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Omar Vidal, Lloyd T. Findley y Pedro Prieto | ||||||||
La vaquita es une especie mexicana en peligro de extinción. Al Leer esta primera frase, las preguntas que la inmensa mayoría de los lectores podrían hacer serían: ¿La vaquita? ¿Cuál vaquita? ¿En peligro? ¿Y qué con eso? Otros dirían: “Si, es triste que mueran las vacas pequeñas, pero, ¿por qué tanto escándalo si cada día nacen miles y miles de vaquitas en los ranchos y granjas de nuestro país?” Sin embargo, algo que muchos de los lectores desconocen y de hecho, esto constituye uno de los obstáculos más importantes para proteger esta especie, es que las “vaquitas” que nos atañen no se pueden reproducir en granjas. También conocida como la marsopa del Golfo de California, la vaquita de mar, Phocoena sinus, es el más pequeño de los cetáceos; es decir, la vaquita es el miembro de menor tamaño del grupo de animales constituido por las ballenas, los delfines y las marsopas. De hecho, la vaquita parece un pequeño y delicado delfín pero con un hocico muy corto y un cuerpo más robusto. La vaquita no sólo es única por su tamaño, también lo es por su localización y distribución ya que sólo se le encuentra en la parte más alta del Golfo de California o Mar de Cortés. La vaquita es el único cetáceo exclusivamente mexicano. El 20 de febrero de 1958 esta especie fue “descubierta” por la ciencia, gracias al trabajo del biólogo marino estadounidense Kenneth Norris, de la Universidad de California en Santa Cruz, y de su colega William McFarland. En la actualidad, a sólo 31 años de este descubrimiento, el futuro de la vaquita es incierto y parece difícil prevenir su extinción. Hemos elaborado este escrito para conmemorar el descubrimiento de la vaquita y hacer partícipe al público lector de la situación actual de este hermoso animal. Phocoena sinus es una especie particularmente vulnerable a morir accidentalmente durante operaciones de pesca comercial, especialmente con redes agalleras. Estas redes operan atrapando a los peces e incidentalmente otros animales en los espacios que dejan libres los filamentos o cuerdas de que están compuestas. Históricamente la vaquita ha sido capturada de manera accidental durante la pesquería de la totoba, Totoba macdonaldi, un pez que sólo se encuentra en el Golfo de California y que también está en peligro de extinción. Aunque falta información exacta sobre la magnitud de las capturas de vaquitas, Robert L. Brownell Jr. (Jefe de la Sección de Mamíferos del Fish and Wild Service de los EU), quien estudia esta marsopa desde hace más de 20 años, estimó que centenares de ellas han muero por esta causa. El uso de redes agalleras en el norte del Golfo de California se inició a mediados de la década de los 30, durante la pesquería de la totoba, y es muy probable que esta pesquería, antes de que fuera oficialmente “cerrada” en 1975, haya reducido considerablemente la población de la vaquita. Sin embargo, debido a la falta de vigilancia adecuada, la veda no fue totalmente respetada, y aún hoy es fácil encontrar totobas en los mercados regionales de varios puertos en el Golfo de California. Además, la vaquita también es capturada accidentalmente y muere en las redes que se utilizan en la pesca de tiburón y en las redes de arrastre de los barcos camaroneros. Se sabe muy poco sobre la biología y ecología de la vaquita. Debido a su limitado rango de distribución, al tamaño reducir de la población y a la susceptibilidad de morir en las pesquerías mencionadas, esta marsopa fue considerada en peligro de extinción por el zoólogo mexicano Bernardo Villa (del Instituto de Biología de la UNAM) en 1978, por la Convención Internacional sobre Comercialización de Especies en Peligro (CITES) en 1979 y por el National Marine Fisheries Service (del Departamento de Comercio de los EU) en 1985, y hasta el momento no se ha tomado ninguna medida para su protección. No existen estimaciones confiables sobre cuántas vaquitas quedan, pero Jay Barlow (del National Marine Fisheries Service), experto en la estimación de la abundancia de mamíferos marinos, basado en las pocas veces que se ha visto viva esta marsopa, estimó que pueden quedar menos de 100. Esta cifra es bastante reducida si se compara con las estimadas para otras especies en peligro de extinción, por ejemplo, los pandas y los gorilas, de los cuales no quedan más de 2000 individuos. La vaquita sigue siendo capturada accidentalmente durante actividades pesqueras en San Felipe, Baja California Norte y en el Golfo de Santa Clara y Puerto Peñasco, Sonora. La pesa ilegal de la totoba continúa y existen presiones de varias cooperativas pesqueras del norte del Golfo de California para que la “veda” oficial sea suspendida. Aparentemente debido a la sobreexplotación local, los pescadores que anteriormente capturaban tiburones y mantarrayas en otras regiones del Golfo de California (por ejemplo, Bahía de Kino y Guaymas, Sonora), han tenido que desplazarse hasta el norte del Golfo para continuar pescándolos. Todo esto hace que la presión sobre la vaquita sea cada vez mayor. Una manera de promover la recuperación de la vaquita es reduciendo el nivel de la mortalidad accidental causada por actividades humanas. Para ello es importante que las autoridades competentes tengan conocimiento de la crítica situación de este mamífero marino y que con base en este conocimiento tomen las medidas necesarias para su protección. Pensamos que se deben efectuar estudios para conocer el tamaño y la magnitud de la mortalidad accidental. Es importante que la veda de la totoba continúe y que la vigilancia de esta veda se incremente. Podría educarse a los pescadores en la trascendencia de sus actividades y, tal vez, de requerirse, capacitarlos en métodos alternativos de para ganar su sustento. En este sentido se pueden modificar las artes y los métodos de pesca o reorientar la actividad pesquera hacia la acuacultura. Sin embargo, es urgente que se inicien trabajos para evaluar la situación de la vaquita, ya que de lo contrario es muy probable que ésta se extinga en los próximos años.
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Omar Vidal, Lloyd T. Findley y Pedro Prieto Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Guaymas, Sonora. como citar este artículo → |