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¿Qué pasó en San Juanico?
Nota de los editores
   
   
     
                     

A más de un año de la catástrofe que el 19 de noviembre de 1984
devastó a San Juan Ixhuatepec, aún no ha sido dado a conocer un informe oficial de los hechos. Si aún faltan los resultadas de las investigaciones realizadas por el gobierno, se puede contar con los datos recogidos en un trabajo muy preciso elaborado por una agencia holandesa, la Organización para la Investigación Científica Aplicada.

Este informe fue dado a conocer en junio del año pasado y ha llamado la atención en varios países. La revista New Scientist ha publicado recientemente un resumen del trabajo. Inicialmente, el grupo holandés recogió los testimonios de un gran número de sobrevivientes de la tragedia. Así, se ha podido asegurar que por lo menos tres horas antes de las explosiones un fuerte olor a gas invadía la zona. Hay quien ha declarado haber notado que la llama del mechero que quemaba ininterrumpidamente, se había apagado. Del mismo mechero salía un chiflido bastante fuerte. Estos testimonios han dirigido la investigación a tratar de establecer si el origen del desastre pudiera atribuirse a una presión excesiva en algún conducto o en uno o más de los tanques.

En particular, se ha podido constatar que una bomba de un conducto subterráneo trabajaba con una presión de descarga de 60 bar., muy por encima de cualquier límite de seguridad. Se cuenta también con las declaraciones de algunos militares de un cuartel cercano. De éstas, se ha podido establecer que unas horas antes del desastre, una niebla densa y espesa se desbordaba de uno de los tanques. Se trataba del vapor de condensación creado por la evaporación del gas expulsado en contacto con el expulsado en contacto con el aire.

La evolución de la fase explosiva se encuentra descrita con bastante precisión y la imagen que queda, difícilmente encuentra parangón en la historia de los grandes desastres. Hubo una primera explosión que embistió a la planta incendiando varias estructuras. Después de 69 segundos sobrevino una segunda explosión bastante mayor, un sismógrafo en la Ciudad Universitaria registró un sismo de 0.5 grados en la escala de Richter. Esta segunda explosión fue debida a un fenómeno conocido come BLEVE (Boiling Liquid Expanding Vapour Explosion); éste se produce cuando el fuego embiste externamente un tanque de gas líquido y en Ixhuatepec había tres con 3000 metros cúbicos cada uno. El líquido entra en ebullición y explota alcanzando grandes distancias; se tiene una impresionante inundación de fuego. El tiempo transcurrido entre la primera y la segunda explosión, 69 segundos, demuestra, de acuerdo al informe, que las estructuras de los tanques no cumplían con las normas previstas. Debían haber resistido un tiempo mayor.

Todavía veinte minutos después había explosiones violentísimas, cuatro de ellas dejaron su marca en los sismógrafos. La devastación continuó por otra hora y media, sobre toda porque muchas habitaciones al irse llenando de gas explotaban come pequeños tanques. A esta situación infernal se sumó una lluvia de objetos diversas. Un tubo de dos metros de diámetro voló más de un kilómetro y al caer destruyó dos casas.

El balance de 500 víctimas es considerado por muchos muy por debajo de las cifras reales. Las autoridades trabajaron afanosamente por cerrar rápidamente el caso. A 36 horas del incidente ya habían sido enterrados 300 cadáveres en dos fosas comunes, si bien sólo habían sido identificadas 25 cuerpos.

 

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Traducido de Scienza Esperienza 28, octubre de 1985.
     

     
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Gustavo Otto Fritz de la Orta      
               
               

Los diferentes elementos de una construcción deben tener una relación armónica entre sí y con el suelo.

 

Estuve en Alemania durante la fase de reconstrucción
posterior a la guerra, donde por razón natural se desarrollaron métodos, procedimientos y criterios para realizar una mejor construcción, cuya funcionalidad fuera más eficiente y los materiales empleados estuvieran a su máxima capacidad. Esto dio lugar a la técnica de estructuras en unión, estructuras no planas, concreto y acero preforzado y todo ello ha significado un avance extraordinario en las técnicas para construcción.

En la ingeniería se tienen varios puntos de vista que considerar, sobre todo, si se quiere hacer una estructura alta. Hay tres factores básicos que tomar en cuenta. El primero es el conocimiento del suelo. El suelo se comporta de acuerdo a leyes físico-químicas precisas, leyes que conforman la geotécnica.

Nuestra ciudad corresponde a la cuenca de México, mal llamado Valle porque no hay una corriente de agua que lo señale así; y esta característica de suelo hace que la forma de construir en la ciudad de México sea única. Tenemos arcillas muy compresibles, contenientes de una cantidad de agua muy elevada y que pueden perder parte de su volumen. Todo suelo sustentando con estas características a una estructura, sufre deformaciones mucho muy acusadas. Este primer aspecto del conocimiento del suelo ha sido en los últimos años objeto de estudio por parte de los técnicos, individuos de gran capacidad que han comprendido el comportamiento de dicho suelo. Desde luego que fuimos pioneros en el estudio del suelo mexicano, quiero citar nada más al maestro don Nabor Carrillo y al maestro Leonardo Zeevaert. El conocimiento del suelo permitió hacer cimentaciones adecuadas, como la ampliación de base; ello es cuando simplemente se hace fluir a las cargas en una zona muy amplia que sea soportable por el tipo de terreno, que particularmente en esta cuenca de México gran parte son suelos blandos, producto de la ubicación de materiales de otras zonas para llenar lo que antes era una laguna.

¿Es decir, materiales aluviales?

Los materiales aluviales son producto de un acarreo, en este caso no se ha hecho un trabajo natural, sino se han traído de otros lugares y con tales materiales fue desecado el suelo, pero sin perder esta característica de gran compresibilidad.

También hay terrenos intermedios con cierta firmeza y finalmente, los terrenos firmes, bastante más resistentes que los primeros, ya referidos anteriormente.

Entonces entramos en contacto con la segunda parte importante que es la cimentación. La cimentación es aquella estructura que, generalmente abajo del nivel del suelo, permite transmitir a las capas inferiores del subsuelo las cargas de la superestructura. Esta cimentación puede ser grandemente variada, tanto como el tipo de terreno o la estructura en sí, en nuestro país se dan las siguientes, por citar sólo algunas:

Por sustitución de volumen; es decir, se quita un volumen del suelo equivalente al peso del edificio que se va a hacer, y el estrato no se ve modificado ni estática ni estratigráficamente; utilizando pilotes, que es una técnica ya empleada por los indígenas hace mucho tiempo, quienes conociendo la poca resistencia del suelo se vieron obligados a aumentarla, sobre todo para la construcción de las grandes pirámides, cuya constitución de piedra en masa, es extraordinariamente pesada. Desde luego la técnica del uso de pilotes no es originaria de la ciudad de México. Se ha utilizado en otras zonas del país en épocas lejanas. Los pilotes servían para sustentar grandes estructuras y en la ciudad de México adquirieron una perfección notable durante la época prehispánica, casi todas las estructuras pesadas dentro del lago se erigieron con esta técnica.

El templo mayor que conocemos ahora está cimentado sobre pilotes. Pero no es el primer templo del que nos habla la historia, había ya antes un templo original, un templo quizá menos pesado que fue destruido durante una inundación. Esto hizo que se solidificara el pilote, que el suelo sufriera la solidificación proveniente del hincado del pilote, siendo capaz de soportar miles de toneladas sin hundirse.

La nueva ciudad española se sustento directamente sobre las infraestructuras de estos templos y tuvo la suerte de contar con un terreno más sólido.

¿Se puede decir que el tipo de cimentación que se hace ahora en la ciudad de México está diseñado con base en las características del suelo?

Si, fundamentalmente. Las cimentaciones serían: pilotes, que pueden dividirse en dos secciones, aquellas que trabajan por fricción entre el suelo y el pilote y los que trabajan por contacto directo entre las capas sólidas; estos son de mayor longitud.

El piloteo sólo es una pieza hincada en el terreno. Imaginemos un poste con el cual se está midiendo la resistencia del terreno por medio de golpes, los cuales hacen que el suelo se solidifique, entonces un haz de pilotes causa un aumento en la resistencia del suelo, además que trabaja por fricción. Ahora, muchas veces el pilote es tan largo que al profundizar toca de punta la capa sólida del terreno, entonces, es como si fuese una columna enorme que sustenta toda la superestructura.

Pero habíamos hablado de tres elementos básicos en construcción; el tercero es la estructura o superestructura; aquello que se desplanta del nivel del suelo hacia arriba. Esta estructura tiene que estar en armonía con la cimentación y la cimentación en armonía con el suelo. No puede haber ningún elemento de distorsión porque ello causaría la ruina.

Entonces, la estructura, además de las cargas que generalmente sustenta —y que son verticales— producto de su masa es que son atraídas hacia el centro de la tierra por la gravedad y están sujetas a solicitaciones de tipo dinámico y en nuestro caso principalmente a movimientos sísmicos. Tal actividad telúrica es de carácter volcánico y proviene de la liberación de energía al ocurrir choques en las placas del subsuelo a unos 40 o 50 km de profundidad y la onda energética que se libera después de un choque alcanza, a través de su paso por los estratos del subsuelo hacia la superficie, la costra exterior, donde puede haber una mayor a menor expulsión de esas ondas. Estas ondas al llegar a la ciudad de México que no es más que un receptáculo con agua, logran expandirse de una manera más violenta; es decir, no hay fricción que las vaya amortiguando. Es el caso de una onda dentro de un vaso de agua. Por tanto, de ahí la onda se mueve libremente y se refleja tanto en la superficie como en las paredes exteriores de este vaso, es por ello que el temblor del 19 de septiembre duró tanto tiempo. Ahora bien, existe un peligro muy grande, porque cuando se da una frecuencia particularmente constante de vibraciones, puede entrar en consonancia o resonancia con la frecuencia propia de vibración de un edificio. La frecuencia propia de vibración es un factor de la geometría, de los movimientos de inercia, de la disposición de los diversos sistemas constitutivos de la estructura y puede caracterizarse por enormes deformaciones. Estas deformaciones en un estado de consonancia o de resonancia plena conducen casi siempre a la rotura de la estructura y una ver quebrada todo se viene abajo. Puede resquebrajarse la superestructura o la infraestructura o ambas.

Estas condiciones de vibración normales de un edificio, ¿tienen que ver con: el tamaño del edificio y la forma geométrica de éste?

Sí, es decir, la geometría en general. Dentro de la geometría está el tamaño mismo, la disposición de diversos elementos constitutivos de la estructura, el momento de inercia resistente de cada material, el tipo de material empleado, etc.; en fin, son muchísimos los elementos que están influyendo de una manera directa en la característica de respuesta dinámica de la propia estructura.

Esto quiere decir que, ¿el haber extraído agua del subsuelo de la ciudad de México ha cambiado su forma estratigráfica?

Desde luego que sí, el hecho de que nuestras arcillas tengan una gran cantidad de agua ha permitido que al extraer por medio de pozos artesianos —sobre todo al final del siglo pasado y principios de este— grandes volúmenes de agua, estos no fueron recuperados por la arcilla y al perderlos ha sufrido asentamientos de volumen que se han visto reflejados en un hundimiento general de nivel en el suelo del “valle” de México.

¿Existen normas de uso del subsuelo?

Sí, y se emplean como un elemento más en el momento de la construcción.

¿Cuáles han sido las medidas tomadas para decidir si se continúa sacando agua?

Desde luego ya no debe sacarse agua; esto se prohibió durante años y entonces se vio la necesidad de traer agua fuera de la cuenca del “valle”, a un gran costo puesto que nosotros estamos a niveles muy elevados.

Los materiales de construcción que se utilizan en las cimentaciones a las que usted se refirió, ¿deben ser diferentes y acordes al lugar donde se establezca el inmueble?

Deben ser propios; esto es, han de estar en consonancia con el tipo de estructura que se va a construir.

Cuando un constructor o arquitecto van a realizar una construcción, ¿qué significa para ellos el suelo de la ciudad?

Desde luego que el tipo de suelo puede valorarse plenamente mediante una serie de análisis de laboratorio, que hace posible conocer a profundidad cuál es el subsuelo, qué características físicas, químicas y mecánicas posee y de acuerdo con ellas, se diseña la cimentación. La cimentación puede ser adecuada perfectamente a las características, primero del suelo y después de la superestructura como elemento de liga entre lo que se construye arriba y el suelo mismo, que representa una enorme estructura adicional.

Cuando se diseña un edificio ¿siempre se de tomar en cuenta el uso que se le va a dar?

Desde luego, no sólo el uso sino para qué se quiere cada una de las capas habitadas. Puede darse el caso de que exista en algunos niveles maquinaria trabajando, lo cual provoca un nuevo elemento de conocimiento y de cuidado, puesto que esta maquinaria dentro del mismo edificio puede provocar por sí misma, sin necesidad de un temblor, las condiciones de resonancia.

¿Por qué gran parte de los edificios que se cayeron por la acción del sismo, siempre se aplastaron en la parte superior?

Si analizamos la manera en que se comporta un péndulo invertido, un péndulo esta sujeto en su base quedando libre de vibrar en la parte superior, y es ahí donde se presentan las mayores deformaciones; entonces resulta lógico pensar que en algún momento —cuando la deformación se dio en lo parte superior— tal efecto hizo que las columnas no pudieran resistir rompiéndose.

En general podemos decir que el comportamiento de las estructuras sigue las leyes de la mecánica de manera más amplia, y todos los elementos estructurales, columnas, trabas, lozas, muros, etc., todas ellos en una armonía de tipo estructural, nos están dando respuestas a cada tipo de solicitación que —como dije—, son las cargas muertas provocadas por el peso propio de las piezas, las cargas vivas son las personas que la habitan y su hábitat, que está sobre cada uno de estos elementos, gravitando; y las solicitaciones de tipo dinámico que son generalmente horizontales. Si hay un empuje horizontal éste puede ser instantáneo; entonces la estructura se mueve de acuerdo con su frecuencia de vibración y llega a estabilizarse después de cierto número de segundos o períodos. Si hay, como se ha visto en este último sismo, una persistencia de una frecuencia de vibración, entonces la estructura o partes de ella puede llegar a tener enormes deformaciones y llegar a la rotura de ésta. Tal circunstancia provocó que las fallas se presentaran no sólo en la parte superior, sino que hubiera un efecto cortante en la parte inferior, tan grande, que separara, zigzagueara y trozara las columnas desde su empotramiento dentro del suelo y esto se dio a diversos niveles. Hemos tenido que sufrir una enorme pena para comprender un poco mejor el fenómeno de las estructuras sujetas a cargas dinámicas, lo que se seguramente nos permitirá construir mejor en el futuro. La observación de los daños, la observación de las características del sismo, nos posibilitará a elaborar mejores normas.

A raíz de esta experiencia, ¿qué seguridad existe por parte de los constructores al hacer edificios contra sismos mucho más fuertes que el pasado?

Está en manos de ingenieros o de aquellos que diseñan, del artífice de la construcción, darle a la estructura las características de seguridad necesarias. Se ha visto que dentro de esta cauda de construcciones dañadas hemos encontrado edificios que se han comportado perfectamente, porque fueron construidos con un criterio tal que permiten poseer una gran capacidad de seguridad en su estructura y esto se ha reflejado en el comportamiento extraordinariamente correcto de algunas estructuras.

¿Los edificios se construyen en función de evacuar rápidamente a la gente?

Todos los edificios deben poseer salidas de seguridad donde en pocos minutos pueda desalojarse a la población habitante en ese momento.

¿Tuvo alguna influencia en las ondas de propagación del sismo la construcción del metro?

Es probable, sin que pueda decirse de una manera definitiva que las paredes del metro hayan servido como espejos para reflejar las ondas antes referidas, y que por ello, porciones en donde hubiera suelos delimitados por las paredes del metro, hubiera existido una mayor persistencia de las ondas y sufriera amortiguamientos, ello hizo entonces que hubiera una situación hasta cierto punto curiosa. Lo que yo expreso no es mas que una idea mía que no ha sido corroborada por un ningún estudio, simplemente me parece que si tenemos unas paredes verticales de una profundidad de unos 12 o 15 metros pudiera haber una situación de eco en esas paredes como si fuera un espejo, una pared de frontón, y ahí pasearse una onda entre dos paredes sin que hubiera un amortiguamiento pleno. Es posible que parte de las estructuras que están muy cercanas al metro se hayan afectado de la manera que se conoce.

Cuando se realiza un peritaje ¿qué criterios se toman para decidir si un edificio puede habitarse o no?

Es muy fácil saberlo: más que de normas, se trata de un sano criterio basado en el conocimiento del perito en construcción, en México existe un cuerpo de peritos que pertenece al DDF. Los criterios que se siguen son observar, primero que nada, la estructura en sí, ver si ha sufrido deformaciones horizontales o verticales y si esto ha sucedido significa que se produjo rotura en la cimentación, una deformación en la parte sustentante que debe considerarse para emitir un juicio definitivo y saber si un edificio puede ser habitado. Es lógico que no necesite revisarse en las plantas superiores porque puede suceder que en el segundo o tercer piso o enésimo nivel no haya habido el menor daño, pero si en la parte sustentante hay daños, entonces la estructura está perdida, es por esto que una ojeada a la estructura basta para saber si puede habitarse subsecuentemente.

En general se ha tenido el criterio de desalojar los edificios en caso de duda, hasta realizar un peritaje más completo que pudiera corroborar, ratificar o rectificar el dictamen.

Entonces lo primero, ¿sería una inspección visual? ¿Un peritaje se basa principalmente en esto, o si existen dudas, suponiendo que existieran estructuras de acero qué se hace?

El acero puede visualizarse no solo exteriormente sino que puede conocerse estructuralmente por medio de rayos X, de manera que es posible observar por medio de estos aparatos a una pieza dañada.

Básicamente lo que decide un peritaje ¿es la observación de las estructuras del primer nivel?

Exactamente, pero puede suceder que una onda de tipo sinoidal haya sido la causante del desaguisado, entonces, posiblemente acontezca que no solo en la parte intermedia o en los estratos superiores ocurran rupturas, en general basta una mirada para saber si una estructura está o no en buen estado.

Otros arquitectos habían comentado que podría hacerse algo como sacar muestras de concreto ¿es posible?

Sí, existe esa posibilidad pero no es necesaria para detectar si una estructura puede ser habitada o no, eso sirve para medir la resistencia del concreto. Si el concreto en sí presenta fisuras o aplastamientos ha dejado de trabajar como una estructura completa.

¿Siempre y cuando las fisuras sean horizontales?

No necesariamente, las hay de cualquier forma; de principio si una trabe tiene fisuras horizontales, sobre todo en la parte media, nos indica que la atracción en el acero fue tan grande que hizo que dejara de trabajar plenamente parte del concreto como estructura. Es decir, la zona agrietada no está actuando ya. El efecto de esta mayor deformación del acero, puesto que éste reacciona siempre a tracción, principalmente en la parte inferior de una pieza, porque en su parte media hace que el pleno neutro, —aquella fibra donde no hay esfuerzos— suba hacia la fibra más comprimida. En este caso particular, la concreción que está recibiendo el concreto se ve sujeta a un incremento por ser más pequeña la zona en donde se está ejerciendo dicha concreción.

Esto puede hacer que una estructura falle sin que falle el acero, que yerre por aplastamiento del concreto. Puede ser en la parte media de una trabe o dentro de las zonas donde hay movimientos negativos; es decir, donde se presenta una inversión de signos y en las regiones próximas a los nudos. El nudo es un lugar concurrente de varios elementos estructurales, llámense columnas, trabes, lozas, etc., y en un instante puede verse claramente si el nudo ha resistido el empuje del momento o si no ha sido así, se observa inmediatamente la rotura del mismo. En el caso de fisuras en el nudo todos los elementos que a él confluyen están fallados. En este caso particular no se puede pensar siquiera en una reparación.

¿Y usted recomendaría que todos los edificios utilizaran pilotes como estructura de cimentación adecuada?

No necesariamente, claro que cada edificio es un ente con características propias y en ningún momento podemos generalizar, pero se ha visto que en general los pilotes, sean fijos o sean de control, han trabajado correctamente ante los embates sísmicos que recientemente hemos sufrido.

¿Podría explicar por qué los edificios de más de treinta años resistieron perfectamente y otros de construcción reciente no lo hicieron?

La respuesta está en la geometría. La geometría que tenían los edificios hace cincuenta años nos hace comprender la existencia de mayor “pesantez”, mayor “robustez” en cada uno de los elementos constitutivos y ello hizo que resistieran al sismo perfectamente.

¿La construcción que se hizo de edificios de más de cincuenta años fue mediante un cierto reglamento?

Desde luego, existen reglamentos de construcción en cada una de las ciudades de México, y este reglamento en general lo establece el gobierno de la ciudad, de manera que directamente es éste quien tiene la responsabilidad de vigilar que las edificaciones se hagan de una manera correcta desde el punto de vista estructural.

Después de estos sismos, ¿cuál debería ser el proyecto de reconstrucción?

 Es difícil decirlo, pero en el campo, especialmente de la ingeniería industrial deben tomarse en consideración esfuerzos que correspondan a deformaciones horizontales provocadas por sismos, tal vez pensando que éstos puedan ser de mayor intensidad, quizá un cambio en los coeficientes sísmicos sea una medida razonable para evitar mayores daños.

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Gustavo Otto Fritz de la Orta
Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la Technische Hochschule Hannover, Alemania y de la Universidad de Arlington, Texas. E.U.A.

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Rafael Martínez Enríquez      
       

 “Contemplarás, pues, cuando del Sol los rayos se insinúan de través
por las piezas tenebrosas; verás que, en el vació, de muchos modos
muchos menudos cuerpos en la lumbre de los rayos se mezclan, y que,
como en eterna lucha, sus combates, sus pugnas publican luchantes
en bandos, y no se dan pausa movidos sin fin en concilios y desuniones
frecuentes; así puedes conjeturar, por esto, que en el magno vació

eternamente los principios giran”.


Hablamos con frecuencia de la ciencia clásica. En ocasiones

el calificativo posee un sentido bien definido. Muy frecuentemente sirve como una estrategia de oposición. Lo clásico, para sus devotos, evoca la idea de lo “anterior", lo anterior a la ruptura, lo anterior aquello que instaura nuestra ciencia. Es lo que precede a la ciencia: el gesto de rechazo a una «pseudo ciencia» antigua, ingenua, perlada de presupuestos, muy cercana al sentido común.

 El término «clásico» posee también otra cualidad: denota un estilo, y por lo tanto una cultura. Al calificar a la ciencia nos la presenta como parte integrante de un conjunto de prácticas económicas, artísticas, filosóficas, teóricas, sociales. Nos ayuda a superar las apariencias de autonomía que le confieren instituciones académicas de su tiempo. Cabe hacer, entonces, una reflexión sobre los estilos científicos y su concatenación, sobre las tensiones y los frutos que nacen de su coexistencia. No basta hacer las tereas del historiador, hay que explorar las distintas regiones que integran la ciencia contemporánea. Este estudio nos permite “medir” que tan joven es lo que llamamos “nuestra ciencia”, qué tan cercana se encuentra aún de las primeras tomas de posición que constituyeron su origen. Visto así, estudiar un estilo científico es proporcionar los medios para reconocer una doble continuidad: la de la ciencia con la cultura —en un sentido amplio— de que forma parte, y la de aquello que se oculta bajo el espectáculo de rupturas y cambios de paradigmas.


Una de las paradojas de la ciencia contemporánea consiste en la doble orientación del saber y de la investigación: por una parte, el avance del conocimiento conduce hacia una especialización cada vez más puntillosa y por tanto más específica, delimitada, limitada; por otra lado, el cuestionamiento —fomentado por la proliferación de ciertos descubrimientos— de los límites de las disciplinas tradicionales del saber orienta la investigación hacía los avatares interdisciplinarios. Especialización, interdisciplinariedad: exigencia técnica de limitación y de delimitación, exigencias epistemológicas de la subversión de los límites; imperativo paradójico en el que la contradicción constituye a la vez la necesidad y la dificultad de la investigación contemporánea. Tensión que desborda los campos de las ciencias de la naturaleza, y que llegando a reducir a las antaño lejanas ciencias humanas, las somete a un discurso nuevo: un discurso que revela lo antiguo en la moderno, lo clásico en lo contemporáneo.

 Pero leamos a Lucrecio, leamos su poema y vayamos al encuentro de su ciencia. Antes, clara está, una pequeña introducción que habla de Lucrecio del pensamiento de Michel Serres, historiador de la ciencia, filosofo y crítico.

En el siglo I a.C., en Roma, tiene lugar la creación del más grande poema filosófico en la historia de la literatura universal. Lucrecio, discípulo de Epicuro, a dos siglos de su muerte, rescata y nos deslumbra con las ideas del maestro en su poema De la naturaleza de las cosas, que traduciría el título de la obra fundamental, hoy perdida, de Epicuro, ΠΦριφνΤωξ. El epicureísmo existía en Roma desde mucho antes de Lucrecio. En 173 a.C. el senado romano expulsa a Alceo y Filinio “por haber introducido costumbres licenciosas”. Su extensión entre las multitudes despierta el desprecio de Cicerón, quien al hablar de Amafinio nos dice… «al editarse sus libros la multitud conmovida se dedicó preferentemente a su estudio, o porque era fácil de conocer o bien porque se le invitaba con los suaves atractivos del placer, o incluso porque, como nada mejor se le daba, tomaban lo que había». También Lucrecio quiere evitar que sus escritos sean rechazados por la mayoría, y por ello elige el verso, para que sea más dulce la aceptación de la doctrina de la naturaleza. Claro que esta mayoría había de estar entre las clases cultas romanas, ya que hace uso de la lengua literaria latina que se reservaba a estas minorías.

 
En griego antiguo “Theoria” significa “contemplación apasionada”. De esta práctica surge la siguiente nota de Leonardo: “Observé los ´movimientos de las hilos de agua… uno atendiendo al peso y otro al trazo de los círculos; así el agua gira en vueltas vertiginosas, ya obedece al ímpetu, ya a los efectos de incidencia y reflexión…”
Códice Hammer

La intención de Lucrecio es la misma que la del epicureísmo griego: eliminar el miedo a la vida de ultratumba y a la actuación caprichosa de los dioses en la vida de los hombres, para así conseguir en ellos la purera del corazón. Colocando a Epicuro frente a Demócrito, hace hincapié en la libertad del hombre.

En una visión cosmogónica que integra lo vivo y lo inerte. encadena al devenir de lo existente mediante las leyes de la natura. Las leyes del hado —la cadena de los hados— quedan suplantadas por las leyes naturales, dando cabida a la declinación, base de la libertad humana, ya criticada por Cicerón, esa columna de hierro que sostenía el ideal de la Roma de los Césares y para quien vivir era someterse a la “necesidad”.

 
¿Por qué en fin, a la luz da paso el cuerno y se la niega al agua? No se forma la luz, acaso, de átomos más finos que los que formas las aguas bellas?

El texto de Lucrecio se podría tomar como una obra arquitectónica. Inicia con las bases estructurales que cimentaron la idea lucreciana del hombre y el cosmos. A continuación procede a erigir el edificio, levantando las columnas físicas y filosóficas que sustentaría lo material y lo humano. Lo que para nuestros propósitos resulta relevante es su física, su matemática y el modelo que ambas configuran. Aparte de ser considerada como una presentación de física atomista, y científicamente absurda, la tradición ha mantenido a su obra sólo en un nivel metafórico, como un poema filosófico. Hoy, por el contrario, podríamos hacer una lectura en que ciertos pasajes del texto representen un verdadero tratado de física, un tratado en que las posiciones científicas, una vez reinterpretadas, podrían ser aún válidas. Ello probaría que la ciencia aplicada no surgió en el Renacimiento, como generalmente se considera, sino en tiempos remotos, los tiempos clásicos. Es un proyecto complejo; sus implicaciones rebasan tanto el “sentido verdadero” de lo dicho por Lucrecio como la “fecha de nacimiento” de la ciencia aplicada. Se trata, en un sentido profundo, de que al leer pensamientos modernos en las doctrinas antiguas encontremos los caminos que unen el mito y la historia, el texto y la real, los objetos y el lenguaje. ¿Cuál es, entonces, la ciencia oculta por las figuras “míticas” y poéticas de Lucrecio?

 
El arte de los acueductos es romano, Roma y su imperio supieron de las corrientes de agua y sus efectos.

El modelo atomista

El universo está compuesto de movimientos de átomos: en sus orígenes es un caos de materia y energía, un desplazamiento de elementos sólidos en un medio fluido. El texto del poema nos remite a dos modelos o hipótesis del caos: I) el del caos que se esparce. Es la catarata de átomos, caída libre hacia el vacío, flujo laminar de elementos paralelos los unos a los otros. II) El caos como nube. Masa desordenada, fluctuante, browniana, de disimilitudes y oposiciones, de intervalos y colisiones sucediéndose al azar.

Sea el caos. ¿Cómo surge del desorden el orden del Universo? La experiencia señala que es raro que los flujos permanezcan paralelos: siempre pasan a ser más o menos turbulentos, más o menos voraginosos. Dicho de otra manera, tanto para Lucrecio como para Demócrito, el vórtice constituye la forma primitiva de construcción de las cosas… y se plantea entonces la pregunta de la física atomista: ¿cómo surge la rotación? ¿Cómo se forman los vórtices?

La respuesta de Lucrecio: sobre un escenario de movimiento caótico, la nube o la catarata, los átomos de materia se reúnen en virtud del clinamen —desviación fortuita que Lucrecio caracteriza con los términos: nec plus quam minimum, “no más que el mínimo”. El clinamen —principio explicativo del universo— es una desviación angular infinitamente pequeña, un diferencial, una fluxión, el ángulo mínimo que induce la formación de un vórtice. El vórtice mismo, forma elemental constitutiva de las cosas, resulta ser un movimiento aleatorio de la materia, posee dirección y es capaz de mantenerse a sí mismo durante un lapso. Es decir, es susceptible de conservar su estabilidad o equilibrio pasajero. Sistema de equilibrio cuya génesis se produce, paradójicamente, mediante la desviación de puntos en equilibrio, por la declinación del clinamen. En la conceptualización atomista las estabilidades son fluidas: la estabilidad sólo es posible en un universo donde todo fluye, donde todo es radicalmente inestable. La energía es una diferencia: fluxión (en el caos-catarata) o fluctuación (para el caos-nube). Sin la desviación nada tendrá lugar: en el origen de las cosas, de la “naturaleza”, aleatoria y sin embargo sistemática, se halla la desviación hacia el equilibrio.

Este modelo de turbulencias toma en cuenta no sólo al espacio material, sino también al tiempo, con lo que resulta ser un modelo espacio-temporal. Aquí y allá, estocásticamente, surge un vértice en tanto que otro desaparece. El sistema lucreciano parece conocer lo que equivale a los dos principios fundamentales de la termodinámica moderna: la entropía, o degradación irreversible de la energía, y la invariancia de fuerzas o de energías. El vórtice obedece a la entropía, condenado a un deterioro irrevocable apoya la irreversibilidad del tiempo, sin embargo, el universo se rige por una isonomía, una permanencia: una declinación anuncia una turbulencia que nace. La invariancia es global. La física presenta un sistema no jerárquico ni deductivo, es un sistema globalmente previsible que tiene en cuenta lo localmente imprevisible: un equilibrio general en un universo estocástico.

Es así como la declinación, tradicionalmente juzgada como algo absurdo, es reinterpretada como “un descubrimiento físico formidable”; al romper la antítesis de reposo y movimiento, permite una síntesis entre estática y dinámica que resulta superior a cualquier otra lograda en la antigüedad.

Arquímedes. La clave matemáticas

Para mostrar el rigor científico del modelo lucreciano hace falta llevar a cabo su matematización. Cierto es que tal hipótesis queda excluida por la historia de la ciencia al considerar que no existió una física matemática griega. Aún así el texto de Lucrecio parece remitirnos a un cálculo diferencial, a la idea de números grandes, a todo un corpus matemático implícito en el modelo. Hace falta encontrar, al igual que hizo Arquímedes, un punto de apoyo —matemático en este caso— para elevar al sistema epicúreo al rango de modelo científico. Este punto de apoyo no será iEureka! otro que Arquímedes mismo. Escritas a un siglo de distancia, sus obras y las de Lucrecio se revelan isomorfas, enlazándose punto a punto. A la descripción fenomenológica del vórtice y de su aparición por una desviación hacia un nuevo equilibrio corresponde, en Arquímedes, una teoría matemática o aritmética de elementos, una geometría de figuras de revolución, una teoría de espirales y de tangentes a las curvas, una mecánica del equilibrio, una hidrostática. Arquímedes definió equilibrio en términos de ángulos de inclinación: “todo surge de la balanza, pero con la condición de que se incline. Los teoremas de la estética generalmente hacen del cero el ángulo de inclinación…”. La mezcla arquimediana de mecánica y geometría, que tanto escandalizó a la historia de la ciencia, surge de un principio metodológico en el cual el punto fundamental es hacer que desaparezca la desviación del sistema de su estado de equilibrio. Geometría de lo infinitesimal y lógico de la separación del equilibrio, Arquímedes, cuando sitúa al equilibrio como un caso particular de proporciones entre ángulos, da con la clave matemática de la física epicúrea.

 
Universalmente todas las cosas desean conservar su estado natural, por ello el flujo del agua busca mantener la potencia.

De la filosofía a la física

La relación Lucrecio-Arquímedes, además de poner en relieve puntos de contacto entre física y matemáticas, sugiere una analogía esencial, por su coherencia lógica y simbólica, entre la fidelidad de la descripción fenoménica y el rigor mismo de la lógica. Si la analogía Lucrecio-Arquímedes es aceptable, podría convertirse en una especie de clave de lo comprensible, una “figura” de lo inteligible que enlaza lo real y lo simbólico, los fenómenos y sus leyes, lo sensible y lo inteligible, la “naturaleza” y el lenguaje. Podría, en tanto que metáfora, convertirse en modelo generalizado de una posible forma de descifrar el mundo. Sería un principio que conjugaría lo material y lo formal.

 
Rayos solares, vórtices, círculos concéntricos, todos ellos imágenes surgidas de observar flujos naturales, se combinaron en el arte de la antigüedad.

Es así como el modelo atomista de la física podría igualmente convertirse en un modelo explicativo de la biología, de la psicología, de la historia, de la filosofía… Citando a Serres, “la biología es una física, o mejor dicho, la genética se pliega a la génesis de lo inerte”. “La metafísica es una física metafórica”… “también la fisiología y la psicología”. No es éste un reduccionismo, no se trata de someter toda disciplina a la física. Es utilizar un paradigma que surgió de la física epicúrea y que puede resultar fecundo en implicaciones metodológicas. Bajo esta óptica Lucrecio hizo que los conceptos de su ciencia no sólo razonaran, Los hizo resonar.

«Del alma… “como los cuerpos, constituida de átomos ígneos, aéreos…, es decir, gobernada por los principios que rigen al calor, y a la fluidez en general, es sede de turbulencias. Arde, se conmueve, pierde el equilibrio. Como el mar, el volcán o el horno, el mismo espacio y la misma materia producen los mismos fenómenos bajo las mismas leyes. El alma, como el mundo, forma una trama complicada. Inestable, como el mundo, se dirige al equilibrio.

La física y la psicología discurren sobre confusos mundos donde nace el desorden.

Yo mismo soy desviación, mi alma declina, mi cuerpo es un todo abierto a la deriva. Soy un vórtice, una disipación que se anula en el devenir.

Soy un vórtice en una naturaleza turbulenta. Mis ondulaciones y las del agua son las mismas… mi apaciguamiento es universal».

Así, el modelo científico resulta, al mismo tiempo, un modelo patético. El vórtice dejado a la deriva, nacido de la desviación del equilibrio, semeja la experiencia misma del pathos de la ciencia. En la lectura que Serres hace de Lucrecio, la ciencia, la poesía y la metáfora, se trenzan en un juego que intenta dar cuenta del cosmos. Pero éste es el cosmos de Lucrecio. Del nuestro ¿qué nos dice? El verdadero valor de esta síntesis radica en su capacidad de alcanzar nuestro modernidad. De ahí que se necesite retomar el texto lucreciano y partir a la búsqueda de nuevos significados.

Todo surge, en efecto, del análisis de un léxico muy preciso: turbo, turba, turbinatio, turbare. Basta entresacar este léxico entre los versos de Lucrecio y mostrar cómo todo fluye paulatinamente. La coherencia del texto es profunda, construida sobre una serie de términos que forman el índice de una ciencia ya constituida: la mecánica de fluidos. En el siglo XVII ya se sabía que la esencia del epicureísmo radicaba en los vórtices y por lo tanto en una mecánica de fluidos. Descartes y Moliere así lo señalaban… pero se había perdido en el olvido. Para reencontrar esta verdad hizo falta rehusarse a ser llevado por la evidencia, por lo más probable: el átomo es un pequeño cuerpo sólido. Y es cierto, el átomo es duro… más no es lo esencial. Si nos limitamos a esos tres elementos: átomo, vacío y declinación, entonces Cicerón tenía razón, y el epicureísmo era pura fantasía. La caída de un cuerpo en una trayectoria oblicua sería un absurdo, el clinamen no tendría sentido. La verdadero sería una mecánica de sólidos, la de la ciencia clásica y positivista, la ciencia que nos modela el orden; la estabilidad de las cosas, que las engendra y qué las mantiene. El orden no es sino el equilibrio, y las metáforas que versan sobre el orden son las de lo sólido: cresta, isla, archipiélago, cristal. Y sin embargo, de esta descripción del orden nada se puede decir sobre su producción, ni de su carácter efímero y raro.

Por el contrario, el saber contemporáneo nace de las ciencias del calor, de la termodinámica. Esta nos dice que el orden es lo improbable y el desorden lo probable, y que el primero tiende al segundo. La isla era una buena metáfora, ya que en el mar la isla es lo sólido y lo raro. El objeto de la ciencia clásica era el orden, y trataba al desorden como algo negativo: lo residual, la privación, lo imprevisible. Las ciencias del fuego sumergen lo raro en la generalidad, lo improbable en lo probable, el orden en el desorden, la isla en el mar. Bajo esta perspectiva el equilibrio es desvalorizado: si resulta ser el estado estable del sistema, también es su muerte, el estado del cual nada volverá a surgir.

 
Para Descartes, el cosmos tuvo su origen en el caos. Dios creó los elementos y les dio dos movimientos: una rotación de cada uno sobre sí mismo y una rotación de conjuntos de ellos alrededor de centros distribuidos en el universo. Los vórtices cartesianos eran muy similares a los de Anaxágoras, quien supone que el Nous había creado los vórtices.

De la naturaleza al caos

Serres “inventa” la física de Lucrecio al quitar al átomo del pedestal que ocupaba. El átomo, por sí mismo, no es el elemento de una física, es sólo el termino de un análisis de la materia. El elemento real de la física lucreciana es el llamado “turbo”. Es éste, y no el átomo, lo que se halla en el origen de la constitución de las cosas. Por la tanto, se debe partir no del átomo, sino de un gran número de átomos: de su existencia en tanto que caos, «flujo», «catarata». Cuando Lucrecio dice que en la naturaleza sólo hay átomos y vacío, lo importante es el plural: los átomos, que separados por el vacío, son el objeto interesante de la física. El reflexionar, como siempre se hace, sobre el átomo duro y pesado, no nos conduce a saber cómo se formaron las cosas; pero todo cambia cuando se hacen consideraciones sobre conjuntos de átomos. Lo que nosotras llamamos desorden, Lucrecio lo llama caos. ¿Cómo se concibe este caos? El modelo del flujo —de la catarata— se comprende a condición de que tomemos en serio las metáforas de Lucrecio: que nos visiten sin cesar las imágenes de cortinas de lluvia iluminadas por el rayo. En Lucrecio las comparaciones proveen las razones. En el Canto I los átomos son como el viento, como los olores y como la humedad, cosas que existen invisibles y que se les conoce únicamente por sus efectos. En el Canto II semejan los polvos turbulentos que uno observa en un rayo de luz solar. Los movimientos y las colisiones visibles se deben a los desplazamientos de átomos, y la comparación se apoya en una identidad de la naturaleza, una identidad que se adecua a la realidad.

 
Dios contempla el cosmos. Conforme las teogonías y las mitologías adquirieron una mayor sofisticación, fue evidente que el Ser Supremo era un creador de orden en el universo.

El modelo no resulta insólito, la mecánica de fluidos permea la obra de Lucrecio y la vida de la Roma antigua. Arquímedes Vitruvio, Frontin. El saber de los acueductos es romano. El léxico de De rerum natura es más líquido que sólido: en el Canto I surge el viento y el agua; los verbos más utilizados hablan de flujos: verter, escurrir, emanar, derramar, fluir. En el Canto II se habla de la marea alta y de la tempestad. En el Canto III el cuerpo es la morada del alma. Todos los cuerpos en el Canto IV son recipientes de donde surgen vapores, olores, colores, simulacros. Canto V: el mundo se disipa, hay diluvios, los cuerpos se disuelven y los flujos se dispersan. Canto VI: los meteoros hacen de este canto el modelo local de los precedentes. En este contexto, el clinamen, lejos de ser absurdo, resulta necesario. El clinamen es el operador de lo que los técnicos en hidráulica reconocen como inevitable en todo fenómeno donde hay flujos: la turbulencia. Esta aparece en lugares y tiempos indeterminados, aleatorios. Así se construye el modelo. En Arquímedes la inclinación ya está matematizada, es el operador que genera espirales. Inclinación, turbulencia, vórtice, todos ellos objetos de la matemática y la mecánica. En Lucrecio, los operadores físicos “simulan” los procesos reales de la constitución del mundo.

Toda cosa es un caos surcado por declives y el mundo entero es un caos colmado de senderos. El mundo es un conjunto de flujos que se propagan y entrelazan. De este telar surge la estabilidad momentánea de las cosas del mundo. Y la misma ley que conduce a la agregación conduce también a la muerte por la vía extremal. Nacimiento, muerte, lo esencial es el turbo, esa especie de espiral sin la cual los objetos, permanecerían aislados, turba. Y el ciclo se ha cerrado una vez más. Queda así manifiesta la sistematicidad del texto de Lucrecio y, por su afinidad por la obra arquimediana, queda asentada la existencia de una física matemática en los tiempos antiguos.

Del nuevo orden

¿Por qué hablar hoy en día de Lucrecio? Porque sólo ahora se le puede comprender, y sólo porque hoy tenemos la capacidad de comprender lo mismo que él había comprendido. No tomemos a Lucrecio como objeta de estudio, sino que al igual que él, tomemos el mismo objeto de estudio. Hablemos del mismo referente. ¿De qué habla la ciencia contemporánea? De las grandes magnitudes, de la aleatorio, de sistemas abiertos, de tiempo reversible/irreversible, de la desviación del equilibrio y de los vórtices; habla del orden que surge del desorden… del nacimiento de una señal desde un océano de ruido de fondo. Nuestro problema actual es el surgimiento milagroso del orden a partir del desorden… Y este es el mismo problema de Lucrecio, expresado en los mismos términos: inmenso número de átomos, desorden irreversible, desviación del equilibrio. En ambas situaciones la solución es la misma: la desviación, el vórtice, el orden momentáneo, el tiempo localmente reversible.

El camino ha sido recorrido una y otra vez: para describir un sistema se esboza un “montaje” posible y se rastrea su funcionamiento. Hablamos entonces de la estructura y de las fuerzas que en ella convergen, se distribuyen o nacen. Una topología y una energética bastan para la descripción. Así se establece la comunicación, las interferencias, la distribución y la posible “traducción”. Este lenguaje es común a varios de los discursos que encierran el saber humano de cada época y cultura. Cara a cara se nos presentan varios “escenarios”; el de la degradación, el de la reversibilidad, el de la negentropía. Su ubicuidad es manifiesta y sólo resta el develar las modalidades que adoptan. Su trama integra o por lo menos penetra nuestro cuerpo, nuestros signos, la historia, el trabajo, nuestras sociedades.

La ciencia moderna tuvo un encuentro con lo clásico. Si aceptamos la visión de Serres, de este rendez-vous surge un nuevo paradigma sobre el saber interdisciplinario. Un modelo de analogías entre las obras de Lucrecio y Arquímedes da cabida a una teoría de modelaje analógico entre diversas disciplinas. Sus ventajas son transparentes: leyes, léxicos, modelos y resultados, todos ellos serán trasladados libremente a través de distintos campos del saber, aportando nuevas concepciones y nuevas imbricaciones entre los objetos de estudio propios de cada disciplina.

El trabajo futuro de esta nueva filosofía ha sida iniciado. Como era de esperarse, su estado aún en la maraña, el caos. De pensadores como Barthes, Foucault, Serres, nace una “desviación”, un nuevo clinamen.

…has dicho algo muy bello. El orden que imagina nuestra mente es como una red, o una escalera, que se construye para llegar hasta algo. Pero después hay que arrojar la escalera, porque se descubre que, aunque haya servido carecía de sentido…
de El nombre de la Rosa.
Umberto Eco.

 
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Rafael Martínez Enríquez
Departamento de Matemáticas,
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
       

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Héctor Mayani V. y Ma. Teresa Parás      
               
               

La clave del desarrollo del embrión está, en la diferenciación celular.

 

Dentro de la gran variedad de campos que encierra la biología existe en particular una que, por su naturaleza, complejidad e implicaciones, es realmente fascinante la diferenciación celular.

 ¿Cómo es que a partir de una solo célula —óvulo fecundado o cigoto— se origina un organismo tan complejo coma un árbol, un pez o un ser humano? ¿Porqué?, si nuestras neuronas y las células de nuestra piel contienen la misma información genética en sus respectivos núcleos, son morfológica y funcionalmente tan diferentes? Cómo “sabe” una célula eritroide cuándo debe empezar a sintetizar hemoglobina y cuándo debe dejar de hacerlo? Preguntas como éstas han sido formuladas por hombres de ciencia desde há tiempo. Con los avances alcanzados hoy día en áreas como la bioquímica, biología celular y biología molecular, se ha dado respuesta a varias de ellas, sin embargo, conforme nos introducimos en este campo son más los cuestionamientos surgidos que las respuestas encontradas.

El objetivo fundamental del presente artículo no es exponer con detalle los modelos propuestos para explicar la diferenciación celular, pues ello requeriría no una, sino varios artículos. En realidad, intentamos presentar un panorama general desde nuestra muy particular punto de vista sobre este interesante tema, buscando que el presente artículo sirva, de alguna manera, a gente interesada en el estudio de la biología.

 
Etapa en el desarrollo de un hueva de rana.

Una visión histórica

Mucho antes de que el hombre supiera algo acerca de las células, y mucho menos algo acerca de las moléculas, ya estaba familiarizada con uno de los misterios más tangibles de la naturaleza: un huevo, tan sencillo en apariencia pero capaz de producir un organismo vivo, completo y perfecto en cada uno de sus detalles y de una complejidad difícil de imaginar.

Es probable que desde el momento en que el hombre colocó huevos de gallina en incubadoras artificiales (y esto nos remonta a hace varios siglos) se le ocurriese abrirlos de vez en cuando y observar así el sorprendente espectáculo de la transformación del huevo en pollito. Incluso Aristóteles describió un hecho importante: la cabeza del embrión se desarrolla más de prisa que su cola. Desde ese momento, un fenómeno que hasta entonces había sido considerado como algo muy normal y bastante común, tomó particular relevancia despertando enorme interés entre las generaciones siguientes; el hombre había descubierto que el desarrollo del polla se inicia aún antes de que éste nazca.

Poco a poco los estudias con embriones de aves fueron haciéndose más intensos y profundos, de tal forma que lo denominado como embriología descriptiva y comparativa tuvo un gran desarrollo durante los siglos XVIII y XIX. A principios del presente siglo, y sobre toda en la década de las treinta, el crecimiento embrionario además de ser analizado desde el punto de vista morfológico, empezó a estudiarse bajo las conceptos de la química, lo cual trajo consigo descubrimientos sorprendentes. Para entonces, además de los huevos de aves, se utilizaron también los de erizo de mar y anfibios (particularmente rana), lográndose así describir y caracterizar diferentes etapas dentro del desarrollo embrionario y algo aún más prodigioso, se encontraron grandes semejanzas en el desarrolla prenatal de distintas especies animales.

Toda la información que se fue obteniendo al respecto a partir de la profusión de experimentos realizados, condujo a un postulado fundamental: la clave de la embriología radica en la diferenciación celular, esto es, el secreto está en conocer de qué manera una célula se diferencia de otras y logra especializarse para llevar a cabo funciones particulares y a raíz de tal aserto muchas de las investigaciones subsiguientes ya no tomaran coma unidad de estudio a todo el embrión, sino a la propia célula, buscando hallar en ella respuestas a las preguntas planteadas mucho tiempo atrás.

Cuando se iniciaran los primeros experimentos sobre diferenciación celular, los conocimientos que se tenían sobre la morfología y fisiología de la célula eran lo suficientemente amplias como para orientar los estudios hacia conocer los posibles papeles del núcleo, el citoplasma y el medio extracelular en este proceso.

Uno de las primeros pasos consistió en encontrar un tipo celular apropiado que sirviera coma modelo o sistema experimental. Así, algunos investigadores continuaron enfocado su atención al óvulo fecundado (cigoto), mientras que otros decidieron emplear otras tipos celulares como fibroblastos, células epiteliales, musculares, hematopoyéticas, pancreáticas, etc. Incluso, más recientemente se han hecho estudios en ciertos hongos y, sorprendentemente, en algunos organismos procariontes, ya se ha considerado a la esporulación bacteriana como un sistema de diferenciación “simple”. La gran variedad de sistemas de estudio ha enriquecido enormemente el conocimiento actual sobre la diferenciación celular, pues en general los resultados obtenidos en una de ellos confirman, complementan o aclaran los obtenidos en otros.

 
A finales del siglo XIX se hicieran estudios comparativos sobre el desarrollo embriológico de diversos organismos.

 Los experimentas de Briggs, King y Gurdon en los años 50 y 60 arrojaron un importante caudal de información al respecto. Lo que estos investigadores hicieron fue trasplantar el núcleo de una célula intestinal de rana a un óvulo no fecundado de la misma, cuyo núcleo había sido previamente eliminado; una vez logrado esto, el óvulo comenzó a dividirse y desarrollarse hasta dar origen a un renacuajo normal, y éste a una rana madura. Posteriormente se realizaron experimentas similares empleando otros tipos celulares del mismo organismo como donadores de núcleos y el resultado fue muy parecido. Tales experimentos condujeron a postular que: 1) todas las células de un organismo contienen la misma información genética en sus núcleos; 2) la diferenciación y especialización celular es un problema de regulación génica y no de ganancia a pérdida de genes; 3) el citoplasma y probablemente el medio extracelular, son factores que influyen en la expresión de los genes. En consecuencia el siguiente paso fue tratar de establecer con detalle los factores y mecanismos involucrados en la regulación de la expresión génica.

La expresión génica y la diferenciación celular

 A principios del presente siglo, Dienert demostró que en la levadura, las enzimas responsables de la utilización de la lactosa son sintetizadas, sólo cuando este azúcar está presente en el medio nutritivo; es decir, la célula no gasta su energía en producir enzimas que no le son necesarias. De esta forma quedó establecida que las células de levadura poseían la capacidad de regular la producción de sus enzimas, capacidad que —se pensó— debería poseer toda célula. Sin embargo, no se pudo dar una explicación más amplia sobre el fenómeno por una razón muy sencilla: la síntesis de cualquier enzima es un proceso que involucra al material genético de la célula y en aquel entonces éste no era conocido.

Años más tarde, los trabajos de Avery, Macleod y McCarty en 1944 y de Hershey y Chase en 1952, demostraron que el material genético es el ácido desoxirribonucléico (ADN). Paralelamente, los estudios encaminados a conocer la estructura del ADN alcanzaron resultados impresionantes que culminaron con el modelo de la doble hélice propuesto por Watson y Crick en 1953. Lo anterior trajo consigo grandes avances, de tal manera que se pudo empezar a dar respuesta a la pregunta ¿cómo regula la célula la síntesis de sus enzimas?

En 1961, F. Jacob y J. Manad, utilizando como sistema de estudio a la bacteria Escherichia coli, propusieron un modelo que explicaba detalladamente el mismo fenómeno observado por Dienert años atrás, el modelo del Operón. De acuerdo a éste, el genoma bacteriano tiene dos tipos de genes: los estructurales y los reguladores. Los primeros son aquellos cuya información determina la estructura primaria de proteínas específicas; mientras que los genes reguladores son los que, de acuerdo a señales particulares, determinan que uno o varios genes es estructurales sean o no transcritos. Por ejemplo: cuando la lactosa no está en el medio, los genes estructurales de las enzimas involucradas en la degradación de dicho azúcar no son transcritos, por esta presente un represor (proteína codificada por el gen regulador). Ahora bien, cuando la lactasa si está en el medio, el represor es inactivado y los genes estructurales transcritos.

Más recientemente ha sido propuesto otro modelo para explicar la regulación génica en procariontes: el modelo de atenuación, el cual ha sida involucrado en las vías biosintéticas de enzimas que intervienen en la producción de aminoácidos como histidina y triptofano. Es importante destacar que este modelo no reemplaza al de Jacob y Monod, sino que, de acuerdo a las evidencias que se tienen, ambos mecanismos están presentes en la regulación de los genes bacterianos, aunque no necesariamente actúan sobre los mismos genes.

Los trabajas anteriores, llevados a cabo par Jacob y Monod (Operón Lac) y Ch. Yanofsky y colaboradores (modelo de atenuación) reafirmaron que: 1) efectivamente, la célula es capaz de regular la producción de los tipos y cantidades de proteínas que requiere, y 2) el ambiente extracelular tiene influencia en dicha regulación.

Ahora bien, para explicar la regulación de la expresión génica en células eucariontes (nucleadas), la empresa se presenta más difícil, pues existen grandes diferencias con respecto a las células procariontes, que hacen al genoma eucarionte; bastante más complejo. Mencionaremos a continuación algunas de ellas:

— La cantidad de ADN en células eucariontes es mayor (de 2 a 5 ordenes de magnitud) que en células procariontes.
— El genoma eucarionte se encuentra dividida en varios cromosomas, mientras que el genoma bacteriano presenta un sola cromosoma circular.
— La diploidía solamente se presenta en células eucariontes.
— En los organismos procariontes, la transcripción y traducción del ADN son procesos simultáneos, mientras que en eucariontes están separados espacial y temporalmente.
— El ADN de los eucariontes está asociada a proteínas, histonas y no histonas, que juegan papeles importantes en su arreglo espacial, su replicación y su transcripción.

Pese a todo lo anterior, no hay que perder de vista que las, mecanismos enzimáticos básicos para la replicación, transcripción y traducción del ADN en procariontes y eucariontes son muy similares.

En 1969, Britten y Davidson propusieron un modelo para explicar la regulación génica en eucariontes. Según éste, el genoma, eucarionte contiene varios “sitios sensores” que pueden reconocer a distintos agentes, como: inductores metabólicos, inductores hormona-receptor, o bien, nucleótidos reguladores. Cuando el agente inductor se une al sitio censor, provoca que un gen adyacente a este último (gen integrador) origine una molécula de ARN (activador) que puede unirse a distintos sitios llamados “receptores”, las cuales pueden estar en el mismo cromosoma o en otro. La unión de ARN activador al sitio receptor provoca que se inicie la transcripción de los genes estructurales adyacentes a éste.

 
La hematopoyesis es un caso particular de diferenciación celular bastante interesante, en el que a partir de un tipo celular determinado (denominado CF-U-L-M) tienen su origen los Linfocitos (L), Monocitos (L), Plaquetas (P), Eritrocitos (E) y Granulocitos.

Ahora bien, aunque en términos generales el modelo parece lógico, la gran cantidad de evidencias obtenidas en los últimos quince años indican que la regulación de la expresión génica en eucariontes es mucho más compleja de lo que dicho modelo sugiere.

Diversos estudios han demostrado que solo una porción de todo el ADN presente en el genoma eucarionte es expresada, ello es, existe una gran cantidad de material genética del que se desconoce su función precisa Es interesante el hecho de que al comparar la cantidad de ADN presente en el núcleo de una célula de organismos como la rana o el sapo, 15.7 X 10–9mg y 7.3 X 10–9mg respectivamente, resulta ser mayor que la presente en el núcleo de una célula de humano (6.0 X 10–9mg).

A nivel de microscopio electrónico, ha podido observarse que existen regiones de la cromatina (material intranuclear compuesto por ácidos nucleicos y proteínas) cuyo aspecto es muy denso, mientras que otras son bastante claras. Usando marcadores radiactivos se ha demostrado que las zonas densas son transcripcionalmente inactivas y se les ha denominada heterocromatina. Por su parte, las zonas claras muestran actividad de transcripción (síntesis de ARN mensajero) y constituyen la Eucromatina. La cantidad de ambas formas de cromatina en el núcleo de una célula depende del tipo celular que se trate, del estado metabólico y del grado de diferenciación.

Interactuando fuertemente con el ADN se encuentran cinco tipos de proteínas básicas denominadas histonas. Cuatro de ellas forman un complejo octamérico que se asocia a las cadenas de ADN constituyendo el Nucleosoma; el quinto tipo de histona pudiera desempeñar el papel de “seguro”, aparentemente reforzando la unión del complejo proteínico y el ADN. Aunque su papel es fundamentalmente estructural se antoja pensar que las histonas pudieran intervenir en la regulación de la expresión genética, sin embargo, no se sabe con exactitud de qué manera lo hacen.

En el núcleo celular existen, además, las no histonas, proteínas cuya variedad es mucho mayor que las histonas. Dentro de ellas se encuentran las proteínas que constituyen los complejos enzimáticos para la replicación y transcripción del ADN; existen también varios tipos de proteínas contráctiles que actúan durante la división celular. Es importante recalcar que últimamente se han encontrado bastantes más tipos de proteínas no histonas, cuyas funciones —aunque no son bien conocidas— pudieran estar implicadas en la regulación génica.

Estudios recientes realizados en distintas tipos celulares, han demostrado que la expresión de los genes en eucariontes puede verse regulada por modificaciones covalentes en los distintos componentes de la cromatina; particularmente, se ha observado que existe una relación inversa entre la metilación del ADN y la expresión génica, esto es, ciertas secuencias del genoma eucarionte cuando se encuentran metiladas no son transcritas.

La regulación de la expresión génica en eucariontes puede ocurrir también a nivel post-transcripcional es decir, una vez que ya ha sido sintetizada la molécula de ARN mensajero, pues se sabe que ésta sufre cambios antes de salir al citoplasma, como la adición de CAP en el extremo S’ y de poli A en el extremo 3’; también se ha probado que el ARNm recién sintetizado es fragmentado, quedando excluidos ciertos segmentos denominados intrones (que no serán traducidos). Incluso, la envoltura nuclear parece estar involucrada en la regulación post-transcripcional, ya que algunos estudios han confirmado que el numero de poros, por unidad de área de dicha envoltura, está en relación directa can la actividad transcripcional de la célula, y hay que recordar que es precisamente a través de esos poros por los que pasa el ARNm hacia el citoplasma para su posterior traducción.

Hasta aquí hemos mencionado únicamente algunos factores y niveles de organización estructural intranucleares involucrados en la regulación de la expresión génica; ahora es necesario recalcar que toda la actividad que se efectúa dentro del núcleo y cuya resultante es que ciertos genes se expresen y otros no, está sujeta a la presencia y acción de moléculas que provienen del medio extracelular. Dichas moléculas inductoras son generalmente proteínas producidas en células específicas y con características de cada órgano, pudiendo consumar su acción lejos del sitio donde fueron producidas. Por ejemplo, la eritropoyetina es una proteína inducida principalmente en el riñón y que desempeña su actividad en la médula ósea, regulando la diferenciación de las células eritroides.

 
¿Cómo es qué a partir de un óvulo fecundado se origina un organismo tan complejo como el ser humano?

Es evidente entonces, que la diferenciación celular resulta un proceso verdaderamente complejo, debida a los muchos y muy variados factores y mecanismos que, actuando de manera conjunta, están involucradas en él. Actualmente diversos laboratorios del mundo interesados en este problema practican investigaciones, valiéndose para su estudio de distintas líneas celulares, como: células musculares, epiteliales, nerviosas, germinales, hematopoyéticas, etc.

Aunque hablar sobre las implicaciones que tiene el estudio de la diferenciación celular podría ser tema de otro artículo, solamente quisiéramos mencionar que existen ciertas enfermedades de difícil curación en la actualidad, tales como la anemia aplástica, algunas tipos de cáncer y malformaciones ocurridas durante el desarrollo prenatal, cuyo origen se debe a alteraciones en los mecanismos de diferenciación celular.

 
El estudio de la diferenciación celular puede ser la clave para resolver problemas tan complejos, como el cáncer.
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Lecturas Recomendadas
1. Branchet, J. (1975). Introducción a la embriología molecular. H. Blume Edic. Madrid, España.
2. Fischberg. M. y Blackler. A. (1961). Cómo se especializan las células. Sci. Am. (Sept.).
3. Gurdon. J. B. (1968). Núcleos transplantados y diferenciación celular. Sci. Am. (dic.).
4. Wolpert. L. (1978) Partern formation in biological development. Sci. Am. 239 (4).
5. Jacobsen. A. G. (1966). Introductive processes in embryonic development. Science 152:25-34.
6. Felsenfeld. H. and Mehhee. J. (1952). Methylation and gene control. Nature 296:602-603
7. Balinsky. B. I .(1981). An introduction to Embriology. Sanders College Publishing, U.S.A.
8. Goldwasser. E. (1975). Erythropoietin and The differentiation of red blood cells. Fed. Proc. 34: 2285-2292.
9. Alberts. B. et. al. (l983) Molecular Biology of The Cell. Garland Publishing lnc. U. S. A.

     
       
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HECTOR MAYANI V. Y MA. TERESA PARAS
Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, UNAM

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El aguacate
Jaime Jiménez Ramírez
   
   
     
                     

El aguacate fue domesticado en México, particularmente en el
Valle de Tehuacán, donde existen registros de su uso de 8000 a 7000 años antes de Cristo. El Dr. Smith supone que la selección se hizo por el tamaño del fruto, ya que las especies silvestres poseen frutos con poca “carne” (mesocarpio) y semilla grande.

En realidad el proceso de transformación de especie silvestre a domesticada involucra innumerables ensayos de selección durante muchas generaciones humanas y de los propios vegetales. De manera que durante largo tiempo se aprovechan las variaciones naturales de las plantas, preservando los individuos que posean las características que más convienen hasta que, en un momento determinado, aquellas plantas con características deseables pierden generalmente su capacidad de sobrevivir en condiciones naturales, pues su existencia está determinada por los humanos y no por la marcha normal de los ecosistemas, donde existen reguladores bióticos y abióticos que determinan qué individuos poseen los atributos para sobrevivir y cuáles no.

El primer tipo de aguacate precolombino domesticado es el denominado “mexicano” (Persea americana var. drymifolia) cuyo fruto es pequeño (menos de 5 cm) y de color negro, de él deriva el “West lndian” (Persea americana var. americana) que tiene el fruto piriforme con la “piel” (exocarpio) verde. Ambos poseen sabor delicado y su “cáscara” (exocarpio) delgada puede comerse; son los aguacates mexicanos tradicionales.

Finalmente tenemos el aguacate “guatemalteco” (Persea nubigena var. guatemalensis) con un diámetro superior a los 4 cms, y cuyo mesocarpio tiene 2-3 cms. de espesor o más, con un exocarpio rugoso (recuerde el aguacate Hass). De hecho, se le considera como la mejor variedad precolombina pero no se sabe si su origen es mexicano o guatemalteco, pues existen poblaciones silvestres en ambos países.

Un ejemplo de las posibilidades de la selección lo encontramos en Atlixco, Puebla donde híbridos de guatemalensis y drymifolia (guatemalteco y mexicano) han dado origen a la mayoría de las variedades comerciales del mundo. Y en especial la familia Podiles posee los mejores materiales (genomas). Incluso la variedad Fuerte, que domina el cultivo a nivel mundial, se desarrolló de este lugar.

     

referencias bibliográficas

Williams, L. O., 1977, The Avocados, a Synopsis of the genus Persea, subg. Persea, Econ. Bot. 31:315-320.

     
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Jaime Jiménez Ramírez
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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R08Breve01
El caso de las varillas desoldadas
L. Martínez, J. L., Albarrán, V. H. Tapia y J. Fuentes Maya
   
   
     
                     

Septiembre de 1985 ha sido un mes de espanto y dolor para la
capital de nuestro país, pero también el principio generador de una corriente de indignación y movilizaciones ante el conjunto de irresponsabilidades y abusos que el temblor ha dejado a descubierto.

Una de estos casos de irresponsabilidad ha sida descubierto, al parecer, por un grupo de investigadores del Instituto de Física de la UNAM, el grupo de Metalurgia. Este organismo tiene como objetivo de trabajo hacer investigación sobre aceros especiales; al causarse la catástrofe provocada por el sismo y darse inicio a las actividades de solidaridad, ellos decidieron colaborar utilizando los conocimientos que dominan, y para ello plantearon estudiar el comportamiento de las varillas que reforzaban el concreto de algunos de los edificios destruidos. Se esperaba que un estudio de esta índole permitiera elaborar algunas sugerencias útiles para la etapa reconstructiva de la ciudad.

Se efectuó la recolección de muestras en uno de los hospitales afectados, el día 3 de octubre. A los pocas minutos de iniciada la colecta se encontró en el extremo de una varilla una soldadura fracturada. Lo llamativo de este hecho —una soldadura debe resistir una flexión de 180° sin romperse— orientó la búsqueda hacia las soldaduras. Durante 5 horas de trabajo se hallaran cuatro soldaduras con las mismas condiciones en diferentes partes del edificio. Antes de transcribir el análisis de estas muestras, discutiremos brevemente el problema del soldeo para construcciones.

Los edificios se diseñan suponiendo un comportamiento monolítico. Esto significa que en los diferentes cálculos sobre la estructura se considera al conjunto de varillas soldadas como un continuo.

Algunas de las características —que a causa de esta exigencia deben cumplir las soldaduras— son las siguientes:

1) Controlar los tipos de acero que se sueldan, principalmente en cuanto a su composición química y procesa de fabricación.

2) Han de prepararse los elementos a soldar, efectuando cortes que aumenten la superficie de amarre (ver figs. 1 y 2) y asegurando que estén libres de óxido.

3) Los cordones de soldadura deben incorporarse ordenadamente.

4) Debe verificarse cuidadosamente que en las soldaduras efectuadas no existan grietas, pues éstas reducen considerablemente la resistencia a los esfuerzas en la unión hecha.

En particular el último punto es importante. Para citar un ejemplo, una barra de acero de medio carbono que tenga 0.8% de cromo y magnesio, y con un diámetro de 38 mm, resiste hasta 200 toneladas de peso. Una grieta de 2 mm reduce su resistencia a 68 toneladas.

A continuación transcribimos los resultados del grupo de Metalurgia para 3 de las muestras, permitiéndonos abreviar los correspondientes a la muestra HJ-14.

Muestra HJ-14. En la figura 3 aparece una pieza de 35 mm compuesta de dos trozos de barra corrugada unidos con una soldadura. Una de las barras tiene un diámetro de 38 mm y la otra de 32.

Aunque la reducción en el diámetro de las barras puede hacerse en ciertas circunstancias, la teoría de la fractura indica que deben evitarse puntos de alta concentración de esfuerzos. Como lo muestra la fig. 4 en la unión del cono de la soldadura con la barra más delgada, se inició una fractura.

El dibujo del corrugado es diferente en las dos barras correspondiendo a dos procesos de fabricación. El dibujo en forma helicoidal procede del procesa de deformación en frío. La otra barra fue laminada en caliente.

El análisis de las muestras con microscopio electrónico indica que una barra tiene carbono al 0.11% y la otra al 0.33%.

La fotografía de un corte longitudinal, fig. 5, revela que en él no se efectuaran los cortes de preparación necesarios. Las dos barras fueron cortadas en dirección perpendicular a sus ejes y la soldadura en la unión presenta cavidades llenas de escoria.

En resumen, los errores cometidos en la realización de esta soldadura son:

a) No se hicieron los cortes previos.
b) Se unieron dos barras de acero con contenidos de carbón muy diferentes.
c) Se unieron una barra laminada en caliente y otra laminada en frío.
d) Se unieron dos barras de diámetro distinto generando zonas de alta concentración de esfuerzos.

Muestra HJ-15

La fig. 6 muestra un trozo de barra corrugada deformada en frío de 73 cm de largo y 32 mm de diámetro nominal (calibre 10). Como en el caso anterior, la soldadura de este tipo de acero no es recomendable a menos que se renuncie a la resistencia que da el deformado en frío.

En el extremo inferior izquierdo se observa una soldadora fracturada. La zona cercana a la fractura no muestra deformación por tensión o flexión. La fig. 7 es una vista perpendicular a la superficie de fractura exhibiendo el hueco que dejó la otra barra unida por esta soldadura. No se observa deformación por esfuerzos de corte. La fractura fue frágil. En la parte central pueden verse residuos de escoria. La figura 8 muestra un corte a lo largo del eje de simetría de la barra. Con un ataque químico fue posible revelar el material de aporte de la soldadura y la escoria atrapada. En la fotografía queda claro que no hubo cortes para preparar la soldadura, que el material de aporte del electrodo fue reducido y que la escoria atrapada prácticamente nulificó el amarre.

Los errores de ejecución de esta soldadura pueden resumirse como sigue:

a) No se hicieron los cortes para preparar el área de soldadura.
b) No se hizo la inspección no destructiva, radiografía por ejemplo, que hubiera detectado el hueco con escoria atrapada.
c) Se aplicó soldadura en una barra laminada en frío renunciando a sus mejores propiedades mecánicas.

Muestra HJ-5

En la fig. 9 se muestra un trozo de barra corrugada laminada en caliente de 118 cm de largo y de un diámetro nominal de 38 mm (calibre 12). La muestra fue cortada en el extremo superior derecho de los restos de una columna. En el extremo inferior aparece una superficie de fractura que contiene un poco de material de aporte. En la cercanía de la superficie fracturada, en la barra, no se observan rasgos de deformación por oxidación por flexión o corte. En la fig. 10 puede verse el área reducida que cubrió el material de aporte, que es porosa, y el área central con escoria. La falla ocurrió por insuficiencia de la zona con material de aporte.

Esta soldadura falló porque:

a) No se hicieron cortes preparativos.
b) No se inspeccionó la soldadura. El análisis radiográfico hubiera indicado la pobreza del amarre.

Muestra HJ-12

La fig. 11 muestra una barra corrugada de 69 cm de largo y 35 mm de diámetro.

En el extrema inferior izquierdo queda visible una soldadura que se fracturó. Cerca de la soldadura no se observan señales de deformación por flexión o tensión. La fig. 12 no muestra rasgos de deformación al corte, la fractura fue frágil. El cuadrante inferior izquierdo de la superficie fracturada contiene concreto que se fraguó en ese sitio. Es decir, previamente a la colada, la soldadura ya tenía una grieta de dimensiones considerables. En la parte central pueden detectarse residuos de escoria. La superficie de fractura y la unión saldada con la barra hacen suponer que la soldadura no tuvo preparación. En resumen, está soldadura es defectuosa por:

a) En la unión se dejó una caverna con comunicación al exterior.
b) No se supervisó. Una inspección ocular revelaría la grieta.
c) El interior contiene escoria.
d) La soldadura tiene porosidad.

El puro hecho de encontrar cuatro soldaduras mal realizadas en un edilicio no permite afirmar que el total de soldaduras se encuentre en esta situación. Por ello el grupo de Metalurgia realiza un cálculo del que infiere que la probabilidad de que el soldeo fuese realizado por personal calificado es de uno de 10000. Desde un punta de vista formal hacer cálculo de probabilidad es una manera de llegar a una conclusión, y nos parece consistente con el trabajo realizado por el grupo, Nosotros nos permitiremos pedir al lector que obtenga su propia conclusión, solicitando incorpore a la información antes expuesta los datos que tenga sobre la calidad de las obras públicas —edificios, carreteras, hospitales— que realizan contratistas para el gobierno.

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L. Martínez, J. L., Albarrán, V. H. Tapia y J. Fuentes Maya
Instituto de Fisíca,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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El Cometa Halley
Ricardo Lara Vázquez y Mario Cervantes Rosas
   
   
     
                     

La astronomía conjuga las observaciones cotidianas de la bóveda
celeste con las teorías físicas, para desentrañar las características de los objetos que pueblan el universo. De esta manera, la información directa que poseemos en torno a los cometas, es decir, la trayectoria y la luz emitida, se interpretan en los marcos de la mecánica newtoniana y de la teoría cuántica de la radiación, con lo cual nos acercamos a características no inmediatas.

La atracción gravitacional del sol produce tres tipos de órbitas en los cuerpos que pasan a su alrededor: elíptica, parabólica e hiperbólica. La periodicidad con que aparecen algunos cometas revela que su órbita es del primer tipo y algo más importante: son parte del sistema solar.

En el siglo XX se han recopilado nuevos datos sobre estos objetos con “cabellera”. Las líneas de emisión remiten directamente a su composición química: moléculas de CN, C2, OH y NH, resultado de la disociación de otras más complejas como el amonio, metano y agua. Este rompimiento se produce por la acción de los rayos ultravioleta que inciden en el cometa cuando éste se acerca al sol.

En los años recientes las computadoras han ingresada en el terreno de la investigación y la docencia y se abren nuevos horizontes en el conocimiento del universo con estas máquinas que procesan la información rápidamente. Se pueden, entonces, simular los modelos propuestos o describir las características presentes o futuras de los cuerpos celestes.

La visita del Halley a nuestras contornos, ha renovado el interés por conocerlo. En este tenor, un grupo de estudiantes de Física de la UNAM recopiló las efemérides del cometa* y otras informaciones, cuyo procesamiento en una computadora Franklin ACE 1200 del laboratorio de Mecánica daría lugar a un programa dividido en cuatro partes:

— Texto explicativo del cometa.

— Gráfica de las trayectorias de la tierra y el Halley.

— Gráfica de la órbita del cometa Halley en las vecindades de su perihelio.

— Cálculo de efemérides.

Adicionalmente se elaboraron dos programas para simular respectivamente las órbitas de los planetas y dos posibles vistas de la vía Láctea.

Las computadoras muestran una faceta: su aplicabilidad en la educación. Con ella se visualiza un fenómeno mediante la simulación, almacenamiento y procesamiento de datos (numéricos o información escrita).

Estos programas se presentaran en el XI Congreso de Enseñanza de la Física, así como a estudiantes de educación media (Secundarias y Preparatorias).

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Heberto Castillo      
               
               

El terremoto del 19 de septiembre ha evidenciado la torpeza
con la cual hemos estado construyendo la ciudad, y no se trata sólo de condenar o echarle la culpa a un grupo de técnicos, sino señalar la responsabilidad que en ello todos tenemos.

Este terremoto a mí me hizo recordar que allá por 1952 o 53, cuando yo impartía clases en la Facultad de Ingeniería de la UNAM y en el Politécnico Nacional, los maestros ensenábamos que para calcular las estructuras había que considerar algunos coeficientes sísmicos y cuando ahora ven lo que enseñábamos me doy cuenta que era como para que la ciudad completa se hubiera caído.

He revisado la mayor parte de las estructuras en las que, de alguna manera, intervine, y como al menos los cálculos que hacíamos eran honestos, me puedo dar cuenta de los defectos fundamentales que había en nuestro diseño. Desgraciadamente muy pocas de las construcciones en las que yo participé sufrieron daños, y digo desgraciadamente porque cuando uno calcula una estructura a la que no le pasa nada, todo mundo dice que está muy bien, pero lo que sucede es que a lo mejor está muy mal. ¿Por qué a una pirámide no le pasó nada?, porque probablemente tenía unas diez veces lo necesario para resistir. O sea, las estructuras que se diseñan con exceso no les pasa nada y entonces nunca sabe uno si están bien o mal diseñadas. Acabo de estar en Laguna Verde y veía que un tubo que pesaba aproximadamente 25 kg., y que iba a ser ducto de vapor de agua, se sustentaba sobre unos soportes que podían resistir una locomotora de unas treinta toneladas, y cuando pregunté a que se debía aquella desproporción me dijeron que eran las especificaciones para que en caso de un terremoto a esto no le pase nada. Tal es el criterio en el diseño de estructuras y yo creo que hay un dicho muy nuestro y muy justo que dice: “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.

Podemos ahora salir de este sismo con una serie de especificaciones de terror, otra alternativa es una reflexión sobre los criterios que hemos usado para diseñar estructuras y para poblar nuestra ciudad. Tenemos necesariamente que acudir a la historia y no podemos seguir construyendo y dejando en el olvido lo que en nuestra ciudad ocurrió alguna vez, para bien a para mal.

Si reflexionamos un poco nos daremos cuenta de que definitivamente se nos había olvidado que la ciudad de México se construyó sobre aquél gran lago que alguna vez hubo. Tenemos el centro de la ciudad situado en una parte de lo que fue la plaza de Cortés y otra en zonas declaradamente poca firmes. Además, tenemos costumbres para construir, una costumbre moderna es la de hacer estudios de mecánica de suelos. A ustedes les puede parecer chistoso, pero cuando yo era estudiante muchos ingenieros, entre ellos mis maestros, argumentaban —para qué un estudio de mecánica de suelos. Decían: “yo me paro en un sitio, brinco y calculo más a menos la resistencia”. Entonces poco cambiaban las cosas, la paridad del dólar era creo de $4.50. ¿Qué ocurría? Había números más fijos y nos decían, pues la resistencia del suelo es de 5 toneladas por metro cuadrado y eso en las terrenos malos, en los buenos ni fijarse.

Ahora se hacen estudios de mecánica de suelos y luego nos dan las especificaciones. Estas empezaron a cambiar dramáticamente en 1957 cuando se cayó el Ángel. Entonces se hizo una revisión general y cambió por completo el criterio.

En 1949, 50, se comenzó a construir la Torre Latinoamericana y era un edificio en el cual ya se estaba tomando en cuenta lo que ahora en la mayoría de los edificios se hace, los famosos modos de vibración, donde creo, radique el problema central que ahora tenemos en nuestra ciudad.

Cuando se siente un terremoto como el que acaba de ocurrir y teniendo la profesión que yo desempeño, lo normal es que vaya una a ver a sus hijos, pero no a las carnales, sino a las construcciones. Entonces se preocupa uno y empieza a recorrer la ciudad. De principio la impresión es más horripilante, porque vi edificios, que conocí en su fase de construcción que me parecieron estaban muy bien hechos, hay completamente destruidos. Y lo primero que se ocurre es lo que hacen los periodistas: “los arquitectos mexicanos, los ingenieros mexicanos son una bola de imbéciles, no dieron una”. Y otra pregunta de la gente es ¿por qué se cayó un edificio grandote, fuerte, construido con fierro y no otro tan chaparrito?

Después de un primer recorrido había muchas teorías, lo que desde luego era desconcertante es que algunos edificios de la misma altura no hubieran sufrido daño estando en diversas zonas de la ciudad. Luego empezaron a surgir los informes en donde se dan algunos datos contradictorias, incluso del director del Instituto de Geofísica.

Lo que es cierto, es que hay muchas informaciones, hay muchas cifras diferentes, hay discrepancias, pero hay invariantes y es lo que a mi me preocupa. En 1959 publiqué un pequeño libro que se llamó “Invariantes estructurales”, en donde por primera vez planteaba ya las propiedades tensoriales que tienen las estructuras reticulares. Fue una larguísima discusión, mandé el texto al director del Instituto de Ingeniería con una petición y él me contestó dando su opinión sobre lo que el libro le parecía. En este texto decía, había encontrado que cada estructura tiene su talón de Aquiles y precisamente hablaba de invariantes estructurales porque según opinaba no había necesidad de analizar una estructura para muchas condiciones de carga, que además son infinitas. Este es el problema que discutíamos el maestro Hernández y yo, bueno, los seres humanos para qué estamos diseñados, ¿para cargar que? Pues todo depende, hay señores como las banqueros que todo su vida lo más que cargan es su conciencia, hay señores que se la pasan cargando, los cargadores de la Merced. Todo depende, nadie puede reclamarle a una pareja que su niño haya estado mal hecho porque lo atropelló un camión y la mató, no están hechos los niños para que los atropellen los camiones. Es decir, la naturaleza nos ha desarrollado para que si vamos corriendo y chocamos unos con otros los daños no sean mayores.

¿Cómo entonces diseñamos una estructura? ¿Para que carga? Bueno, decía yo, para que cargue sus propias cargas, luego para que la habiten y luego por si hay un terremoto o huracanes.

En esa época yo buscaba las características invariantes. Pero con el tiempo estas ideas se fueron desarrollando y ya por 1968 comenzaron a salir libros en diversos idiomas y esto ya se estudia actualmente. ¿Qué quiere decir eso? A mi me preocupó no únicamente el sistema de cargas que produce daños a la estructura sino las especificaciones que varían.

No era lo mismo construir para oficinas que para un taller de costura. Generalmente los edificios que se usaron como talleres no tenían bodega y entonces estos comerciantes “muy hábiles” decían: “pues si ponemos el material abajo se lo roban, entonces ponemos los tubotes de tela arriba” y se crearon péndulos, pues todas estos edificios tenían las mayores cargas arriba. Señalaba que no era nada más el problema de una propiedad intrínseca de los edificios sino que tenía que ver la masa que sostenían, que no se podían separar de los invariantes. Los invariantes podemos verlos como matrices o tensores, yo les llamaba estructurales, que determinaban la distribución de la carga, la que le producía los mayores esfuerzos. Allá por 1954-55 este era un elemento nuevo que a mí me preocupaba.

Pero en verdad en la cuestión del suelo había una laguna y lo más que se exigía era el estudio de mecánica de suelos y ahora no se puede construir un edificio si este estudio no se tiene. El DDF me hizo llegar algunos datas de la ciudad donde dan las guías de la dureza del suelo. Allí se dice que resisten la penetración de altos golpes, 16, 20, 30 golpes y los pilotes los hincan hasta encontrar la capa vieja, pero ya se vio que un edificio en la calle de Zacatecas se cayó enterito y saco los pilotes como raíz.

Con estos elementos sale uno a lo calle y empieza a encontrar las cosas que no varían, que no dependen de la estructura, las que obviamente dependen de la naturaleza del suelo. Hay cosas en la estructura que no dependen de que aumente la carga, que pase por ejemplo una locomotora. Y observamos características importantes, donde quiera que haya obras del metro, se nota que la operación que le hicimos a esta ciudad le dolió. Para mi son como cicatrices de un cuerpo tasajeado; quedo el organismo lastimado al meterle una tripa a la ciudad, como lo es el metro. Se reparó, se cerró ese ciclo, pero si ustedes observan los mapas de la ciudad encontrarán que la zona más lastimada es donde hay estaciones del metro, por Balderas, Juárez, Revolución, Hidalgo. Pero por otro lado veo edificios a los que creo los salvó el metro, tengo ya localizados como cuatro que le deben dar las gracias porque es evidente o que están en una roca del antiguo Tenochtitlán a los muros que sirvieron para la división del Metro fueron protección, esto es, menguaron la intensidad del sismo o modificaran la frecuencia del mismo.

El sismo en cada lugar producía una intensidad, producía una aceleración, que se podía medir, se media un periodo; entonces en el informe es que veo contradicciones, se habla de la escala 6 de Richter, pero las estaciones dan datos distintos, de ahí que una hipótesis se vaya confirmando: la intensidad del sismo fue diferente en diversos puntos de la ciudad. Si medimos mañana esas intensidades podemos tener parámetros que de alguna manera nos expresan qué condiciones tenemos.

En la relación de sismos que hay desde el 70 hasta el 82 uno ve que hay muy pocos de 7, la mayoría de 4, otros del 5, del 6, pero digamos que si yo tuviera estaciones sencillitas, que no midieran muchas cosas, por ejemplo medir periodos, medir los desplazamientos, medir velocidades, la aceleración, si yo pudiera hacer eso para todas las veces que tiembla al año, tal vez unas 600, los amplificaría y entonces vería esos parámetros que se pueden asociar uno a cada punto de la ciudad. Esto ya daría una información de qué tipos de suelo tengo, es en cierta manera, una medida de la dureza o blandura del suelo.

Si se sigue caminando por la ciudad uno se da cuenta que no son nada más las estaciones del metro, sino que son las zonas en donde en la antigua Tenochtitlán había agua y pantanos. Ya tenga como diez planos, el más antiguo es de un libro de Liné, y es impresionante ver cómo coinciden las zonas de devastación con las zonas de antiguos canales. Incluso había un faro para la navegación y se ve que éste coincide con los edificios a los que no les pasó nada.

Hay tres edificios grandotes, las torres de Pino Suárez, los tres calculados y construidos por la misma empresa, pegaditos; uno quedó hecho una miseria, el otro quedo todo chueco y lo están tirando y el otro quedó casi bien, y uno se pregunta por qué y es que ahí terminaba la Ciénega de San Antonio Abad y los edificios donde está el DETENAL y otro vecinos de éste que no se cayeron. El del DETENAL tiene seis niveles y es de los que estaban condenados a muerte porque su periodo de oscilación era de dos segundos y según el informe esa onda estacionaria que se dio allí era de once veces dos segundos, y once veces el mismo periodo para un edificio coincidiendo con su periodo de oscilación no tiene remedio, se debe caer y no se cayó, y entonces, como digo yo, o cree uno en la virgen de Guadalupe o quién sabe que pasó y no podemos descartar lo raro, porque esto puede ocurrir.

Otros dos edificios por la zona del aeropuerto son también gemelos, casi pegados, uno está completamente destruido y el otro no tiene prácticamente nada. Seguramente allí se hizo un solo estudio de mecánica de suelos y uno estaba en una zona mala o algo extraño pasó.

Al caminar por la ciudad, la colonia Roma, la colonia Condesa, la Plaza de la República y luego San Antonio Abad y la Viga, tiene uno que recordar necesariamente. Poseo unos planos de 1650 donde se ve la zona de la Alameda Central y donde ahora está el caballito y uno se da cuenta que allí había muchos lagos y pantanos; incluso se habla de la península de Chapultepec y la península de Iztapalapa, y en el mapa se observa que es un golfo en el que aparece el Cerro de la Estrella y un paso que habían abierto para comunicar Xochimilco con Texcoco e impedir que las aguas dulces se contaminaran con las saladas.

Lo que allí se ve es cómo la liberación de energía avanza, en este caso del SW, y se topa con zonas duras, ahí va a ser muy difícil su paso y busca las zonas blandas para avanzar con mayor intensidad, creando mayores movimientos. Llega al Valle de México, que es una especie de cazuela y se siente que éste rebota y regresa y se pone a oscilar como una gelatina. Esta zona es lo que se llamaba península de Chapultepec que baja luego a Coyoacán y luego a la península de Iztapalapa por el Cerro de la Estrella, ahí había un gran canal de zona blanda que se venció y barrió prácticamente con las colonias Condesa y Roma. La onda sísmica entro también por San Antonio Abad, por la calzada de La Viga y toda esa área que era de ciénegas y abatió a todos esos edilicios que están en San Antonio Abad y Tlaxcoaque. Esa entrada más o menos la pueden observar en línea, aunque no coincide con la propia calzada de Tlalpan pero que en diagonal lastimó a muchos edificios y es allí donde se cayeron los de las costureras, ahí por avenida del Taller. En esa zona hay un edificio viejo de seis niveles que no se cayó, lo que ocurre es que Tlalpan, el Viaducto, Avenida del Taller y otra calle le formaron cuatro barreras de muros enterrados como a seis metros. Toda esa zona hasta Pino Suárez está completamente destruida con excepción del DETENAL.

Se ve de qué manera pudo pasar ese movimiento, yo lo imagino como agua, como lodo. Si yo pongo elementos duros, rígidos en esa área, cuando pasa la onda se detiene, incluso se almacena allí energía y quizá en un momento dado puede haber rompimientos. Lo que yo he estado haciendo es encimar estos planos para ver dónde estaban las zonas blandas y si coinciden con las dañadas o no, y prácticamente confirmo mi idas de que sí. En Tlatelolco por ejemplo, era donde vivían los indios pobres, que era la parte pantanosa donde está el edificio Nuevo León.

La ingeniería sísmica tiene muy poco tiempo de vida, tanto como los edificios altos. Los extranjeros que vienen aquí presumen mucho; que los soviéticos tenían unos mecanismos que cuando el terremoto llegaba de tal intensidad se desconectaban y eran estructuras libres y no pasaba nada. Y luego los japoneses y los chilenos que cada vez, que hay un terremoto en su país vamos nosotros a consolarlos y ahora ellos vienen y en tres meses nos van a hacer una evaluación, claro que cuando veo las comisiones que se han formado para estudios, creo que va a ser más difícil contarlas que contar el número de muertos.

Es urgente conocernos, conocer esta realidad y volver a nuestra historia, entender cosas que parecen no entender. Por ejemplo a mi me desespera que estén sacando el cascajo, además de que sé que es negocio. Carrillo Arenas es una persona que está muy conectada con todo. Alguien me decía que eran como un millón de toneladas de escombro; no se si esto es verdad, pero sacar esas toneladas ha implicado pagar a los constructores que más o menos cobran $30000 la hora de cada grúa y $5000 la tonelada de escombro. Pero le están quitando la carga al suelo y el suelo tiene memoria, si yo quito la carga donde estaba un edificio que pesaba 20000 toneladas, por ejemplo, ese suelo se va a botar y los edificios de al lado pueden resentirlo. Entonces cómo es posible que entre tanto ingeniero, tantas comisiones de peritos y demás no deciden parar eso. Si donde tumbaron un edificio ya no quieren construir, entonces que se hagan pirámides de escombros, se cubran con tierra y flores y se haga allí un jardín o kioscos, para mantener el equilibrio del sistema.

Por otro lado, las grietas. A mi me traen ya molesto tantos amigos que me dicen: “oye Heberto, ¿no me quieres venir a ver mi grieta?” Entonces me la pasaría yo de grietólogo. En una junta que estuve en Los Pinos, llegaron hasta artistas de cine, bueno todo mundo hablaba de sus grietas. Unos damnificados escribieron una carta, una pobre mujer de la colonia Guerrero casi casi le da las gracias a De la Madrid por el terremoto, por darle la oportunidad de conocerlo. Es indignante, porque además a las madres de familia de una escuela que estaba por ahí no las dejaban pasar. Yo hablé con ellas y me platicaron que su escuela estaba lastimada. Es una escuela primaria y los técnicos de la SEDUE les dijeron que no se preocuparan, que lo único que tenían que evitar era que los niños corrieran y gritaran, ¡qué humor negro!

Dijimos que una forma de resolver el problema era la autoconstrucción Los mexicanos por tradición somos autoconstructores; no creo que haya nadie que no tenga alguna casa o lotecito al que no le haya hecho nada, construido una bardita, un hornito, puesto un closet o algo. Pero ahora los damnificados no tienen trabajo además de no tener casa. Somos heroicos la primera semana y uno se conmovía de ver a los muchachos trabajando; los mismos damnificados se pasaban el agua, me contaba un hombre de una señora atrapada que compartía su comida con los otros. Pero a los ocho o quince días se arrebataban las cosas; les llevaban una torta y se la “volaban” unos a otros. Nos salió otra vez lo abusivo, es natural, esos son los síntomas.

Pero ahora qué pasa, pues la autoconstrucción la detienen porque es un factor de organización, de cohesión. Allí los estudiantes de Ingeniería y Arquitectura se sienten realizados como seres humanos porque proyectan, construyen, orientan, participan, y luego dicen: “si esto lo podemos hacer, podemos hacer más”. El gobierno dice, está bien la autoconstrucción, pero hombre, no tanta, y además debe ser controlada por nosotros. Pero eso sí, se han formado un montón de comisiones, la comisión financiera que va a asesorar a la comisión de reconstrucción que está en el comité quién sabe qué, realmente que imaginación kafkiana tiene el presidente de la República.

Además, el problema es también del orden político. Por mucha voluntad, por mucha simpatía, por muchos deseos que tengamos, el problema no lo resolvemos si no hay recursos, si no hay dinero. El Fondo de reconstrucción ya tiene 18000 millones de pesos, casi lo mismo que declaró Carrillo Arena que era su patrimonio particular ahora que tomó posesión de la SEDUE. Y los daños, pues nadie se pone de acuerdo, pero yo he oído cifras de este tenor: primero eran 2 mil millones de dólares y ya vamos en 6 mil millones de dólares, así reconocidos, pero de daños directos, no cuentan por ejemplo pérdida del trabajo, pérdida del equipo y maquinaria; esto implicaría un decaimiento del producto interno bruto del país del orden del 2.5%. Esto es lo que nos trajo el terremoto; claro que desde antes ya estábamos en la calle con un problema tremendo. La deuda externa era inmensa, pero ayer salió en algunos periódicos que el servicio de la deuda interna era del doble del servicio de la deuda externa, o sea que por deuda interna pagábamos 3.4 billones de pesos y por la deuda externa 1.7 billones de pesos.

Y la gente se pregunta “¿con qué vamos a pagar la reconstrucción?” y en esa junta dijo Silva Herzog, “no podemos desconocer nuestros compromisos, estamos pagando con petróleo”. El petróleo para la mayor parte de la gente es una gracia divina, algo que esta allí y nunca se va a acabar y dicen, si tenemos petróleo paguemos con él. Pero estamos entregando actualmente 12 mil millones de dólares anuales por conceptos de intereses y un millón doscientos cincuenta mil barriles diarios de petróleo, seguimos en lo mismo. Y el Fondo Monetario Internacional nos va a prestar alrededor de 600 millones de dólares para que “la hagamos juntos, para que salgarnos del problema”. Es como cuando en Ingeniería o construcción alguien dice “oiga, yo quiero hacerme una casa pero no sé si me alcance, ya tengo $100000”, yo le digo, mire con eso mejor váyase de vacaciones a Cancún dos días o delo como enganche de algún terreno o de algo. Cuando a uno le dicen que para la reconstrucción nos van a prestar 600 millones de dólares y tenemos que pagar 12 mil millones de intereses, se nos ocurre decirles, bueno pues muchas gracias.

Es como cuando viene la Sra. Reagan y nos da un millón de dólares, le decimos, bueno es para chicles o qué. Es que según el sapo la pedrada, no se pueden evadir las cosas, el gobierno de México tiene en estos momentos la oportunidad de negociar, no se trata de irle a gritar a Reagan o Tatcher, se trata de negociar, de argumentar, decir “miren la situación de este país”. De nada sirve decir “los mexicanos cumplimos con nuestros compromisos, y faltaba más, ¿cuánto te debo? Y te ayudo si hay oportunidad”.

Este año ya habíamos perdido 2 mil millones de dólares de ingresos por petróleo, hemos perdido cuando menos unos 600 millones por turismo. Los turistas no van a venir porque les digamos que no pasa nada. Si ya hay muchos mexicanos que duermen en el pasto porque no quieren dormir en su casa. Ahora va a haber un paquete turístico de visita a las ruinas de Tlatelolco, como humor negro está bien.

Hemos perdido por petróleo y turismo, y este año añádanle 5 mil millones de dólares, ¿cómo le vamos a hacer? Yo pienso que es válida la campaña para hacerle ver a las naciones acreedoras que lo peor que les puede ocurrir es que nos volvamos insolventes. Yo le diría a los gobernantes de los países industrializados, hombre, pero si a ti te debe dinero una persona y dices bueno, no me paga, no me abona nada, lo voy a ir a ver; y lo vas a ver y su casa está en ruinas, el pobre hombre aquél con unas ojeras lastimosas, muy mugroso, dado a la trampa, con la ropa hecha jirones y dice “perdone que no le reciba mi esposa pero es que la ropa ya no le cubre”, y agrega “no le invito a sentarse porque no hay sillas, pero si se acomoda en el suelo no hay problema” y ese señor le debe a usted 2 millones de pesos; bueno, aquí en México tenemos un dicho que es, muy bueno: “¿cómo que se murió si me debía?”.

 Esta es la realidad de los países del tercer mundo, es Brasil, es Argentina, es México, es Venezuela, claro, algunos como Venezuela, Brasil, Ecuador, México y Colombia tenemos petróleo o carbón. Creo que hay condiciones para que si se da un movimiento popular los países acreedores reflexionen, pero ante una proposición de los gobiernos. En cambio el señor Silva Herzog llega a Washington diciendo: “pues ¿cómo que no puedo pagar?, pago esta y las otras”. Tenemos que ser realistas, el movimiento por la suspensión del pago de la deuda y los intereses tiene bases sólidas; no es de algunas gentes, como nos han dicho por ahí “los de izquierda irracionales, enemigos a ultranza de los Estados Unidos”.

 Cuando los periodistas me preguntan “¿no ha tomado en cuenta usted los daños que se pueden producir con una medida de este tipo, las represalias que se pueden venir?”, yo contesto, propongo que se suspenda no como un capricho, es que finalmente lo tenemos que hacer.

 Alguien diría no se olviden del petróleo, ya lo propusieron en un desplegado por ahí que me erizó los pelos de punta; ponemos un letrero en la entrada que diga “ponga su pozo y chúpele”, claro es una salida, pero ahí es donde entra el problema de un recurso no renovable, una nación que tiene un consumo de energía primaria que depende un 96% del petróleo, que además tiene una esperanza de vida muy optimista de 30 años. Nada de que vamos a volver a esa vida idílica como proponen los ecologistas allá por Europa porque en la ciudad de México estos 16, 17 millones de habitantes yo no se dónde van a sembrar maíz o camote o frijol. No va funcionar, tenemos que enfrentar el problema.

 Si negociamos, la primera represalia sería “no acepto la negociación”, entonces deberíamos empezar a comprarle trigo a Argentina, Brasil y no a los Estados Unidos. Esos 12 mil millones de dólares en lugar de usarlos para pagar, usarlos para comprar los bienes que requerimos. Si nos dijeran que nos van a embargar el petróleo que les llevamos, entonces no se los llevamos. No es un camino imposible, es difícil pero es mucho más difícil seguir por donde vamos, sobre todo con una población de damnificados en una situación tan crítica, que puede hacer estallar el malestar en el país, aflorando principalmente en el Distrito Federal.

Por eso en esencia yo planteo que este terremoto nos debe hacer volver los ojos a nuestra historia, a construir de acuerdo a nuestra ciudad, a respetar esa cuenca de México que tuvimos, a usarla racionalmente, a construir fuera de la ciudad. Es evidente que la falta de comunicación entre el pueblo de la ciudad de México y sus gobernantes es un obstáculo y esto lo es porque no han designado ni han elegido a sus presidentes municipales y delegados, ni han elegido a su gobernador, no hay vida política, no hay comunicación.

Ojalá los investigadores puedan colaborar; estoy proponiendo a algunos sociólogos, antropólogos y arquitectos para que elaboremos un trabajo donde se analice el sismo desde el punto de vista de la arquitectura, el urbanismo, la ingeniería, desde una visión histórica, geológica, dentro de un trabajo colectivo.

El gobierno guarda bastante información, desgraciadamente no la quiere usar o simplemente la mayor parte de los textos no los conocen. Tenemos que aportar un trabajo que sea una proposición de rescate, no sólo de nuestra ciudad, sino de nuestra nacionalidad, sacarle las cosas buenas y malas que nos ocurren. Para mí lo importante no sólo es el aspecto técnico, sino el social y político que puede traer, y se posibilita lograr una conexión, una liga mayor entre los habitantes de esta ciudad para defender nuestros derechos.

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Conferencia pronunciada en el auditorio Nabor Carrillo
de Ciudad Universitaria, en octubre de 1985.
     
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Heberto Castillo
Profesor de la Facultad de Ingeniería, UNAM y diputado federal.
     


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La enfermedad de Chagas
Marcelino Cereijido
   
   
     
                     
Del libro Recuerdos y Milanesas que escribiré en cuanto tenga tiempo


Con toda seguridad que el mentado Chagas debía ser una
de
esos ricachos a los que un chofer de gorra y galones le conduce el coche, un ex-boxeador enmiseriado le lustra los zapatos encorvándose sobre su cajoncito, y un jardinero sarmentoso y desarrapado le quita los yuyos de su jardín y le abona los rosales. O si no “Chagas” sería quizá alguna empresa del Centro, de aquellas que entregaban a mis vecinos hatos de ropa para que le hicieran ojales y le cosiesen botones, o de las que enviaban planos en lápiz para que Mario los pasara en tinte china. Mucha gente de mi barrio llevaba la contabilidad de otra, componía los coches de otro, zurcía los jirones de otro y tejía tricotas para las demás. Pero lo de Chagas ya me pareció un exceso.

La noticia se propagó en el vecindario con ese sottovoce que asegura la eficiente diseminación de los secretos. Nadie se hubiera detenido ante un par de vecinos que se transmitían una noticie en tono y volumen cotidianas. Pero si Doña Carmen hacia bocina con sus dos manos contra la oreja del repartidor de sifones, y éste iba cabeceando su comprensión con las comisuras de la boca descolgadas, uno debía cruzarse a la vereda de enfrente a preguntar de que se trataba. Yo era un niño y a mi no me lo hubieran confiado. Pero en casa el almuerzo era poco menos que una conferencia de prensa y mi abuela lo anunció con lúgubre claridad: “La prima de Faustino tiene le enfermedad de Chagas”.

¡Ayjuna! En parches me fui enterando de que la mujer, una campesina recién integrada al barrio, tenía su corazón y sus músculos debilitados por aquella enfermedad. Por eso que ya no trabajaba en la hilandería y se quedaba en casa. Por eso no baldeaba más su vereda, obligando así a que lo hiciera su anciana tía —madre de Faustino—. Por eso no la dejaban acarrear la bolsa de compra y daba propina a un changador para que la acompañara a la feria. ¡Esos ricos desalmados! Para colmo me enteré de que el Chagas ese era brasileño y ni siquiera vivía en nuestro país. Se humilló entonces mi patriotismo incipiente (y conste de que en aquellos años tempraneros no había sido yo de imperialismos ni ruindades internacionales). Por eso me propuse que cuando yo fuera presidente de la República —cargo que ya me había augurado mi abuela— no iba a permitir que argentino alguno, por más pobre que fuera, se viera precisado a ganarse la vida padeciendo enfermedades ajenas. Y menos la de Chagas: un extranjero.

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Marcelino Cereijido
Investigador del Centro de Investigación y Estudios Avanzados,
Instituto Politecnico Nacional.
     
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Carlos Rodríguez Ajenjo
     
               
               

Agregar algo sobre todo la que se ha dicho y escrito relativo
a la situación de salud emanada de los sismos de septiembre, que además de verídico sea original, es cosa difícil; se ha abusada en espacios periodísticos y otros medios repitiendo cifras, porcentajes de daño y otros datos que realmente poco dicen por sí solos. Es imperativo entonces, reflexionar más en forma colectiva sobre esta nueva situación de salud emergida de las sismos; situación que es necesario asumir como desconocida, inédita, en proceso de formación. A ello tratan de contribuir estas notas.

 Los sismos y sus efectos directos y colaterales, sectorialmente actualizaron viejos problemas, revivieron discusiones, significaron nuevos retos para el conocimiento. En relación con la salud (incluyo el frecuentemente olvidado campo de la “salud mental”); los sismos someten a una prueba muy dura a un modelo de atención (que no es sinónimo de salud) que había fincado, en lo curativo, su eje rector; en concepciones orgánica-biologicistas, su andamiaje explicativo; y en el acceso a servicios médicos elementales para el 100% de la población, su meta explícita.

Así, en unos cuantos días, vimos con mayor transparencia algunos de los elementos de la situación de salud, o relacionados con la salud del pueblo, ocultados hasta septiembre por una tramoya discursiva e ideológica que constituía un ejercicio de reiteración de propósitos, divorciados de los hechos cotidianos. La del sector salud es una historia subsumida en el desarrollo del capitalismo mexicano y que de alguna manera expresa sus distintos rasgos esenciales. Por ello podemos explicarnos algunos hechos observados en el sector salud con anterioridad a los sismos y que se develaron crudamente como resultado de éstos. Resumo algunos de estas rasgos:

 Centralización inevitable de servicios, concentración de recursos económicos, físicos y humanos en unas cuantas ciudades y dentro de ellas, en unas pocas zonas;1 centralización creciente del poder sectorial en una estructura vertical con una reproducción institucional de la misma y, por ende, una repartición de cuotas que excluye toda participación de los trabajadores en la orientación institucional y sectorial; descoordinación entre las diferentes instituciones integrantes del sector; abismales diferencias en cuanto a condiciones de trabajo y niveles salariales dentro de cada institución y en el sector en su conjunto; coexistencia de varios tipos de medicinas o prácticas médicas entre las cuales sobresalen aquellas incorporadas al circuito de ofertas proporcionadas por el sector: un» medicina de los pobres, barata y de mala calidad; una medicina de los menos pobres, burocratizada y deshumanizada frente a una medicina privada cada vez más cara e inalcanzable para la inmensa mayoría de la población, en pleno proceso de concentración de capitales, monopolización y transnacionalización; hipertrofia de los niveles secundario y terciario de atención, frente a un débil sector primario (indudable palanca de apoyo de los otros dos) sostenido a base de programas económicamente baratos, de mala calidad, que se aderezan con campañas esporádicas de vacunación, detección oportuna de enfermedades, orientación higiénica y prevención, incapaces de movilizar a una población considerada permanentemente como menor de edad; coexistencia de patrones de morbi-mortalidad característicos de países de gran desarrollo industrial con patrones propios de países en “vías de desarrollo”, erradicables en otros contextos económico-sociales;2 persistencia de graves problemas de salud relacionados con nutrición, mortalidad infantil,  patología laboral. En suma, un sector salud aún atomizado, pese a los últimos esfuerzos integradores; con un dispositivo primordial de corte curativo y en el cual, la “salud para todos en el año 2000” más que un slogan o un buen deseo al que se adhirió el gobierno mexicano, es un elemento que cuestiona la seriedad con la que se asume un compromiso internacional de tal magnitud, que se sabe es, prácticamente inalcanzable.

Sin embargo, es necesario aclarar que esta situación era conocida y que la mayor parte de los signas emergidos a raíz del terremoto requieren una reinterpretación. Volver a plantear algunos de los elementos identificados con anterioridad a este fenómeno, significa recuperar un espejo en el cual debe reflejarse todo intento de reconstrucción, ya que no es posible sostener las mismas viejas recetas, ni cometer los errores que en ese pasado nos enfrentaron dramáticamente al presente de los sismos o conservar el optimismo irracional de otros tiempos.

Estrictamente hablando, las condiciones generales de la salud de la población no se afectaron directamente con los sismos, más que en términos de muertos, heridos, mutilados u otro tipo de secuelas, entre las que debe destacarse especialmente aquellas derivadas de alteraciones mentales individualmente evaluadas y significativamente relacionadas con la organización familiar y social.

Sin embargo, una nueva población surgió a raíz de los sismos de septiembre, una población desconocida para el sector que, incluso, obliga a reconsiderar el concepto de normalidad que se tenía hasta el momento. Aparecen grupos de alto riesgo previamente inexistentes; la población “cubierta” por algún mecanismo de seguridad social, se modifica, crece la llamada “población abierta” y en las calles, en los parques y jardines, en albergues provisionales y oficiales, se gesta —muy probablemente— una modificación de lo que se consideraba “endémico” y se dan los nuevos rasgos de los que puede considerarse “epidémica” a partir de ese momento.

Por otro lado, si bien los servicios médicos y la oferta institucional de los mismos no debe confundirse como equivalente de la salud de una población, la destrucción tan amplia que se observó —especialmente en algunas zonas e instituciones— debe ser reflexionada más allá de la desorganización de los servicios que trajo aparejada la nueva situación y reflexionarla en función del agravamiento de los problemas previos de salud. prioritariamente en algunos grupos (niños, ancianos, gestantes).

Algunas cifras: globalmente, en términos de camas censables, el sector perdió el 39% de las camas de tercer nivel (superespecialidades) y el 22% de las camas de segundo nivel (que aglutina a medicina interna, gineco-obstetricia, pediatría y cirugía general)3 mismas que estaban concentradas prácticamente en los Hospitales Juárez, General (SSA), en el Centra Médico Nacional del IMSS, en los Hospitales 1° de Octubre e Ignacio Zaragoza del ISSSTE y en un Hospital Infantil del DDF.

Institucionalmente el daño es más diferenciable: el IMSS pierde el 7% de sus camas de 2° nivel y el 46% de sus camas de 3er. nivel (31%, de sus camas censables de 2° y 3er. nivel en el Valle de México, 11% nacional). Por su parte, la Secretaría de Salud perdió el 55% de sus camas censables de 2° nivel, 37% de sus camas censables del 3er. nivel (45 y 12.5% del Valle de México y del nacional). El ISSSTE perdió el 27% de sus camas censables del 2° nivel, exclusivamente y el DDF perdió sólo el 6% de sus camas del 2° nivel. La pérdida para el ISSSTE, es del 21% de sus camas del Valle de México y el 11% de las camas censables a nivel nacional.4

Sin embargo, esta pérdida se agrava cuando analizamos los servicios afectados ya no en cantidad de camas, sino en la calidad de los mismos, en el tipo de población que cubrían, en las necesidades que deben postergarse en materia de atención especializada. A ello habría que añadir lo que significan las pérdidas en relación con la enseñanza y la investigación.

Sin duda que los servicios que más se afectan en esta situación son los de Gineco-Obstetricia y Pediatría cuya demanda en el Valle de México es alta y su oferta ya se había alterado previamente, por la selectividad impuesta por el DIF en sus hospitales de Pediatría y Perinatología, así como el cierre del Centro Materno Infantil “Manuel Ávila Camacho” para la “población abierta”, ya que se le donó a las fuerzas armadas. A ello debemos agregar la afectación derivada de los sismos, misma que completa un cuadro en donde se eleva el riesgo (incluso de vida) para miles de personas demandantes de servicios de pediatría y gineco-obstetricia, especialmente casos de hospitalización necesaria, toda vez que se calcula que en la zona metropolitana el 80% de los partos son atendidos en el medio hospitalario y que de ellos, el 10% son considerados embarazos de alto riesgo.5

En el rubro de enseñanza, especialmente la de pregrado, en medicina y enfermería, el efecto de los sismos es importante: unos 12000 estudiantes de pregrado y unas 2000 de posgrado vieron alterada su proceso de formación al no contar con espacios clínicos para realizar labores de aprendizaje o capacitación especializada. Si bien la reorganización de este aspecto ha sido relativamente más eficaz que la reorganización de los servicios, lo cierto es que la baja calidad académica puede generalizarse.

Por su porte, la investigación médica se vio profundamente afectada por la destrucción física de varios centras hospitalarios; el IMSS concentraba el 90% de su investigación básica (que equivale en gran parte a la investigación nacional no ejercida en espacios académicos) en la Unidad de Investigaciones ubicada en el Centro Médico Nacional; la investigación clínica del misma (80% de la investigación clínica nacional de esa institución) también se concentraba en ese Centro hospitalario. De esta forma, los registros, acervos, expedientes, equipo, materiales y otras materias primas de la investigación, si no se perdieron totalmente, sí trastocan los ritmos, resultados y posibilidades de la investigación mexicana en el mediano plazo. Otras centros afectados son el Hospital General y el Juárez, de la SSA y las unidades colisionadas del ISSSTE y el DDF, donde la investigación era restringida y su participación en el conjunto de datos epidemiológicos está en entredicho.

En general, el impacto de esta destrucción en el sentido de la desorganización que acarrea en otras áreas relacionadas con la salud, no es desdeñable: en función de los sistemas de registro de morbi-mortalidad, por grupos o sectores sociales, en relación con la posposición de la aleación previamente solicitada y de programas previamente diseñados; en fin, puede afirmarse que la desorganización de los servicios de atención no se restringe al hecho de proporcionarlos o no y, en términos generales, el riesgo de profundizar la descoordinación sectorial es elevada en tales condiciones.

Finalmente, un aspecto que no siempre tocan los analistas de la salud, se refiere a la situación de los trabajadores del sector posterior a los sismos. Hay evidencias de que este parece constituir un “factor” desdeñado por las autoridades en sus proyectos de reordenación o reconstrucción sectorial como si fuese una variable totalmente independiente de otras a un elemento previamente controlado por mecanismos político-sindicales de probada eficacia.

Las cifras de trabajadores afectados con la pérdida de su centro de trabajo son importantes: 25000 en el IMSS, 2000 en el ISSSTE, 7500 en la SSA y 400 en el DDF. La inmensa mayoría de ellos estaban concentrados en grandes centros de trabajo y constituían secciones o delegaciones sindicales identificadas por ellos mismos y reconocidas legalmente por sus respectivos sindicatos.

En unas cuantos días, de acuerdo a notas periodísticas, el IMSS “reubicó” a 7000 trabajadores del CMN en provincia; en ese mismo tenor, los trabajadores del Hospital Juárez de la SSA fueron “reubicados” en otros hospitales de esa Secretaria, igual que los afectados en el ISSSTE y DDF. Sin embargo, cerca de 12000 trabajadores del IMSS “02” y “'08” no fueron recontratados por la institución y perdieran derechos acumulados y el trabajo. El caso del Hospital General merece mención aparte, ya que impulsados por la Sociedad Médica del mismo, más de 5000 trabajadores lucharan por la reapertura de su centro de trabajo (48 de los 50 edificios que la constituían no se afectaron) conservando así su empleo y la posibilidad de participar activamente en el diseño de un proyecto de reconstrucción de corte más democrático.

La manera como se ha enfrentado esta situación totalmente inédita, merece un análisis por separado. Esencialmente, en efecto, parece ser que las condiciones y características de la salud colectiva en nuestro país se vieron afectados directamente por los sismos. Sin embargo, en el conjunto de la reconstrucción los determinantes verdaderos de la salud colectiva aparecen como elementos en riesgo de verse afectados sustancialmente dado el deterioro previo en que se encontraban las condiciones de vida y de trabajo para millones de mexicanos.

Es indudable que la reconstrucción —la nacional y la sectorial— significa una excelente oportunidad para replantear cuestiones fundamentales de la vida nacional, reflexionar sobre el qué se ha hecho, qué se puede hacer y qué debiera hacerse. El liderazgo del sector salud, marcado por los signos del autoritarismo y la antidemocracia de nuestro sistema político, tiene expresiones particulares que bloquean la participación de organizaciones profesionales y populares en el diseño de ese proyecto de reconstrucción, de tal manera que se busca legitimar proyectos elaborados en la cúpula del poder y estigmatizar o descalificar intentos de participación de cientos de científicos, técnicos, trabajadores manuales y administrativos del sector que desearían participar desde su esfera de acción en un hecho que debiera ser, por definición, colectivo.

Existen cinco aspectos que, desde mi punto de vista, son fundamentales en la elaboración de un proyecto de construcción sectorial. El Dr. Soberón, al instalar el comité de Reconstrucción del Sector Salud, señaló: “más que reponer se trata de renovar”6 y s atendiendo a ello, la lógica posterior de los acontecimientos niega, en los hechos, esta intención renovadora en cinco aspectos: el financiamiento, la descentralización de los servicios, la desconcentración de los mismos, la orientación que tendrían los nuevos proyectos respecto a posibles usuarios y lo relacionado a los olvidados; otros dos aspectos de la triada clásica: servicios-enseñanza e investigación (me refiero a estas dos últimos).

El financiamiento

Se calcula que el costa inicial (no el total) de la reconstrucción sectorial implica la erogación de 52037 millones de pesos más la aportación inmediata de 9500 millones de pesos adicionales al presupuesto ejercido sectorialmente durante 1985, que sobrepasa los 750000 millones de pesos.7 Esta última partida se destinaría, exclusivamente, para programas urgentes de asistencia social (léase desvalidos, inválidos, huérfanos, etc.).

El planteamiento oficial del financiamiento de la reconstrucción, transcurre por cuatro posibles vías: donaciones del fondo Nacional de Reconstrucción, las cuales hasta el momento han aportado el equivalente al 4% de lo calculado para el inicio de la misma. Las donaciones extras, nacionales e internacionales, provenientes de instituciones altruistas, fundaciones, etcétera. Cabe señalar —que hasta el momento— el sector sólo ha recibida 300000 dólares de la Fundación Mexicana para la Salud, que a su vez había recibido esta cantidad de la Organización Panamericana de la Salud, cuyos fondos se integran de las cuotas de los países respectivos. Simbólico regreso, éste, de dineros nacionales. El tercer camino señalado por las autoridades del sector para financiar la reconstrucción redunda acerca del uso aplicado al equipo que se rescató de los hospitales y/o unidades destruidas. Parece ocioso, pues, tomar este elemento dentro de los costas cuando ya se tiene adquirido. Finalmente, la reconstrucción sectorial —señalan las autoridades en un documento elaborado “ex profeso”—8 el financiamiento de la reconstrucción echaría mano de recursos internacionales, especialmente del préstamo México-BID que incluye una cantidad destinada a reconstruir el CMN del IMSS.

Parece ser que la reconstrucción sectorial se ciñe estrictamente a los planteamientos más generales señalados por el gobierno para la misma: no introducir cambios sustanciales en la estructura económica, echar mano de la mayor porte de los recursos internacionales aún a costa de incrementar el endeudamiento, no afectar intereses creados; en síntesis una actitud gatopardiana; para que todo siga igual es necesario que toda cambie, en efecto, para en la superficie solamente.

Si se dejaran de pagar 4 días los intereses de la deuda externa u 8 días los intereses de la deuda interna, se tendría el equivalente o lo necesario para iniciar la reconstrucción sectorial, que equivale, a su vez, al 1.2 y 1.4% de los intereses que actualmente se pagan por esas conceptos. Este camino, sin embargo, está bloqueado de antemano ya que no se consideró ni como posibilidad.

Así las cosas, México debe incrementar en 1% su deuda externa por concepto de financiamiento del sector salud, tan sólo. Posiblemente esto no signifique mucho globalmente, pero reproduce una actitud de dependencia contraria a afanes “renovadores”. Más aún, se sabe que detrás de este tipo de financiamientos, siguen equipos completos de asesores, controles especiales, colaboraciones espontáneas imperialistas que imponen ritmos y concepciones y evaluaciones que posiblemente no estén acordes con un desarrollo nacional basado en criterios de beneficio y justicia social. Habría finalmente, que señalar la relación tan estrecha entre este tipo de proyectos y el apoya y protección a la industria químico-farmacéutica transnacional proveniente de los mismos países que aparecen como financiadores de la reconstrucción, y lo más grave es que todo esto significa en términos del apoyo de un modelo de atención a la salud basado en una concepción reparadora, curativista, como un tratamiento individualizado de calidades contradictorias. En resumen, el grave peligro del financiamiento de la reconstrucción por esta vía no es tanto agravar la ya de por sí pesada carga de la deuda externa, sino profundizar una dependencia tecnológica y científica nefasta para atender los verdaderos problemas de salud del pueblo mexicano, que no estriban en sólo atención médica, sino en mejoría completa de las condiciones de vida y trabajo.

Los temas de la descentralización

Los sismos volvieron a poner de moda el tema de la descentralización de la vida nacional, las instituciones, las actividades. Este macromonstruo que es la capital del país, sin duda la más gigantesca aglomeración humana de la historia, debe ser descentralizado. Las actividades del sector salud, por ende, quedan incluidas en tal proyecto.

Paradójicamente, sin embargo, se puede hablar de descentralización de actividades en muchos campos, pero en cuestión de salud no es posible hablar de ella a menos que se resuelva previamente el problema de las otros campos; es decir, la descentralización obedece a una lógica general externa al sector y no a una lógica interna, dependiente del propio sector salud. ¿Cómo descentralizar servicios conservando a la población para la cual se diseñan éstas en el mismo ámbito geopolítico?

Se ha abusado de los propósitos descentralizadores y se pasa por alto esta relación entre lo particular y lo general; no es posible sostener la posibilidad del traslado de una serie de servicios a instituciones a la periferia capitalina mientras el grueso de la población persiste en la capital.

En el caso del IMSS y del ISSSTE ya hay antecedentes de descentralización operadas bajo esquemas de regionalización y zonificación de servicios al parecer con éxito. El caso de los servicios de salud proporcionados a la población “abierta” por la SSA y el DDF es impensable si no se resuelve, realmente, la descentralización de la vida económica y administrativa de la ciudad de México. Para el caso de la población del D.F, la SSA teóricamente cubre al 30% de la población9 precisamente centralizada en el área metropolitana en el supuesto de que el resto sea cubierto por otros sistemas “abiertos” (tipo institutos o por la seguridad social o por la medicina privada).

Se habla, entonces, con demasiada ligereza de este tema en relación con la salud y las actividades de la práctica médica, más come intento de no quedar fuera del mismo que coma propósito real y viable.

La necesidad de desconcentración de servicios

Tal vez en el sector salud quedó demostrado dramáticamente con los sismos los inconvenientes de mantener concentrados los servicios en una zona reducida de la ciudad, provocando grandes y graves inconvenientes en la calidad de los mismos, en la viabilidad, en el aprovisionamiento de insumos, etc. La desconcentración, pues, aparece como una necesidad urgente que se enfrenta a toda la historia previa del sector, justamente apuntando por décadas hacia el punto apuesto, es decir, hacia la concentración de servicios. Romper esta inercia no es asunto sencillo, máxime cuando desconcentrar significa tocar intereses de todo tipo.

Un anticipo de las dificultades de la desconcentración se tuvo en el Hospital General; sin moralismos fáciles, la defensas que los trabajadores hicieron de su centro de trabajo puso en primer plano esa inercia, pero también expresó la dificultad que se tiene cuando se trata de antecedentes, derechos y beneficios adquiridos durante muchas años de manera colectiva por miles de trabajadores quienes finalmente, no son los culpables de un estilo de desarrollo que privilegió la concentración por sobre otros elementos.

Curiosamente, el proyecto de las autoridades aparece como un intento racional, eficiente, atractivo y necesario para los fines de la desconcentración; la oposición a él, sin embargo, no es por sistema, por costumbre, sino porque está elaborada pasando por alto los intereses y los derechos adquiridos por los trabajadores. ¿Qué significa para un trabajador, perteneciente a un centro de trabajo del tamaño del Hospital Juárez o General, identificado como sección sindical democrática, aparecer en un centro de trabajo distinto, con nuevos compañeros y nuevas identidades sindicales? Significa un cambio fundamental de los sistemas de trabajo y las condiciones del mismo, de la seguridad de su empleo, de la organización del procesa laboral y de su organización política. Significa un profundo trastocamiento de sus referentes y de sus identidades que no está dispuesto a perder fácilmente a cambio de un nebuloso y poco claro proyecto de desconcentración. Este es un aspecto oculto en la trama de intereses imbricada pero implícita en todo proyecto de reconstrucción que busque desconcentrar realmente los servicios.

La investigación y la educación en la salud

La oportunidad que se tiene de reunificar una tríada demasiado manoseada, de asistencia-investigación y docencia en una unidad, es inmejorable a raíz de los sismos.

La historia es larga, el crecimiento sectorial dado entre los sesentas y los setentas, significó un divorcio creciente entre estas tres actividades, de tal suerte que se llegaron a autonomizar entre sí, no existiendo en la mayoría de las instituciones de salud, una relación entre los servicios prestados, los temas o líneas de investigación realizadas y la formación del personal de diverso tipo o rango (subprofesionales, profesionistas en pre-grado, especializaciones, posgrados).

Parece no constituir motivo para incluirse en los planes sectoriales de reconstrucción la investigación y la educación; más aún, se está atendiendo exclusivamente los servicios afectados, independientemente de aquéllas.

No se vislumbra un cambio fundamental en la orientación de la medicina mexicana (por otra parte no se espera que un cambio ocurra así), sino el reforzamiento de un modelo que a la vez que desvía la atención de los problemas sociales fundamentales, se constituye en un excelente consumidor de productos, bienes, equipo, aparatos y medicamentos producidos por el nada desdeñable sub-sector de la industria químico-farmacéutica y productora de equipo y material médico.

Transitoriamente, mientras se logra definir en concreto ubicaciones y proyectos, planos y maquetas, la oferta de servicios se caracterizará por una desorganización de los mismos y por una creciente subrogación de muchos de ellos hacia la medicina privada. La población directamente afectada sin casa, trabajo o sin recursos, bien acude a estos servicios, o bien resuelve autónomamente su problema de atención. La reconstrucción, en marcha, parece no ver su situación de damnificados. La racionalidad deberé imponerse.

Finalmente, un aspecto oculto también por tantas cifras y complicaciones, se refiere a la inestable, insegura situación de trabajo de miles de trabajadores del sector, ya reubicados parcialmente o de plano cesados. Un esfuerzo reconstructor como el que se propone, también muestra posibilidades de recortar personal de racionalizar en esta forma recursos; tal situación, previsible en gran parte, encuentra una desmovilización y confusión inmersa entre los trabajadores de la salud, resultado inallanable de varias años de golpeo sistemático y de represión a sus organizaciones y dirigentes. La profundización de sistemas atomizados y la propia confusión que prevalece son ingredientes que facilitarían, indudablemente, el avance de este proyecto de reconstrucción que tal vez no es el mejor proyecto, pero se impone ya como el proyecto ¿inevitablemente?…

La investigación nacional en el campo salud parece no tener nada que ver con las necesidades de la salud de las mayorías; el propio plan sectorial10 reconoce esta desvinculación, y precisa que el 87% de los temas de investigación se refieren a aspectos muy específicos de salud, de los cuales solo el 47% se consideran problemas prioritarios. A ello debe agregarse que solo el 13% de la investigación se refiere a temas o áreas básicas. Esta situación, si bien en algunas ocasiones contrasta con lo que se observa en las instituciones de educación superior —donde se realizan investigaciones en salud— complementan un panorama de concentración geográfica y de recursos, dependencia creciente del exterior, desvinculación de temas e instituciones y graves ausencias que fueron puestas de manifiesto con los sismos y que no han sido atendidas como parte consustancial de la reconstrucción. No es posible, a partir de ahora, continuar con esa tajante separación entre actividades íntimamente relacionadas entre sí. En otras palabras, no es posible reconstruir exclusivamente un aspecto, y dejar por su lado a la enseñanza y a la investigación, cubriendo aspectos que aparecerán, así, cada vez menos relacionados con la asistencia y con los problemas de lo realidad.

¿Salud para quién y para qué?

La pregunta vuelve a ser pertinente; en qué se piensa al diseñar un proyecto de reconstrucción de los servicios de salud, cuando en el mismo aparecen nítidamente dos cuestiones cuya complementariedad no está clara: desconcentrar y racionalizar segundo y tercer nivel de atención y reforzar el primer nivel de atención.

Otra pregunta conveniente sería acerca de qué se está entendiendo por ese primer nivel de atención, ya que de su respuesta derivan acciones concretas dirigidas a sectores concretos de la población.

Al parecer se está hablando de una racionalización de la atención hospitalaria (menos superespecialistas, reforzamiento de la atención hospitalaria de segundo nivel) con un traslado de un esquema hospitalario en cercanía con la comunidad, a través de centros de salud o consultorios periféricos.

Este esquema, independientemente de sus perfecciones o imperfecciones internas (por ejemplo, al estar dirigido a una población “abierta” no define los mecanismos de “entrada” del usuario de un nivel al otro) reproduce una visión médica curativa prevaleciente en la medicina mexicana desde principios de este siglo. En efecto, nivel primario de atención significa la misma medicina hospitalaria, con el mismo enfoque, sólo que más económica; significa “curar” enfermedades, ver casos, resolver individualmente problemas de salud una vez que se presentan en calidad de “enfermedades”.

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Referencias bibliográficas
1. Un ejemplo proporcionado por el excelente trabajo de Ignacio Almada Bay publicado en La Jornada el 17de Nov., menciona que “el Valle de México concentró 38% de todas las camas censables de 2° y 3er. nivel, aunque ahí viva sólo el 22% de un total de 78.2 millones de mexicanos… una sola delegación, continua Almada, la Cuauhtémoc dispone de 2366 camas sensables (52%) para una población no asegurada de 250000 personas de un total de 4550 camas para todo el D.F.
2. Nos referimos al contraste entre enfermedades como las crónico-degenerativas, neoplasias, accidentes y violencias, que contrastan con la desnutrición, enfermedades infectoparasitarias y otras vinculadas con condiciones de vida altamente pauperizadas.
3. Almada, B. I., “Los daños y las nuevas urgencias”, La Jornada Semanal, Nov. 17 de 1985, p. 7.
4. Ibid, p. 8.
5. Ibid, p. 8.
6. Folleto: La reconstrucción de los servicios de salud, CNR, DF, México, 15 de octubre de 1985, p. 83.
7. Nota periodística en La Jornada, 25 de enero de 1985, p. 1.
8. Reconstrucción y reordenamiento de los servicios de salud en el Valle de México y de atención de demanda en los Edos. aledaños, México, Sector Salud, Octubre 15 de 1985.
9. II Informe de Gobierno, Miguel de la Madrid, Anexos, México, Septiembre de 1984.
10. Programa Nacional de Salud, Poder Ejecutivo, México 1983.
     
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Carlos Rodríguez Ajenjo
Coordinador de la Maestría en Salud en el Trabajo.
UAM-Xochimilco

     

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