bibliofilia | ||||||||||
Reseña de libros |
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La mayoría de las revistas de investigación, enseñanza 1. Tesis central. Todo libro académico —o al menos así lo deseamos— debe tener una razón específica de existir. Cuando escribimos algo pretendemos dar a conocer algo nuevo. Debemos preguntarnos: ¿cuál es la tesis central del libro? ¿Qué tan convincente es ésta? ¿Existen otras subtesis? (van der Waerden, en una de sus reseñas, discute cuáles son sus razones para estar en desacuerdo con el autor en algunos detalles de su interpretación, pero desafortunadamente no analiza la tesis central del libro. Consúltese: Wilbur Knorr, The evolution of the Euclidean Elements, Boston, Dodrecht, 1975. Reseñada en Historia Mathematica 3 (1976), pp. 497-499). 2. Alcance. ¿Qué es lo que cubre el libro? Tal vez pensamos que el autor debió haber extendido el contenido del libro para analizar su tesis en un contexto aún más general o, por el contrario, reducirlo a un marco de estudio más específico. Quizá la ejemplificación de su tesis en otras ramas de la disciplina lo podría haber ayudado a ser más convincente. ¿Qué más se puede haber analizado? ¿Por qué? (G. H. Moore correctamente critica la obra de Jean van Heijenoort en lo relativo a su alcance. Moore considera que si tomamos en cuenta los argumentos que establece van Heijenoort para seleccionar los textos que deben ser incorporados en su texto, entonces también debió haber tomado en cuenta algunas otras obras. Jean van Heijenoort, From Frege to Godel: A Source Book in Mathematical Logic, 1879-1931, Camb., Mass, Harvard University Press, Reseñada en Historia Mathematica 4, (1977) pp. 468-471).
5. Estilo. Generalmente un autor busca ser entendido y por lo tanto intenta expresarse de una manera comprensible y sencilla, aunque no siempre sea posible. Algunos autores, por el contrario, pueden incluso llegar al extremo de tratar de esconder su ignorancia en un lenguaje técnico y complicado. ¿Qué tan fácil fue leer el libro? ¿Son claras sus ideas? ¿Busca el autor las palabras más sencillas para explicar ideas complejas? (En este caso, consúltese la reseña que publicara May sobre uno de los artículos del Dr. Ivor Grattan-Guinness, Ivor Grattan-Guinness. An unpublished paper by George Cantor: Principien einer Theorie der Ordungstypen, Ernst Mitteilung, Acta Mathematica 124, (1970), pp. 65-107. Reseñada en Mathematical Reviews, 41, (1970) pp. 948-949). 6. Fuentes. Una simple revisión a la bibliografía —si es que el ensayo presenta alguna y fue consultada por el autor— nos puede indicar objetivamente si se utilizaron libros y artículos de reciente publicación, correspondencia personal, diarios, material no publicado. Asimismo nos puede indicar si el libro fue escrito en base a otras fuentes secundarias, lo que podría sugerir —aunque no necesariamente— que este nuevo trabajo es un “refrito” de otros. También las ausencias de ciertas fuentes bibliográficas nos puede indicar qué tan bien —o mal— se rastreó la literatura existente. (Consúltese: Philip E. Johnson, A History of Set Theory, Boston, Prindle, Weber & Schmidt, 1972, y la reseña fuerte y negativa de Robert McGuigan, Historia Mathematica 1 (1974), pp. 106-108, y también: Bryan Morgan, Men and discoveries in Mathematics, Londres, John Murray, Reseñado por Gregory H. Moore en Historia Mathematica 2, (1975), pp., 358-359). 7. Documentación. En repetidas ocasiones —algunas veces más de lo necesario se respalda uno en la opinión de alguien más para darle fuerza a los argumentos. También es frecuente expresar ideas controversiales o señalar datos poco usuales o difíciles de localizar. En cada una de estas situaciones —y en muchas otras más— se deben indicar las fuentes de dicha información, es decir, presentar los registros que amparan el origen de dichas ideas. Es obligación del autor señalar de la manera más precisa dicha documentación y además buscar la forma de presentar las fuentes que sean más accesibles al lector. Es hasta cierto punto deshonesto ampararse en documentación a la cual el lector no tiene acceso alguno, si es que ésta puede hacerse pública. ¿Qué tan precisa es su documentación? ¿Nos oculta información? (Consúltese, por ejemplo: Nicholas Griffin, A choice set of letters, Russell: the journal of the Bertrand Russell Archives, Nos. 37-40 (1980-1981), pp. 65-86, e Ivor Grattan-Guinness, The Review of Dear Russell-Dear Jourdain, Ibid, New Series, Vol. I, No. 1, (Summer 1981), pp. 68-70). 8. Conclusiones. Cuando un investigador se plantea una pregunta que desea solucionar, ésta no debe ser tan sencilla que tenga una respuesta trivial que no necesite discusión (e. g., ¿cuál es la fecha de nacimiento de Albert Einstein?); o, por el contrario, que sea tan compleja —a pesar de que su formulación sea muy breve— que requiera de un número extraordinario de volúmenes y haga dudosa su completa realización (e. g., ¿cuál ha sido la influencia de Isaac Newton en la historia y desarrollo de las ciencias?). Necesitamos tener una tesis clara y precisa (Regla 1) y también se debe discutir un número concreto de conclusiones que nos permitan tener una visión de conjunto del tema discutido y de las implicaciones o consecuencias que éste pueda tener. En algunas ocasiones, el grado de especialización del escrito no permite obtener inmediatamente resultados que puedan ser aplicados a otras esferas del conocimiento, pero sí debe presentar algunas dentro de su propio marco teórico. ¿Qué conclusiones podemos obtener de dicho estudio? y ¿qué tan aceptables y útiles son? (La extensa biografía sobre Bertrand Russell que publicara Ronald C. Clark carece de un capítulo o sección que nos permita obtener una visión global de la metamorfosis —tanto social como intelectual— de Russell, R. C. Clark, The life of Bertrand Russell, Londres, Butler & Tanner LTD, 1975. Véase también: Katherine Tait, A daughter’s eye view, Russell, Nos., 21-22, (primavera-verano, 1976, pp., 51-56). 9. Valor general. Tomando en cuenta lo positivo o negativo en relación a los ocho puntos anteriores, nosotros podemos juzgar qué tan valioso puede ser el libro. ¿Es útil para el especialista o para el estudiante que se inicia? ¿Vale la pena adquirirlo o únicamente consultarlo en la biblioteca? ¿Es caro el libro? (Por ejemplo, un caso de una mala reseña que no cualifica en sus méritos generales el valor de un libro, es la escrita por Colin C. Graham y publicada en la revista Philosophy of Science (48 (1980) pp. 159-160). El trabajo criticado (Joseph Dauben, Georg Cantor: History, Mathematics and Philosophy of the Infinite, Camb., Mass., Harvard University Press, 1979) presenta algunos errores de comprensión. Pero, en general, es un excelente libro que no será superado en mucho tiempo. Otras reseñas, más justas en su apreciación general, también fueron publicadas, Thomas Hawkins, Historia Mathematica 8, (1981), pp. 368-375). Como se señaló anteriormente, ésta no es una lista exhaustiva de las reglas o puntos que debemos tomar en cuenta al reseñar un libro. Así como no debemos tratar de leer de la misma manera libros que tratan distintas disciplinas, tampoco debemos tratar de reseñar cualquier libro siguiendo los mismos lineamientos. Pero, repetimos: los que se han enunciado con anterioridad nos pueden ser de gran utilidad para analizar algún libro que presente una tesis histórica. |
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