del tintero I | ![]() |
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Efraín Huerta | ||||||||||||||
Canción de la doncella del alba
Para Thelma Se mete piel adentro como paloma ciega, como ciega paloma cielo adentro. Mar adentro en la sangre,
adentro de la piel. Perfumada marea, veneno y sangre. Aguja de cristal en la boca salada. Marea de piel y sangre, marea de sal. Vaso de amarga miel:
sueño dorado, sueño adentro de la cegada piel. Entra a paso despacio, dormida danza; entra debajo un ala, danza despacio. Domina mi silencio
la voz del alba. Domíname, doncella, con tu silencio. Tómame de la mano,
llévame adentro de tu callada espuma, ola en la mano. Silencio adentro sueño
con lentas pieles, con labios tan heridos como mi sueño. Voy vengo en la ola,
coral y ola, canto canción de arena sobre la ola. Oh doncella de paz, estatua de mi piel, llévame de la mano hacia tu paz. Búscame piel adentro
anidado en tu axila, búscame allí, amor adentro. Pues entras, fiel paloma, pisando plumas como desnuda nube, nube o paloma. Debo estar vivo, amor,
para saberte toda, para beberte toda en un vaso de amor. Alerta estoy, doncella del alba; alerta al sonoro cristal de tu origen, doncella. Absoluto amor
(fragmento) III Luz de luna de bahía luz que bebía tu boca con las ansias de los aires y la inquietud de las olas luz que bebía tu boca
con la figura ligera y la suavidad de cielo en que mis peces nadaban con las ansias de los aires y el miedo verde a la muerte con sus doradas aletas y sus gracias marineras y la inquietud de las olas resbalando en tu figura como luz de luna abierta deshecha en tus ojos frescos. El puerto Escuchadme sin fuerza por minutos y siglos de problemas insolubles, en el agua del mar, tan bruscamente que mi voz sea la negra realidad del rompeolas digno, de las quillas entumecidas y los faros ciegos. Escuchadem pasar bajo los barcos, vivir la fiebre roja del silencio, la sequedad salina de los muelles. Escuchadme, pescadores: mi locura es un hueso roído por sirenas. Mineros, oíd: mi desventura, izada con el ancla y las cadenas, llevada al pleno mar, nunca sería tan infinita y dura como quiero. Dejadme aquí sin mar. Sólo mi niebla,
camarada y hermana, me sostiene. Intenciones me sobran. Y no muero
por obtener descanso y plenitud, por aprender lecciones de otoño, por saber lo podrido del planeta. La fecha del canto Cuando ya los sueños maduren y los ojos sean como las hojas mojada y las espinas gotas de llovizna en el aire cuando los tiempos nos vuelvan de piedra las manos cuando los témpanos resuelvan ser hiedra en la borda de los trasatlánticos polares las naturalezas muertas justifiquen su estancia en los museos o resuciten en el filo del trópico en el día que manzanas de plata rematen ajugas de angustia cuando en las playas vendan las sirenas pajaritas de espuma cuando las redes pescadoras se fabriquen con cuerdas de violín y cabelleras de luna cuando la voz sea vida en el espectro entonces la fecha del canto. |
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José Revueltas (1914-1982)
Escritor
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