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Otra manera de comprender la fisiología reproductiva |
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Joel Hernández Cerón | ||||||||||||||
Llegaban de todas partes, salían por miles de la boca
de los tubos como si los trajeran arreando. Venían revueltos: bien formados y robustos, simétricos, sin problemas del desarrollo, pero también aparecían algunos con malformaciones. Todos teníamos el mismo origen, habíamos sido creados por las mismas células en el tubo seminífero y experimentamos la misma metamorfosis en las células de Sertoli. Estábamos formados esencialmente por una cabeza y una cola o flagelo. Veníamos suspendidos en un medio acuoso que apenas nos permitía movernos, si uno se movía empujaba a su compañero. En la red testicular, así se llamaba esta red de tubos con más luz que los seminíferos, nos concentrábamos en grandes grupos, nos movíamos como una gran masa; poco a poco íbamos llegando a otros tubos de mayor luz; para entonces ya éramos millones. Sin saber cómo ni por qué, seguíamos avanzando. El conjunto de conductos se convirtió en uno solo, de mayor luz, muy largo, el cual se enrollaba sobre sí mismo y formaba una estructura grande y abultada. En este sitio permanecimos varios días, avanzábamos lentamente, terminamos nuestra maduración y recibimos nuestra instrucción básica. Las recomendaciones y consejos no cesaban, no había descanso; sin interrupción, los instructores nos repetían lo mismo, pero nunca nos mencionaron cuál era nuestra misión. Varios de nosotros los cuestionamos y siempre daban respuestas ambiguas: “no lo sabemos todavía, pero en cuanto nos lo informen se los diremos”. Nos repetían que el día de nuestra partida llegaríamos a un lugar hostil y que el costo en vidas sería muy alto, pero que el fin valía el sacrificio. Nos decían: “no pierdan el sentido de orientación, manténganse en movimiento, aprovechen las corrientes ascendentes, eviten las corrientes descendentes, no traten de ayudar a sus compañeros, cuídense de los polimorfonucleares, los que logren llegar a la unión úterotubárica esperen la señal para avanzar y el que penetre primero el objetivo debe activar el mecanismo para evitar que otros penetren”. No obstante que la mayor parte las recomendaciones eran incomprensibles, ya que nos estaban describiendo un medio inimaginable, yo puse atención a las instrucciones por un sentido elemental de superviviencia.
Llegó el día. Previo a nuestra partida ya estábamos en la última porción de este larguísimo tubo. Unas contracciones fuertes nos expulsaron al conducto deferente; no sé cuántos éramos, pero a bulto les puedo decir que éramos muchos millones. Lo primero que sentimos fue un cambio de temperatura, ya que estábamos acostumbrados a temperaturas más frescas. Todo fue muy rápido, conforme recorríamos este conducto se nos iban agregando diferentes sustancias que nos permitían estar en suspensión y en un medio agradable. De manera súbita y violenta fuimos expulsados, llegamos a un órgano tubular de luz amplia, con una mucosa tibia y húmeda. Las primeras horas fueron de caos total, ya que no teníamos instructores, éramos una tropa sin mando. En poco tiempo, más de la mitad de nosotros ya había sido arrastrada por las corrientes descendentes. Otros ya habían sido fagocitados por los polimorfonucleares. Los primeros en caer y ser eliminados fueron los espermatozoides con anormalidades del desarrollo, es decir, los tullidos, con doble cabeza, cola enrollada, los que tenían movimientos anormales. Durante la matanza todos olvidamos las instrucciones elementales. Unos creían avanzar, pero iban en sentido contrario, otros entraron en pánico y en pocos minutos ya estaban en el oviducto o ya andaban buscando el objetivo entre los intestinos.
Yo tuve suerte, vi avanzar a un grupo numeroso de manera lineal y decidida, como si supieran el camino correcto, y a ellos seguí. Me mantuve en el grupo, llegamos al cérvix. Nadie, durante la instrucción, nos habló de esta estructura y de lo importante que era llegar a ella.
No obstante las bajas no cesaban, éste era un lugar que nos permitió reorganizarnos y pensar. A un alto costo, ya habíamos aprendido qué eran las corrientes ascendentes y descendentes, ya conocíamos de cerca a los polimorfonucleares y sabíamos que para sobrevivir teníamos que estar en movimiento. Recordamos y discutimos que el siguiente paso era llegar a la unión úterotubárica. Con la experiencia acumulada seguimos avanzando, pero permítanme reiterarles que aunque ya éramos veteranos, las bajas eran constantes y elevadas. Aprovechábamos una corriente ascendente para avanzar unos centímetros; esperábamos que pasara la onda descendente y otra vez avanzábamos. Los que se distraían, no sobrevivían.
Entramos a la famosa unión úterotubárica; menos de 5% de los espermatozoides llegamos a este sitio. Ya no se veían espermatozoides anormales. Todos ya habíamos pasado por un proceso de selección natural. Éramos simétricos, robustos y vigorosos. Este sitio nos sirvió para descansar y recuperar energías. Pero a menudo surgía la pregunta de qué hacíamos ahí, cuál era el objetivo del que nos habían hablado durante la instrucción. También nos preguntábamos si ese objetivo valía la muerte de cerca de 5 000 millones de espermatozoides.
En la unión uterotubárica, y con estas reflexiones, estuvimos alrededor de ocho horas. Esperamos con paciencia, recordábamos lo que se nos dijo en la instrucción “tienen que esperar la señal para avanzar”. Ésta llegó, no vimos nada, pero lo sentimos. Comenzamos a movernos frenéticamente. Ya no había desorientación, todos sabíamos que debíamos movernos en dirección ascendente. Ya no éramos una masa; la decisión y firmeza de nuestro movimiento creaba un ambiente victorioso. Pasamos por una porción estrecha del oviducto y llegamos a una sección con luz amplia. Aquí nos encontramos con el objetivo: era una célula gigante, arrogante, rodeada por células pequeñas y tenía una cubierta uniforme y refringente; por su brillo daba la impresión de un campo de energía impenetrable. No sabíamos por qué, pero estábamos seguros que aparte éste era nuestro objetivo. Debo reconocer que, como muchos de nosotros, dudé qué hacer, pero un grupo de espermatozoides no se detuvo a pensar nada, rodearon la célula y comenzaron a abrirse paso. Uno de ellos hizo contacto con la porción refringente y pudo penetrar perdiendo la cola durante la maniobra. No sé que haría adentro de la célula pero ninguno de los que después intentaron penetrar lo logró. Ahora recuerdo que una recomendación de los instructores era que el primero que penetrara tenía que “activar el mecanismo para evitar que otros penetren”; al parecer el compañero que entró activó dicho mecanismo eficazmente.
Después que nuestro compañero penetró, llegamos todos a un estado de paz y relajación, como si ya hubiera terminado nuestra misión en la vida y que lo que seguía era esperar el final. Así ocurrió, porque en las siguientes horas comenzamos a morir. Pero nuestra muerte no tenía el dramatismo que tuvieron las primeras horas de esta aventura. En todos nosotros se notaba una expresión de paz y orgullo. Todos íbamos muriendo con dignidad y algunos tuvimos tiempo de narrar nuestra experiencia.
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Joel Hernández Cerón Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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imago |
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Comida, salud y cultura: una relación indisocialble |
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César Carrillo Trueba | ||||||||||||||
¿Qué come la gente en el mundo? Es la pregunta
que se hizo el fotógrafo Peter Menzel y, para responderla, cámara en mano se lanzó a recorrer varios países. Nada fácil, pues la diversidad y los matices son infinitos; no obstante, la manera como lo resolvió es muy lograda. Seleccionando en treinta países familias un tanto “promedio”, les pidió que posaran en algún lugar de su hogar extendiendo los alimentos que consumen a la semana. Basta con mirar las fotos para darse cuenta de una enormidad de detalles de la vida de cada una de ellas. Tenemos en esta página a la familia Mendoza, de Todos Santos, Guatemala, que se nutre principalmente de alimentos frescos, sobre todo verduras, además de arroz, frijol y algo carne, así como unos cuantos productos procesados.
Debajo, los Brown, de River View, Australia, al parecer de origen nativo, que dejaron los alimentos tradicionales y ahora comen grandes cantidades de carne y embutidos, muchos alimentos procesados y bebidas gaseosas, y escasas verduras y frutas.
En la otra página, la familia Casal, de Cuernavaca, México, consumidora de funestas cantidades de Coca Cola, pan blanco, tortillas de máquina, diversos productos procesados, pollo, jaibas y una dosis de verduras y frutas no tan baja todavía.
Finalmente, la familia Le Moine de Montreuil, Francia, cuya dieta está constituida por un poco de muchas cosas: verduras, frutas, carne, pescado, nueces, quesos, productos procesados, platos exóticos —es decir, comida tradicional de diversas partes del mundo, accesibles en la región parisina—, vino, cidra, etcétera y cero refrescos.
Se podría hacer una larga disertación sobre el tema, mas ésta es una sección que privilegia la imagen. Lo que resulta claro, y vale la pena ver otras fotos de la serie (www.menzelphoto.com/books/), es que todas las culturas han generado una cocina propia, una manera de alimentarse que aprovecha los recursos disponibles y los combina de tal forma que resulten más nutritivos. Y esto no es privativo de lo rural, como se aprecia en la foto de Guatemala, puede serlo también en las ciudades de los países más industrializados, como el caso de Japón, en donde la preservación de la cultura alimentaria ha llevado a mecanismo de control de calidad de todos los alimentos que se consumen, lo cual ha derivado en leyes que impiden la venta de arroz transgénico, por ejemplo; o el de Francia, en donde hubo campañas escolares que llevaban incluso cocineros, chefs, para que los niños y jóvenes aprendieran a apreciar la tradición gastronómica y atajar así el impacto de la comida rápida que en algún momento se volvió preocupante.
México, al igual que la Australia de los pueblos nativos, sufre de una pérdida de cultura y una falta de acción gubernamental, al punto que ni siquiera ha podido instalar los bebederos de agua en todas las escuelas públicas como lo había prometido. Las fotos de Peter Menzel son una clara ilustración de los procesos que están afectando la salud de buena parte de la población en el mundo, y nos dan una idea del preocupante lugar en donde se ubica en este proceso la alimentación en nuestro país.
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César Carrillo Trueba Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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del hebario |
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Plantas medicinales en la salud sexual |
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Daniel Juárez Mendoza |
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La Organización Mundial de la Salud define la salud
sexual como “la integración de los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser humano, en formas que sean enriquecedoras y realcen la personalidad, la comunicación y el amor”, y a la medicina tradicional como “el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias autóctonas de las diferentes culturas, sean o no explicables, usados para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de las enfermedades físicas y mentales”. En el contexto de la salud sexual y reproductiva las plantas medicinales son aquellas a partir de las cuales se elaboran sustancias que ejercen un efecto farmacológico y representan una opción atractiva y real para el tratamiento de algunos problemas relacionados con la disfunción sexual, en especial las conocidas como afrodisiacas. La disfunción sexual se caracteriza por la aparición de dificultades durante cualquiera de las fases de la respuesta sexual humana: deseo, excitación y orgasmo, impidiendo la realización normal del acto sexual de modo satisfactorio. Las causas de la disfunción sexual, cuya principal manifestación en los varones es la disfunción eréctil, son complejas: pueden involucrar factores físicos (enfermedades, uso de medicamentos, dolor), psicológicos (estrés, depresión, ansiedad, preocupaciones), vinculares (malas relaciones, discusiones, fase de cortejo pobre, falta de comunicación, infidelidades) y sociales.
En el caso de los hombres por ejemplo, durante la etapa de excitación, la óxido nítrico sintetasa se activa y favorece la liberación de óxido nítrico a partir de las células que forman las paredes de los vasos sanguíneos del pene y los cuerpos cavernosos, induciendo una pérdida del tono contráctil del músculo liso del pene y el aumento del flujo sanguíneo en los cuerpos cavernosos dando lugar a la erección.
Otro mecanismo se da mediante una vía llamada adenosín monofosfato cíclico, que favorece el incremento del flujo sanguíneo en la zona genital, lo que conlleva a la erección del pene.
Plantas medicinales
Algunas plantas han sido utilizadas como afrodisíacas y es posible que puedan mejorar el desempeño sexual de hombres y mujeres, así como la calidad de los espermatozoides y ser usados principalmente en el tratamiento de la disfunción sexual masculina.
Ajo (Allium sativum).
Parte utilizada: bulbo.
Usos: prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares porque reduce la presión arterial y el nivel de colesterol y disminuye la agregación plaquetaria.
Modo de empleo: los preparados más utilizados son el ajo crudo, el aceite de ajo, el ajo en polvo y el extracto acuoso.
Efecto fisiológico: se ha observado aumento en la cantidad de espermatozoides después de complementar la alimentación en ratones con 100 mg/kg de extracto acuoso durante más de tres meses.
Ginseng (Panax ginseng).
Parte utilizada: raíz.
Usos: mejora la atención y la concentración, aumenta el estado de alerta, resistencia al trabajo y mejora la salud durante la vejez; también se utiliza para el tratamiento de la impotencia sexual.
Modo de empleo: se consume fresco en rodajas, en jugo, como tintura, extracto fluido, infusiones o en polvo.
Efecto fisiológico: la administración oral de extracto de raíz aumenta la libido y el rendimiento sexual en humanos gracias al efecto de sus componentes sobre los tejidos del sistema nervioso central y de los testículos. Facilita la erección del pene al inducir directamente la vasodilatación y la relajación mediante la liberación de óxido nítrico. También se ha encontrado en hombres que sufren disfunción eréctil que un tratamiento con tres dosis diarias de 900 mg de raíz de ginseng durante ocho semanas mejora el rendimiento sexual, comparado con individuos que tomaron un placebo.
Damiana (Turnera diffusa).
Parte utilizada: hoja.
Usos: debilidad muscular y falta de deseo sexual.
Modo de empleo: infusión (24 g de hoja seca en 150 ml de agua), 24 ml de extracto fluido, 1 ml de tintura tres veces al día o 34 g de polvo de hoja en tabletas o cápsulas.
Efecto fisiológico: se presume que el efecto afrodisíaco se debe a su contenido de cafeína, hidroquinona y gluconato de sodio.
Cacao (Theobroma cacao).
Parte utilizada: fruto.
Usos: aumenta la absorción de glucosa en el músculo, ofrece protección neuronal, potencia el estado de ánimo positivo; es además estimulante, relajante, euforizante, tónico, antidepresivo y afrodisíaco.
Modo de empleo: barras de chocolate, bebidas y helados.
Efecto fisiológico: su potencial afrodisíaco está enfocado en los efectos que puede tener en los procesos fisiológicos durante la excitación y orgasmo debido a que su consumo facilita la liberación de serotonina que conlleva a mejorar el estado de ánimo.
Dátil (Phoenix dactylifera).
Parte utilizada: fruto.
Usos: tradicionalmente se utiliza en el tratamiento de trastornos de la memoria, fiebre, pérdida del conocimiento y alteraciones nerviosas. Es anticancerígena, hepatoprotectora, antioxidante, antinflamatoria y afrodisiaca.
Modo de empleo: fruto seco.
Efecto fisiológico: en ratas, la administración oral del fruto a una dosis de 120 y 240 mg/kg aumenta la cantidad y movilidad de los espermatozoides.
Guaraná (Paullinia cupana).
Parte utilizada: semilla.
Usos: energético natural y diurético. Durante la época colonial fue ampliamente utilizada como tónico, fortificante y en el tratamiento de la migraña, la diarrea y la disentería. El extracto de las semillas se ha utilizado como estimulante y afrodisíaco.
Modo de empleo: como bebida, en polvo o jarabe.
Efecto fisiológico: se cree que su efecto está dirigido a la estimulación del sistema nervioso central. Se ha encontrado que enriquecer un medio de cultivo con extracto de semilla de guaraná mejora la criopreservación de espermatozoides.
Albahaca (Ocimum basilicum).
Parte utilizada: hoja.
Usos: se utiliza para tratar afecciones gastrointestinales, como tónico, expectorante, diurético, laxante, analgésico, antibacteriano, antidiarreico, sedante y afrodisíaco.
Modo de empleo: infusión, aceite esencial y tintura.
Efecto fisiológico: un estudio en ratas macho determinó que la concentración de espermatozoides, el porcentaje de viabilidad y la movilidad de espermatozoides y la concentración de testosterona sérica aumentaron significativamente al recibir 1.5 g/kg del extracto de planta durante cuarenta días.
Maca (Lepidium meyenii).
Parte utilizada: raíz.
Usos: afrodisíaco, el consumo de la planta potencia la líbido, el rendimiento sexual, disminuye el riesgo de padecer disfunción eréctil e incrementa el volumen del semen.
Modo de empleo: infusión y en polvo.
Efecto fisiológico: la administración oral diaria de 2 ml de extracto acuoso de raíz de maca en ratas promueve el incremento de la movilidad de los espermatozoides; sus propiedades antioxidantes pueden ser responsables de su efecto. Se encontró aumento significativo de la movilidad de los espermatozoides en un grupo de hombres con valores espermáticos por debajo del rango normal tras la administración de 450 mg dos veces al día durante treinta días de un extracto seco de maca.
Frijol de terciopelo (Mucuna pruriens).
Parte utilizada: semilla.
Usos: tratamiento para la impotencia sexual, infertilidad masculina y como afrodisíaco.
Modo de empleo: semilla.
Efecto fisiológico: el alto contenido de levodopa, un aminoácido precursor de la dopamina, disminuye el estrés psicológico crónico al provocar una disminución en los niveles de cortisol en la sangre, lo que favorece la formación de espermatozoides de mejor calidad.
En un estudio clínico se trataron a sesenta hombres con infertilidad ocasionada por estrés psicológico por vía oral con cinco gramos al día de semilla en polvo, los cuales presentaron una notable mejoría en la calidad, cantidad y movilidad de sus espermatozoides.
Las plantas afrodisíacas incluidas en esta revisión se pueden agrupar en aquellas que sólo han demostrado su efecto sobre el desempeño sexual al mejorar la erección o la frecuencia de copula (maca, datilera, ginseng y albahaca), las que además de tener efecto sobre el desempeño sexual presentan efecto directo sobre los espermatozoides o la espermatogénesis (ajo, damiana, cacao y frijol de terciopelo) y el guaraná cuyo efecto afrodisiaco no se ha demostrado mediante experimentación científica, pero tradicionalmente se le considera como potenciador del deseo sexual.
Conclusiones
Las especies vegetales a las que tradicionalmente se les atribuye un efecto afrodisíaco pueden ser una opción viable en el tratamiento de los problemas implicados en la disfunción sexual. Sin embargo, con base en los resultados experimentales, es necesario concluir que hace falta una mayor investigación que dé sustento a su empleo, ya que los resultados obtenidos en algunos casos son variables y en otros únicamente se dispone de datos obtenidos en animales de laboratorio.
Es necesario continuar la evaluación científica de los beneficios que tienen en la salud humana, particularmente en la salud sexual y reproductiva, los compuestos naturales de origen vegetal.
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Referencias bibliográficas
Bonilla Pignataro, Janina. 2010. Plantas medicinales, su uso a través de la historia. Universidad de Costa Rica, San José. Saldaña Gómez, María Magdalena. 2007. Medicina tradicional. Gobierno del Estado de México, Toluca. Waizel Bucay, José. 2006. Las plantas medicinales y las ciencias: una visión multidisciplinaria. IPN, México. |
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Daniel Juárez Mendoza Área de diseño y desarrollo, Técnico Distribuidor Infac (td-infac), México. |
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cómo citar este artículo
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del microcosmos |
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Las infecciones que nos acechan en los hospitales |
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Mary Huitrón, Luis Jiménez, Magali Linarte, Manuel José Rivera y Agustín Ramiro Urzúa |
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Las infecciones asociadas a la atención de la salud
son un problema de salud pública que ha ido en aumento en los últimos años, pues éstas conllevan un gran riesgo de morbimortalidad dado que muchos de los microorganismos habitan en el ámbito hospitalario. Es muy importante saber reconocer y tratar de manera oportuna las infecciones asociadas a la atención de la salud, pues de este modo el paciente tendrá una recuperación más rápida, menos complicaciones y evitará nuevos contagios. A mediados del siglo xix aún no se conocían bien los mecanismos de la transmisión de las enfermedades infectocontagiosas, por lo que se producían epidemias. Esto cambió con el caso de la fiebre puerperal; fue el doctor Semmelweis, en el Hospital General de Viena, quien observó que en una sala de partos en especial era donde había una mayor mortalidad y se dio cuenta de que allí operaban médicos y estudiantes después de haber realizado procedimientos en cadáveres sin haberse lavado las manos y mucho menos cambiarse de vestimenta. Por el contrario, en otra de las salas, en donde la mayor parte de los partos eran atendidos por parteras, las mujeres morían menos. De estas observaciones concluyó que los médicos y estudiantes transmitían esta enfermedad de las secreciones purulentas a las mujeres puérperas por la vía de los tactos vaginales. Esto dispuso que médicos y estudiantes debían lavarse las manos con una solución clorada, reduciendo de esta manera el número de muertes maternas. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, agencias del Departamento de Salud de los Estados Unidos, las infecciones asociadas a la atención de la salud son aquellas que una persona puede contraer mientras recibe tratamiento dentro de una unidad de salud y pueden llevar al paciente a limitaciones en su funcionalidad orgánica o, en el peor de los escenarios, a la muerte.
El caso de México
En México se realizó un estudio en 2011 para estimar el problema de las infecciones asociadas a la atención de la salud. Se seleccionaron varios hospitales de diferentes instituciones en todo el país, como los del Instituto Mexicano del Seguro Social y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado. Los resultados obtenidos fueron los siguientes: de 7 461 pacientes hospitalizados, 4 274 padecía alguna de las infecciones asociadas a la atención a la salud. La más común fue neumonía (infección pulmonar) y luego la de vías urinarias. Las bacteriemias, presencia de microorganismos infecciosos en la sangre, se ubicaron en el quinto lugar (figura 1). Esto significa que por cada 100 pacientes hospitalizados, 21 tuvieron alguna infección.
Los microorganismos más comunes causantes de estas infecciones son las bacterias. Sobre todo las famosas superbacterias, llamadas así porque son resistentes a varios antibióticos y representan un verdadero problema de salud mundial, por lo cual se están tomando medidas sanitarias a nivel internacional.
Las infecciones por hongos, como Candida, son más comunes en hospitales de alta especialidad, sobre todo en pacientes con inmunosupresión, es decir, con defensas bajas, lo que incrementa su impacto en la mortalidad, ya que la mayoría de estos pacientes mueren.
Las más comunes
Actualmente, en los hospitales se usan varios aparatos que se colocan por procedimientos invasivos con el fin de ayudar al paciente a mejorar su condición o mantenerlo estable: catéteres o ventiladores que asisten mecánicamente la respiración del paciente. Sin embargo, una de las complicaciones más frecuentes de éstos son las infecciones.
Las neumonías intrahospitalarias son infecciones que afectan los pulmones y que al momento del ingreso no estaban presentes; generalmente se detectan a los tres días de haber ingresado al hospital. El riesgo de presentar una neumonía se incrementa en pacientes que están recibiendo ventilación mecánica. Los organismos causantes de las neumonías nosocomiales varían dependiendo del tipo de hospital y los factores de riesgo de los pacientes. Estos organismos pueden infectar los pulmones por varias vías: inhalación, las vías respiratorias o del tubo endotraqueal. por aspiración de flemas de la boca, diseminación a través de la sangre o infecciones cercanas a los pulmones.
Se puede sospechar que se trata de una neumonía cuando el paciente expulsa flemas de color amarrilloverdosas, comienza con fiebre y la radiografía del pecho sugiere que hay una enfermedad. El diagnóstico es más preciso cuando se obtienen muestras de flema y se procesan para lograr identificar el organismo responsable. Desde luego, la terapia antibiótica tiene que ser específica para el organismo que se obtuvo en las muestras. Parte fundamental de la prevención es evitar la automedicación, así como limitar el uso indiscriminado de antibióticos. Es importante seguir siempre las instrucciones del personal de salud para acercase a un paciente enfermo y utilizar el instrumental adecuado (bata y cubrebocas).
Por otro lado, están las infecciones de las vías urinarias. La uretra es el conducto por el cual sale la orina hacia la vejiga, órgano donde se almacena con el fin de drenarla. Cuando se introduce un catéter en la uretra es porque la persona es incapaz de orinar por sí misma o cuando está hospitalizada en la unidad de cuidados intensivos y el personal requiere saber la cantidad de orina que produce cada hora, entre otras cosas.
Las infecciones de la vía urinaria involucran desde el riñón (encargado de filtrar la sangre para producir la orina) hasta la uretra. Si una bacteria u hongo logra entrar por algún motivo o vía a un órgano, provoca una infección. Algunos síntomas que pueden llegar a presentar los pacientes son ardor al orinar, fiebre y dolor en la parte baja del abdomen. Es importante aclarar que algunas personas que presentan infecciones de la vía urinaria pueden no tener esta sintomatología —esto depende de la enfermedad.
La mayoría de tales infecciones se puede tratar con antibióticos, y prevenir con el cambio o retiro del catéter; también se pueden evitar teniendo el hábito de lavarse siempre las manos, antes y después de tocar el catéter, mantener la bolsa por debajo de la vejiga o no jalando ni torciendo el tubo.
Las infecciones asociadas al catéter venoso central son otras de las más comunes. Un catéter venoso central se introduce en una vena grande y profunda en el cuello, pecho o brazo, porque se comunica mejor con el corazón; se usa principalmente para administrar medicamentos, líquidos o incluso sacar muestras de sangre mientras esté internado el paciente, por lo que se puede dejar por varias semanas e incluso meses. La infección se presenta cuando gérmenes patógenos entran por el catéter y se considera de gravedad debido a que los microorganismos pasan hacia la sangre causando complicaciones. Algunos de los síntomas que se pueden llegar a presentar son fiebre, escalofríos, piel roja alrededor del catéter, dolor en el sitio de inserción del catéter, entre otras. Al aparecer los síntomas, los médicos deben realizar los estudios para cerciorarse de que realmente sea una infección asociada al catéter.
Se pueden prevenir. Se recomienda observar el área del vendaje e identificar si cambia de color; también hay que estar atentos por si se presenta alguno de los síntomas mencionados anteriormente. Se debe tocar lo menos posible el área donde está el catéter y todas las visitas deben lavarse las manos antes y después de entrar en contacto con el paciente.
Las infecciones de heridas quirúrgicas también son de relevancia. Éstas ocurren después de la cirugía en la parte del cuerpo en donde se realizó la operación. Si bien no es común tener una infección después de una cirugía, se estima que de uno a tres pacientes de cada cien puede contraer una infección. Esto va a depender mucho del tipo de cirugía que se haya realizado, de la localización y la extensión de la misma. Algunos de los síntomas más comunes que se llegan a presentar son: dolor alrededor del lugar de la cirugía, enrojecimiento, sensación de calor, fuga de líquido de mal aspecto y olor por la herida, y fiebre.
La mayoría de la infecciones se pueden tratar con antibióticos, basándose en el tipo de organismo que se haya logrado encontrar en el sitio de infección y en ocasiones puede llegar a requerir cirugía. La higiene es fundamental para prevenirlas y se sugiere nunca manipular la herida con las manos sucias. Si alguno de los familiares está a cargo del paciente en su recuperación, es fundamental que se lave las manos antes y después de tocar a su familiar, de ser posible es mejor que se usen guantes antes de manipular la herida.
Prevención
La higiene de manos es primordial para la prevención de infecciones asociadas a la atención de la salud, ya que son el principal medio por el cual los microorganismos se transmiten y pueden favorecer el desarrollo de enfermedades que ponga en peligro la vida de los pacientes durante su estancia hospitalaria.
Para evitar las infecciones asociadas a la atención de la salud, el personal y los acompañantes del paciente deben
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En la red
goo.gl/NDvCFM goo.gl/52wWTs goo.gl/RC4XSq goo.gl/XbHhZm goo.gl/Ds40zs goo.gl/iL2qU8 goo.gl/9iQLNh |
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Mary Huitrón García, Luis Jiménez Rivas, Magali Linarte Guerra, Manuel José Rivera Chávez, Agustín Ramiro Urzúa González. Departamento de Medicina y Nutrición, División de Ciencias de la Salud, Universidad de Guanajuato. |
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cómo citar este artículo
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del sexo |
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Las adolescentes y el uso del preservativo en los inicios de la vida sexual |
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Rusek Harit Morles Ochoa | ||||||||||||||
Las oportunidades en la educación tienen un importante
efecto en la calidad de vida de los adolescentes de México y esto se ve reflejado en las condiciones en las que toman decisiones sobre su sexualidad; no obstante, se ven limitadas por las maneras y servicios con que cuentan para ello y de aquí se desprenden ciertos riesgos. En lo que respecta a la salud sexual y reproductiva, los principales riesgos de esta población son: 1) el inicio de su vida sexual no elegido, involuntario y sin protección; 2) embarazos no deseados, no planeados o la posibilidad de que se desarrollen en condiciones de riesgo; y 3) las infecciones de transmisión sexual. Globalmente, una gran cantidad de adolescentes son sexualmente activos antes de cumplir veinte años de edad y de éstos un alto porcentaje son padres adolescentes debido a que alrededor de 60% no utiliza ningún método anticonceptivo. Los riesgos de un embarazo en la adolescencia están fuertemente ligados a las desigualdades, la pobreza y la inequidad de género. Las probabilidades de que las adolescentes de entre quince y diecinueve años mueran se deben a complicaciones durante el embarazo o el parto; dichas probabilidades duplican los de las mujeres que gestan entre los veinte y treinta años.
Los cambios físicos sufridos en la adolescencia, unidos a un interés creciente por saber sobre sexo y a la adquisición de información errónea sobre sexualidad, hacen que se vaya formando una identidad controversial. En este periodo se sale del seno familiar para ir entrando y compartiendo el mundo de los iguales, con lo que se supone un choque de las creencias transmitidas en la familia sobre sexo y sexualidad con las que otros adolescentes y los medios de comunicación aportan. De este modo se les presenta una disonancia entre qué valores asumir como propios, cuáles se van a rechazar y cuáles de los recibidos de los padres se conservarán. Todo ello se manifiesta en lo cambiante de su humor, de su irascibilidad y de ciertas reacciones irracionales, que son la expresión del conflicto interior que está viviendo.
Una duda que comúnmente tienen es cuándo se deben iniciar las relaciones sexuales, más si éstas incluyen el coito, lo que implica riesgo de embarazo y mayor peligro de contagio de infecciones de transmisión sexual. Lo ideal es que se llegue a ese momento preparado psicológicamente y que tanto el protagonista como sus progenitores y educadores lo interpreten como un acto de responsabilidad y libertad. Por lo tanto, la respuesta no se puede reducir a ofrecer una edad para iniciarse, porque el criterio cronológico no siempre se corresponde con la madurez afectiva. La respuesta supone un análisis de la situación que comprenda diferentes factores.
En primer lugar, el adolescente debe analizarse a sí mismo y descubrir cuál es su actitud personal ante el sexo, así como si es responsable para asumir las consecuencias de mantener relaciones sexuales con otra persona. Debe ser lo suficientemente maduro o madura como para adquirir una protección adecuada para prevenir un embarazo y las infecciones de transmisión sexual. Pero también hay que estar preparado para hacer frente a respuestas emocionales y complejas, importantes para definir el comportamiento futuro, pues se inician los problemas amorosos, el enamoramiento, la necesidad del otro.
Después llega el análisis del otro, es decir, de la persona con la que se va a tener relaciones. Hay que estar seguro de que ofrece confianza y respeto, pues es con quien se planea compartir la intimidad, y debe quedar claro que a este momento se llega desde la plena libertad, no con el propósito de satisfacer los deseos del otro sin conocer los propios.
Para terminar, merece la pena reflexionar sobre la familia, el entorno y el grupo. Las relaciones sexuales pertenecen a la intimidad de las personas y por ello no hay obligación de compartir con los demás detalles sobre ellas, salvo si se quiere hacer o se necesita hacerlo, mucho menos seguir los dictámenes de los otros sobre el ejercicio de la sexualidad. Los amigos deberían respetar al prójimo y no llevarlo a hacer cosas que no quiere o no está seguro de querer. A los padres y madres, por lo general, les costará concebir a sus hijos como seres sexuales, pero esto no debería empujarlos a coartar su libertad. Los adolescentes y jóvenes están expuestos a factores y conductas de riesgo, elementos que aumentan la probabilidad del desencadenamiento de algún hecho indeseable, enfermar o morir, las actuaciones repetidas fuera de determinados límites pueden desviar o comprometer su desarrollo psicosocial normal con repercusiones perjudiciales para la vida actual o futura.
La falta de información para protegerse de las infecciones de transmisión sexual y la alta actividad sexual sin protección son los factores y conductas de riesgo más frecuentes en la adquisición de estas enfermedades, que afectan sobre todo a la población comprendida entre los quince y los veinticuatro años, y constituyen un verdadero problema de salud en estas edades. Se añade el riesgo a la salud por el embarazo precoz y la frustración social que trae para la adolescente cambiar drásticamente su proyecto de vida.
Aunque existen algunos detractores del preservativo como medio eficaz de protección, mayoritariamente ligados a percepciones religiosas, está demostrado que es el mejor anticonceptivo en estas edades por su inocuidad y ausencia de efectos colaterales, además es la forma más eficaz de protección contra las infecciones de transmisión sexual.
Estado del arte
La necesidad de identificar el comportamiento sexual y el uso del condón como anticonceptivo y medio de protección contra las infecciones de transmisión sexual entre las adolescentes y jóvenes como etapa previa a la intervención fue el motivo de la realización de este estudio.
Se encontró que las mujeres ya no buscan el matrimonio durante la adolescencia y que sentirse y mostrarse como seres sexuales forma parte de la cotidianeidad, lo cual no significa que busquen encuentros sexuales, sino que es una manifestación de un sentimiento positivo hacia su cuerpo y su sexualidad. En lo que corresponde a la masturbación femenina, se habla sobre esta actividad y se ve como una práctica para aprender y experimentar el orgasmo, pero siempre se espera que sea el hombre el que le enseñe a la mujer. Para ellas el aprendizaje de la sexualidad se da por pares o por medios informativos populares y no se suele acceder a la pornografía. En cuanto al uso del preservativo, se muestra poco frecuente, señalando que el hombre no lo quiere usar, que pedir su uso puede generar desconfianza, así como que no les gusta. En cuanto a la maternidad, ya no es vista solamente dentro del matrimonio. También se señala que las mujeres adolescentes mantienen relaciones sexuales no sólo con su novio, sino con amigos, en ocasiones mayores que ellas. Comparativamente los varones tienen más contacto sexual que las mujeres, lo que parece demostrar su mayor disponibilidad para el sexo ocasional, el cambio de pareja y tener relaciones sexuales con varias chicas; consideran que la fidelidad es un sistema de monogamias sucesivas.
No obstante, cuando se les pregunta por prácticas sexuales concretas y explícitas (sexo oral, vaginal y anal) sólo hay diferencias significativas en el caso del sexo anal que es infrecuente en ambos casos, aunque más frecuente en chicos (8%) que en chicas (4.2%). Por otro lado, tan sólo 7% de los varones manifiesta no haberse masturbado nunca durante el último año, frente a 83% de las jóvenes. Esto puede deberse a que es una conducta mejor aceptada socialmente en los hombres; además, la anatomía de los varones favorece descubrir la masturbación más fácilmente que en el caso de las chicas.
Las conductas más convencionales —caricias no genitales, caricias en genitales por encima de la ropa, caricias genitales directas y coito vaginal— se hacen más frecuentes con la edad. Sin embargo, la práctica del sexo oral y del anal no sigue una clara secuencia en función de la edad. A la hora de ligar, 43% de los chicos y 58% de las chicas manifiestan que los dos tomaron la iniciativa.
Aunque tengan comportamientos similares, estos no tienen los mismos motivos ni el mismo significado para hombres y mujeres. Las diferencias más espectaculares son las referidas a las motivaciones por las que se tienen relaciones sexuales y de pareja. Las mujeres buscan preferentemente afecto y los varones buscan preferentemente sexo.
Por debajo de los quince años, las diferencias en la motivación para mantener relaciones sexuales son más marcadas. Los chicos buscan (en este orden): sexo y afecto, al contrario que ellas; 58.7% de las chicas de hasta quince años declara que en sus encuentros eróticos busca, sobre todo, afecto. A pesar de ello, 35.7% de las encuestadas de todas las edades declara que, sobre todo, practican el sexo para conseguir satisfacción emocional. Los chicos aseguran tener con mayor frecuencia fantasías sexuales que las mujeres y en ambos casos la incidencia aumenta con la edad.
Los investigadores destacan la existencia de un doble patrón para chicos y chicas con respecto de sus afectos y conductas sexuales. No obstante, dicho patrón aparece de manera más clara en los afectos que en las conductas.
Hombres y mujeres se sienten con derecho a tener relaciones sexuales si lo deciden; ambos sexos pueden tomar la iniciativa y de hecho tienen relaciones a una edad similar con un número de parejas cada vez más parecido. Todo indica que tales patrones están cambiando, pero es arriesgado predecir cómo evolucionará en la próxima década.
Encuesta y resultados
Se realizó una investigación de corte cualitativo sobre la percepción de las adolescentes en cuanto a no usar preservativo al momento de tener las relaciones sexuales. La muestra fue de un grupo de diez adolescentes de entre catorce y veinte años de edad. Se seleccionaron a las que tenían vida sexual activa y éstas dieron su punto de vista sobre el hecho de no usar preservativo durante las relaciones sexuales.
Se llevó a cabo la recolección de datos en la asociación civil Vifac de la ciudad de Veracruz; se aplicaron cuestionarios que fueron contestados por las adolescentes. El instrumento fue la entrevista semiestructurada para que las adolescentes no se limitaran al contestar el cuestionario.
En un periodo de cuatro meses se observó la frecuencia de los síntomas de decaimiento o depresión por no usar preservativo y que las llevó a tener un embarazo no deseado, pero también se notó cierta actitud positiva.
De acuerdo con nuestros resultados se encontró que cuatro de las diez pacientes originalmente incluidas, no padecían dicho síntoma de depresión, mientras las otras seis pacientes se ubicaron dentro de la escala con una puntuación que nos indica una probabilidad de padecer depresión. Como el instrumento no nos indica con seguridad que la tengan sería necesario vigilar la evolución de cada adolescente para confirmar el diagnostico. Entre esas seis, tres referían características como “me he culpado, pues mi pareja influyó de alguna manera en tener el acto de la relación sexual sin preservativo”, “me he sentido triste por abandonar la escuela”, “me he sentido tan infeliz que he estado llorando por la llegada de mi bebé”, “he sentido miedo y pánico sin motivo alguno, pero mi bebé es mi impulso y mi motor para seguir adelante” y “al no tener apoyo de mis padres, algunas cosas me oprimen y agobian”.
De acuerdo con la literatura, los factores más comunes que causan depresión o actitudes de decaimiento son: no tener apoyo de sus padres, que su proyecto de vida se ve afectado por abandonar la escuela, tener que trabajar y no contar con una pareja.
El estudio aquí presentado supone también una evaluación de la escala de depresión postparto al momento del alta hospitalaria, lo que limita los resultados a estado depresivo en los primeros meses.
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Referencias bibliográficas
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Rusek Harit Morles Ochoa Universidad Cristóbal Colón, Boca del Río, Veracruz. |
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