es por criticar, Heisenberg, pero si éste es tu plan para venir a Copenhague, es… ¿cómo pudiera decirlo? De lo más interesante.
 
 
H. No es un plan. Es una esperanza. Ni siquiera una esperanza. La hebra microscópica de una posibilidad. Una posibilidad muy remota. ¡Aunque digna de intentarse, Bohr! ¡Sin duda digna de intentarse! ¡Pero ya estás demasiado alterado para entender lo que estoy diciendo!
 
 
M. ¡No, está alterado porque está comenzando a entender! Los alemanes expulsan a la mayoría de sus mejores físicos porque son judíos. Estados Unidos y Gran Bretaña los acogen. Ahora resulta que esto tal vez ofrece una esperanza de salvación. Y entonces tú vienes aullando con Niels, a rogarle que los convenza de que la abandonen […]
 
 
H. Otto Hahn quiere pegarse un tiro, porque fue él quien descubrió la fisión y ve sus manos llenas de sangre. Gerlach, nuestro coordinador con los nazis, quiere morirse porque sus manos están vergonzosamente limpias. Sin embargo ustedes lo hicieron. Ustedes fabricaron la bomba.
 
 
B. Sí.
 
 
H. Y la usaron sobre blancos vivientes.
 
 
M. ¿Estás sugiriendo que Niels hizo algo indebido en Los Álamos?
 
 
H. Claro que no. Bohr jamás ha hecho algo indebido.
 
 
M. La decisión había sido tomada mucho antes de que Niels llegara. La bomba se habría fabricado con o sin Niels.
 
 
B. En todo caso yo jugué una parte muy pequeña.
 
 
H. Oppenheimer dijo que hiciste una gran contribución.
 
 
B. Espiritual quizá. No práctica.
H. Fermi dice que fuiste tú el que diseñó el disparador de la bomba de Nagasaki.
 
 
B. Propuse una idea.
 
 
M. ¿Estás sugiriendo que hay algo que Niels debe explicar o defender?
 
 
H. Nadie espera que Bohr tenga que explicar ni defender nada. Es un hombre profundamente bondadoso.
 
 
B. No es cuestión de bondad. Me fue ahorrado el tener que tomar una decisión.
 
 
H. Sí, y a mí no. De modo que he pasado los últimos treinta años de mi vida explicándome y defendiéndome. Cuando fui a los Estados Unidos en 1949 muchos físicos ni siquiera me daban la mano. Manos que habían fabricado la bomba no querían tocar la mía.
 
 
M. Déjame decirte, si crees que estás aclarándome las cosas, no es así.
 
 
B. Margrethe, entiendo sus sentimientos.
 
 
M. Yo no. ¡Estoy enfadada como tú antes! Es tan fácil hacerte sentir culpable. ¿Por qué habría de transferirte su carga? ¿Qué hace después de venir a consultarte? ¡Regresa a Berlín y les dice a los nazis que puede producir bombas atómicas!
 
 
H. Pero hago énfasis en la dificultad para separar el 235.
 
 
M. Les dices acerca del plutonio. […]
 
 
H. Pero no le digo a Speer que el reactor…
 
 
M. …va a producir plutonio, no, porque temes lo que sucedería si los nazis le dedicaran grandes recursos y tú no les entregaras una bomba. ¡Por favor, no trates de decirnos que eres un héroe de la Resistencia!
 
 
H. Nunca pretendí ser un
héroe.
 
 
M. Tienes habilidad para esquiar tan rápido como para que nadie puede localizarte. Para ocupar más de una posición al mismo tiempo, como una de tus partículas.
 
 
H.  A diferencia de la mayoría de las acciones de los heroes de la Resistencia. ¡Funcionó! Sé lo que piensas. Piensas que debí unirme al complot contra Hitler y que me colgaran como al resto.
 
 
B. Claro que no.
 
 
H. No lo dices, porque hay cosas que no pueden decirse. Pero lo piensas.
 
 
B. No.
 
 
H. ¿Qué hubiera logrado? Y puede que tengas razón. En efecto, tenía miedo de lo que pudiera suceder. Estaba consciente de estar del lado de los ganadores… ¡Tantas explicaciones para todo lo que hice! ¡Muchas de ellas sentadas alrededor de la mesa del almuerzo! En algún lugar en la cabecera está, me parece, la verdadera razón por la cual vine a Copenhague…
 
Traducción
Armando Jinich.
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como citar este artículo

Frayn, Michael y (Traducción Jinich, Armando). (2001). Copenhague (fragmentos). Ciencias 63, julio-septiembre, 26-29. [En línea]