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Los caminos del conocimiento | |||||||||||||||||||||
Alfonso Arellano Hernández
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Para Alex, artista
Cuando la conciencia
abre puertas no hay regreso
Andrea Montiel
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Quiénes fueron los reyes de Bonampak? ¿Qué hicieron? ¿Cuándo vivieron? ¿Qué información nos proporcionan por medio de las imágenes plasmadas en intensa policromía y en relieves pétreos? Las respuestas a semejantes preguntas tienen varios orígenes; uno de ellos es la epigrafía maya. En ese sentido, mi intención es apuntar, con el ejemplo de Bonampak, el tipo (o los tipos) de conocimiento que nos legaron sus antiguos gobernantes y cómo lo transmitieron.
Desde luego este propósito implica referirse al emisor y al receptor de los mensajes, así como al medio idóneo de expresión. En el caso maya, los gobernantes fueron quienes decidieron cuáles eran los datos dignos de publicar. Si bien el pueblo era en su mayor parte iletrado, contó con dos formas interrelacionadas para comprender los mensajes: la imagen y la escritura. Por medio de una y otra, los reyes divulgaron la información que más les interesaba: en especial quiénes eran, cuál era su ascendencia (madres y padres) y las principales hazañas de su reinado (entre otras cosas, nacimiento, entronización, guerras y número de cautivos, aniversarios, inauguración de edificios y monumentos). Así, en la escritura glífica y en las formas plásticas, descubrimos a los gobernantes como protagonistas de esos acontecimientos. Es decir que diferentes clases de obras (arquitectura, escultura tallada en piedra o modelada en estuco, pintura mural, vasijas y códices), se volvieron el vehículo de transmisión de las necesidades e intereses de los reyes.
Otro aspecto relevante son los avances de la epigrafía maya que marcaron un hito, y se refieren a la lectura y traducción de glifos. Hasta mediados de la década de 1980 se suponía que el arte maya —al igual que el de toda Mesoamérica— era anónimo. Sin embargo, los esfuerzos de numerosos especialistas llevaron a descubrir un grupo de glifos asociados con “artistas”, ciertos personajes a quienes debemos un sinnúmero de obras plásticas. Se trata de escultores y pintores: ah ts’ib y yuts’il,1 según rezan sus títulos en las inscripciones (ver glifos).
Debo agregar que aún falta un estudio profundo, desde la teoría del arte, para aclarar el concepto maya de “artista”.2 En este sentido me uno a la opinión de Arturo Pascual, publicada recientemente en un breve y pertinente artículo en el que critica —con justos y sólidos argumentos— las connotaciones de la lectura de tales glifos. Por ello me parece adecuado ofrecer algunos de los múltiples significados de la palabra ts’ib, que se asocia a ejemplos pintados sobre muros, vasijas y códices, y que pueden dar luces sobre el tema.
Ts’ib quiere decir “escritura, lo que se escribe; letra, ortografía; pintar, dibujar; pintada cosa de colores; manchado de colores”. De aquí el vocablo ah ts’ib, “el que escribe, pintor, dibujador, historiador”. Pero el término está relacionado con dos voces más. Una es ts’iib: “decantar, escurrir; sacar algo poco a poco como sacan el agua donde hay poca agua, para que no se enturbie” y “juntar algo con los dedos”. La otra es ts’ilbal: “borrador de escritura, original de donde se sacan otros escritos; trasladar o imitar (copiar) escritura; tomar ejemplo”; en otras palabras, “transcribir”. Yuts’il parece una forma de ts’ilbal, prefijada por el pronombre de la tercera persona del singular, esto es: “su borrador”, “su original” o “su ejemplo” para sacar otras escrituras (y también “su transcripción”), y hasta la fecha se restringe a los casos de relieves en piedra.
Como se ve, ah ts’ib y yuts’il no sólo implican saber escribir o transcribir, pintar o dibujar, sino también hacer historia y decantar o juntar con los dedos, y preparar ejemplos o modelos para otros textos. Me atrevo a decir que acaso nos enfrentemos a una mezcla de escritor, transcriptor, pintor e historiador, que decanta o junta los sucesos relevantes de los reyes.
Reitero que hace falta profundizar en estas nociones, así como revalorar nuestros conocimientos acerca de los “artistas” mayas prehispánicos, pero creo que sirven de base para adentrarnos en el ejemplo de Bonampak. Ahora bien, a falta de mejores términos utilizaré las palabras “pintor” y “escultor” sólo como puntos de referencia modernos, sin que anulen o reduzcan los múltiples significados antes dichos.
¿Escultores y pintores en Bonampak?
El estudio epigráfico del sitio me permitió localizar catorce generaciones de gobernantes. Asimismo distinguí varios lazos entre la familia reinante de Bonampak y las de otras ciudades, como Lacanjá, Piedras Negras, Yaxchilán, Toniná y Motul de San José. Pero lo interesante para nuestro propósito radica en la localización de las frases yuts’il y ta u ts’ibal, asociadas con algunos personajes locales. Los citaré en orden cronológico.
Quien primero aparece es un individuo de nombre Papahin (¿?),3 posible “escultor” de un dintel. Vivió durante el reinado del décimosegundo rey de Bonampak, llamado Chaan Muan I (Cielo Harpía), de fines del siglo vii a inicios del siglo viii d.C.
Dos escultores más vivieron entre 714 y 718 d.C., años del reinado del décimocuarto señor de Bonampak, Ah Kan Tok’ (Pedernal Amarillo Precioso). Se trata de Ah Mu... Tzekih e Ilna’ Ek’ (... Estrella), responsables de la hechura de sendos relieves en piedra que registran algunos hechos del gobernante.
Otro par de escultores parecen haber labrado la estela más grande de Bonampak, que conmemora un aniversario del penúltimo rey, el décimoctavo, el señor Chaan Muan ii (quien gobernó de 776 a 792 d.C.). Uno fue Ah Cul Bahlum (... Jaguar) y el otro se llamó Ah Macuh Yinalbel, “señor del linaje de Yaxchilán”. Con respecto a éste vale la pena realizar algunos comentarios.
Gracias al título “señor del linaje de Yaxchilán”,4 sabemos que Ah Macuh Yinalbel no era un personaje cualquiera, sino que descendía de la Casa Real de dicha ciudad. Su presencia en Bonampak se explica por el matrimonio de la dama Yax T’ul (Conejo Verde) de Yaxchilán con el señor Chaan Muan ii, pues llegó como miembro de la corte de la señora. Incluso existen datos suficientes para deducir las ligas de parentesco entre Yax T’ul, Ah Macuh Yinalbel y el gobernante Pacal Bahlum II (Escudo Jaguar) de Yaxchilán, quien también se encuentra citado en las inscripciones de Bonampak.
Los tres fueron hijos del señor Yaxun Bahlum iv (Pájaro Jaguar) de Yaxchilán, pero de diferentes madres. La de Pacal Bahlum ii fue la señora Chac Cimi (Gran Cráneo) y la de Yax T’ul pudo ser una de dos señoras de Motul de San José, llamadas Wac Tun (Piedra Erguida)
Sonia Lombardo de Ruiz analizó las escenas murales y concluyó que en su factura intervinieron varios pintores. Hoy puedo agregar que hubo un responsable: Och o Zarigüeya, el “Maestro Pintor” de Bonampak. Hasta el momento él es uno de los “artistas pintores” de quien se conoce su nombre y, además, su efigie en el área maya (figura 2). Pero, antes de concluir, juzgo conveniente ofrecer breves datos sobre la arqueología del sitio.
Bonampak y sus vecinos
Gracias a los trabajos arqueológicos se sabe que Bonampak cubrió un área mayor a 350 000 m2 y que estuvo habitada entre los siglos i y x d.C. Dentro de ese largo periodo se ubica la dinastía reinante. Sus orígenes se remontan hacia principios del siglo v d.C. y llega hasta finales del siglo viii. Los reyes mantuvieron contacto con sus vecinos, por ejemplo, con los de Lacanjá, Piedras Negras, Toniná, Yaxchilán y, tal vez, Motul de San José.
Desde inicios del Clásico temprano (s. iii-vi d.C.) las alianzas políticas, matrimoniales, bélicas y mercantiles fueron comunes tanto en las regiones del valle del Lacanjá como del Usumacinta medio y aún más alejadas, como el Petén y los valles de Ocosingo y del Motagua. De acuerdo con los restos cerámicos, Bonampak tuvo contactos con Yaxchilán y Piedras Negras, y según las inscripciones glíficas, con Yaxchilán, Piedras Negras y Lacanjá. Los gobernantes de Bonampak se hallaban, pues, inmersos en los acontecimientos de su tiempo y espacio.
Durante el Clásico tardío, que va del siglo vii al ix d.C., el área maya —al igual que el resto de Mesoamérica— conoció una época de esplendor. Los nexos entre las casas reinantes mayas se mantuvieron, se intensificaron, conservaron su fuerza y prestigio, y también se modificaron y sucumbieron. El auge de Bonampak ocurrió en dicha etapa, sobre todo bajo Chaan Muan ii, como demuestran los edificios principales de la Acrópolis (Estructuras 1 a 6), sus esculturas (estelas, dinteles y “piedras labradas”) y sus murales. Es a este periodo que corresponden los artistas mencionados.
¿Qué nos transmite Bonampak?
Las inscripciones de Bonampak nos dan cuenta de una lista de reyes y sus hechos, de quienes el más destacado es Chaan Muan ii. Su biografía inicia con su entronización el 11 de junio de 776, fecha a partir de la cual se dedicó a las actividades propias de su rango: celebrar aniversarios, guerrear y hacer prisioneros, derramar sangre (la propia y de sus cautivos) e inaugurar monumentos (estelas y edificios). Y del conjunto de las hazañas sobresalen epigráfica e iconográficamente dos.
Por una parte, consagró el edificio llamado Wac Naab Otot (Casa Seis Mar), el día 11 de noviembre de 791. Por otra, capturó a Ah Hok’ Chiwa G iii (Hocico Anudado G iii) el 2 de agosto de 792. Los dos actos se encuentran escritos y pintados en los murales polícromos de la Wac Naab Otot. De hecho, ésta da forma concreta de expresión a uno de los planes cimeros de Chaan Muan ii, a saber: narrar, en varias escenas, las celebraciones en torno a su décimoquinto aniversario como gobernante.
El relato inicia en el Cuarto 1, cuyo tema principal es la vestimenta de Chaan Muan II frente a la corte, con el objetivo de realizar una danza en Xibalbá (el inframundo) acompañado por parientes y nobles —algunos de ellos con disfraces de seres acuáticos— y celebrar así la consagración de la casa en el año 791 d.C. El Cuarto 2 plasma una guerra, que ocurrió un día 2 de agosto de 792 d. C., y que, pese a su violencia, tuvo como fin la obtención de prisioneros vivos para dedicarlos en la consagración mencionada; los dioses (en particular Venus vespertina) dieron su beneplácito. En el Cuarto 3 vemos una sola escena donde el gobernante y su familia son los actores principales: se trata de un festejo en que el derramamiento de sangre, la música, el baile y el diálogo son las acciones más importantes y el término de los hechos pintados en los cuartos previos.
Debo decir que no hay argumentos que sostengan la idea (ampliamente difundida) de que la Casa Seis Mar se hizo para festejar la presentación del joven príncipe, hijo de Chaan Muan ii, como futuro rey, ni que éste fuera el suceso fundamental. El extraordinario texto principal del Cuarto 1 carece de los glifos que señalan el nombramiento de los herederos al trono, y en su lugar enfatiza la dedicación del edificio. En las escenas, Chaan Muan II aparece acompañado por su familia: la madre, Ah Cul Patah (Escudo Cráneo), la esposa, Yax T’ul de Yaxchilán, así como los más nobles parientes tanto de Bonampak como de Lacanjá y Yaxchilán, en especial su cuñado, Pacal Bahlum ii (Escudo Jaguar).
Y a Och, el ah ts’ib, debemos la realización concreta, visible y tangible, de tales acontecimientos. Personaje singular, Och fue el historiador, el escritor, el pintor, acaso “el Maestro pintor” de la corte de Chaan Muan ii de Bonampak. De su ingenio brotó una de las más extraordinarias obras pictóricas del arte maya y del mundo.
Pero no todo es eterno. Como si se tratara del “canto del cisne”, la creación de la Wac Naab Otot y sus muros —pintados con ricas escenas— fue lo último que se hizo en Bonampak: no se conocen obras posteriores al 792 d.C. Suponemos que el hijo de Chaan Muan II accedió al trono, puesto que la arqueología indica el abandono paulatino de la ciudad a lo largo de la segunda mitad del siglo ix e inicios del x. Quizá durante esa época sucedió el capítulo final de la Casa Real de Bonampak. Lo que inició a principios del siglo v d.C. tuvo su conclusión medio milenio después. Poco a poco la selva recuperó el terreno que los humanos le arrancaron para fundar una ciudad, capital de un reino alguna vez poderoso.
Y hoy, en vísperas del siglo xxi, esa ciudad vuelve a develar sus secretos gracias a algunos personajes que se dedicaron a tallar las piedras y pintar los muros de la ciudad.
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Notas
1. Las palabras mayas suelen ser agudas. La letra c siempre suena k, la h como j suave, la x como sh, y el signo ‘ indica un salto en la pronunciación originado por cierre brusco de la glotis al exhalar el aire.
2. Algunas palabras que designan al “artista” son ah chuen, ah its’at, ah k’apul, ah men y ah ts’okan luk’antah. Cada una tiene diversas connotaciones. Cfr. Barrera, et al., 1980, passim.
3. A partir de aquí doy mis lecturas y traducciones —cuando esto es posible— de los nombres de los personajes de Bonampak. Para la traducción he utilizado los diccionarios maya (Barrera, et al., 1980) y ch’ol (Aulie y Aulie, 1978).
4. Se trata de un Glifo Emblema de Yaxchilán. Los Glifos Emblemas distinguen a una ciudad y su linaje reinante; se conocen más de treinta.
5. Siglos más tarde el edificio recibiría el triste apelativo de “Estructura 1” o “Templo de las Pinturas”.
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Referencias bibliográficas
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Alfonso Arellano Hernández
Coordinación de Humanidades,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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como citar este artículo → Arellano Hernández, Alfonso. (1999). Los caminos del conocimiento. Ciencias 54, abril-junio, 46-50. [En línea]
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