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Teotihuacán II |
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Enrique González V. | ||||||||||
Corría el año 2095 y todo estaba listo para la celebración del primer centenario de la fundación de la ciudad científica dc Teotihuacán II. Las condiciones ambientales de lo que fue el Distrito Federal en la década de 1980-1990 forzaron a las autoridades a crear ciudades pequeñas que, a mediano plazo, pudieran ser autosuficientes. Sin embargo, lograr esto sin la ayuda de los científicos era imposible; fue por eso que se propuso a la comunidad científica el diseño y asesoramiento en la construcción de la primera ciudad científica, habitada fundamentalmente por investigadores y sus familias, cuya misión principal sería desarrollar un prototipo de ciudad pequeña que fuera autosuficiente. En este marco mi abuelo fue invitado a formar parte del proyecto Teotihuacán II. En un principio la ciudad era totalmente dependiente y contaba con treinta mil habitantes, cinco mil de ellos, investigadores muy reconocidos. Aunque la importancia del proyecto era fundamental, las críticas sobre que constituía una política gubernamental más y de que resultaría muy caro mantener una ciudad totalmente dependiente, con el fin de desarrollar ciudades autosuficientes, no se hicieron esperar. Sin embargo, la comunidad científica apoyó incondicionalmente el proyecto; así que en el año de 1988, y debido al eminente deterioro de la zona arqueológica de Teotihuacán, se decidió que el día 15 de julio de 1995 se declarada inaugurada la ciudad científica Teotihuacán II. El trabajo que se llevo a cabo para lograr el objetivo de autosuficiencia fue arduo y hasta el año 2007 se lograron conquistar metas tales como la eficiente utilización de la energía solar, la cual en ese entonces llegó a ser del 85%, superando en mucho la eficiencia de celdas fotovoltaicas a base de arseniuros de galio, germanio y silicio, que llegaron a tener eficiencias hasta del 40%, al cambio del siglo. La introducción de arseniuros de tierras raras, conductores de cadena lineal de plata, oro, cobre y polímeros superconductores, así como la elucidación del proceso fotosintético y su reproducción a base de enzimas artificiales y captadores de luz hechos de compuestos de intercalación basados en clorofila y muertas orgánicas, como TCNQ y TTF, hizo que la eficiencia se duplican en pocos años. El cielo de Teotihuacán II era una especie de caprichoso tapiz donde las celdas solares, recambiadores de gases, concentradores de vapor de agua y muchos otros dispositivos, alternaban con el azul de cielo, que podía pasar a través de zonas claras del material polímero que encapsulaba toda la ciudad. En el año 2050 los habitantes de Teotihuacán ya no recordaban lo que existía fuera de la gran cápsula como algunos muchachos solían llamarle. Los grandes desastres debidos a la contaminación ambiental a finares del siglo XX, eran sólo historia y se enseñaban en las escuelas como cualquier otro hecho destructivo, del cual el hombre del siglo XX se había ocupado. Sin embargo, si uno no se conformaba con la explicación que la computadora-enciclopedia daba al respecto, se podía hacer un videorrecorrido holográfico de las ciudades que uno quisiera, a través de la láser-biblioteca de la ciudad. La ONU con el fin de dejar testimonio del acervo cultural del mundo, dedicó un gran número de especialistas a la producción de videorrecorridos holográficos de sitios históricos, museos famosos, bellezas naturales e inclusive ciudades altamente contaminadas. No es de extrañarse que la visita semanal a la láser-biblioteca fuera uno de los principales pasatiempos de los teotihuacanos. Uno podría preguntarse cuándo desapareció la contaminación de nuestras ciudades, lo cierto es que no fue un problema fácil de resolver. Desde el principio el transporte se llevaba a cabo usando cintas electromecánicas y nunca se permitió la entrada de automóviles. En 1998, se instalaron plantas recicladoras de metales, plásticos y materiales biodegradables; sin embargo estas plantas también producían desechos tóxicos, que inicialmente eran expulsados de la gran cápsula, hasta que poco a poco, los científicos fueron diseñando procesos, cada vez más eficientes, para combatir y eliminar la contaminación. Los buenos resultados obtenidos en los primeros veinte años, inspiraron la construcción de otras maravillosas ciudades como Bonampak II, Palenque II, Mitla II y III, Tajín II, Tula II y muchas otras. El contraste de la sofisticada tecnología y las bellezas arqueológicas de estas ciudades, permitía una vida llena de oportunidades y enriquecimiento cultural para sus habitantes, así como un desarrollo sorprendente, basado en la alta actividad científica de los mismos. Por esto es que la celebración del primer centenario de la fundación de Teotihuacán II era un motivo de orgullo para todos los teotihuacanos; sin embargo la ceremonia fue interrumpida, por el sonido de mi despertador que me indicaba que había que prepararme para un nuevo día en la universidad, con todo el tráfico, problemas administrativos y carencia de recursos; aunque afortunadamente con algunos estudiantes ansiosos de aprender y contribuir al desarrollo del país. |
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Enrique González V. Departamento de Química, Instituto de Ciencias, Universidad Autónoma de Puebla.
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