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Nota de los Editores      
               
               
Una parte de las experiencias mas interesantes que vivió
la Facultad de Ciencias en su historia reciente es la de los
Cursos-Debate.

Estos cursos se dieron en el año de 1972, ya habían pasado las represiones de 1968 y 1071. Los estudiantes y profesores universitarios cuestionaban entonces no sólo su posición política como cualquier ciudadano, sino su quehacer como futuros profesionistas.

Algunos profesores y estudiantes que se reunían para discutir diversos temas, decidieron elaborar un documento donde proponían organizar los cursos-debate. En la exposición de motivos planteaban las siguientes ideas:
 
“México es un país subdesarrollado y el científico es una persona que no puede permanecer indiferente ante la realidad política y económica que tiene frente él. Sin embargo, por lo general, el científico se aísla en su “torre de marfil” dedicado a realizar sus investigaciones, sin preocuparse por saber a quién van a servir sus esfuerzos”.
 
Quizá hoy día estos puntos de vista sean una verdad de perogrullo, pero en esa época significaban el inicio de lo que podríamos llamar conciencia crítica del científico y que llevaba a ese grupo de estudiantes a cuestionar a la UNAM en el siguiente sentido:
 
“La UNAM condiciona a los estudiantes de Ciencias por el método de calificaciones a base de títulos y grados académicos a diferentes niveles para que se integren a un sistema donde “lo normal” es que un “doctor en ciencias” ocupe una posición social y económica privilegiada con respecto a un graduado a nivel licenciatura, sin tomar en cuenta las necesidades económicas de la persona en sí”.
 
Esta afirmación va seguida de una explicación que mantiene vigencia hoy día.
 
“El hecho de que se acepte como natural lo expuesto anteriormente no es una casualidad, sino consecuencia directa de la relación que existe actualmente entre la Universidad y la sociedad mexicana capitalista”.
 
Tal argumento planten una problemática distinta a la que había originado al movimiento estudiantil de 1968, cuya consigna central iba en el sentido de luchar contra los excesos de un régimen, concretamente por la libertad de los presos políticos.

Después de las experiencias vividas en el 68 y 71, los estudiantes que elaboraron el documento se plantearon criticas más de fondo:
 
“Una sociedad basada en la existencia de clases y en la injusticia social, necesita élites de “intelectuales” que sirvan al sistema. Por otro lado, la deformación académica que generalmente sufre el estudiante desde que entre a primaria, lo lleva a aceptar como normal que su preparación vaya encaminada a obtener una serie de conocimientos que se cotizan como cualquier mercancía; mientras mayor número de diplomas “respalden” este conocimiento, mejor precio obtendrán por ellos”.
 
Todos estos argumentos en conjunto muestran una visión muy distinta de esos estudiantes que ya han vivido la represión en carne propia y pretenden asumir su propia experiencia en un marco totalmente distinto. De su experiencia ellos mismos concluyen:
 
“Sin embargo… el estudiante reacciona espontáneamente ante la injusticia en que vive como en el movimiento estudiantil de 1968, el 10 de junio, el paro en apoyo a la universidad de Sinaloa, etc. Pero por no tener una conciencia más clara y crítica acerca de la realidad mexicana, al salir de la UNAM se olvida de sus “pecados de juventud” y se integra al Sistema ya sea como un cuadro de élite explotador o como explotado. Por otra parte, mientras se carezca de una base sólida de conocimientos que permita un análisis profundo de la situación actual, la existencia de un movimiento estudiantil continuo que no quede restringido a respuestas espontáneas y emotivas está lejos de realizarse”.
 
Esta es una buena síntesis del sentir de los estudiantes universitarios de esa época; participantes, profesores, estudiantes, expresan, en esta sección la historia de la Facultad, sus puntos de vista:
 
Gustavo Martínez Mekler
Investigador del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México.
 
¿Qué pasa después del 71?

Voy a comenzar un poquito antes del 71. En ese tiempo todavía estaban en la cárcel Gilberto Guevara Niebla, el Pino y otros más; subyacía una situación un poco depresiva del movimiento estudiantil. Lo que se quería era la liberad de los presos políticos. Entonces se inicia una especie de reestructuración a nivel de organización estudiantil. Se constituyeron en la Facultad comisiones de estudiantes por cada departamento, la de Física funcionaba mejor. Estas comisiones empezaron a atraer la atención de los estudiantes. Nosotros estábamos en tercero o cuarto semestre; comenzamos a participar en actividades medio políticas, medio académicas. Paralelamente ocurre un cambio de Consejo Técnico, generándose entonces una campaña muy fuerte para la elección de representantes estudiantiles. A nivel estudiantil se propician algunas modificaciones relativas al periodo de funciones de los consejeros técnicos alumnos y la estructura misma del Consejo Técnico. Se proponía delimitar la permanencia en el Consejo a un año, estableciendo el método de renuncia masiva, y modificar la formar de efectuar elecciones al obviar la figura de “elector” convirtiéndola en elegido, e implantando por consiguiente el voto “directo”.

Se inició, por entonces un periodo de reactivación en el sector estudiantil. Todavía existía el Comité de Lucha. Conjuntamente surgen los problemas de la Universidad de Nuevo León, viene el 10 de junio. Poco antes de esos acontecimientos salen de la cárcel el Pino, el Búho, Gilberto y otras gentes que habían caído presas en 1968. Se inicia entonces un mayor movimiento, revive el interés en todo tipo de aspectos tanto políticos como académicos, dándose una serie de sucesos: como los de Sinaloa que condujeron a realizar paros y movilizaciones. En la UNAM se instituyó la Universidad Abierta, hecho en el que la Facultad de Ciencias tuvo una actitud bastante activa; el Consejo Universitario pretendía aprobar la Universidad Abierta durante las vacaciones y la Facultad regresó a clases un mes antes para protestar por la forma en que se estaba instrumentando este punto.

En ese momento nos dimos cuenta que se necesitaba promover una organización estudiantil que estuviera más en contacto con los estudiantes y tratamos de crear lo que se llamó Consejo de Representantes (C.R.) que había sido propuesto por las comisiones estudiantiles de Física, Biología, Matemáticas y Actuaría.

Se proponía la elección de dos personas por cada aula y a partir de esto quedaría conformado el Consejo de Representantes C.R., el cual debía cambiar cada semestre. Al cabo de las elecciones fue nombrado el C. R que sé adaptó a las otras estructuras existentes. Llegó un momento que algunos miembros del Comité de Lucha también eran miembros electos del C.R. Todas estas propuestas se discutieron y aprobaron en Asamblea, considerada la instancia de autoridad máxima, respecto a las otras estructuras organizativas estudiantiles.

En ese contexto propusimos en Asamblea Estudiantil la creación de los Cursos-Debate para ir conformando una base teórica, un análisis más profundo de toda la situación. Quedaron implementados con el título: “Análisis Crítico del Papel de Científico ante la Realidad Mexicana”. Quienes estuvimos detrás de esto fuimos Raúl Rechtmann y yo en la parte organizativa, Flavio y Germinal Cocho en la fase teórica.
Los objetivos del curso eran:
 
1. Que proporcionara conocimientos mínimos en cuanto a los problemas económicos, sociales y políticos de la sociedad humana y sus consecuencias culturales.
2. Que desarrollara en el estudiante una “capacidad crítica” esto es, estimule y obligue al estudiante a pensar por sí mismo.
3. Que pusiera al estudiante en contacto con la realidad del país.
4. Que contribuyera para que el estudiante, no sólo en las palabras, sino en la actividad práctica, académica o no, fuera consecuente con sus ideales de justicia social.
 
Hasta donde yo me acuerdo, el curso/debate se propuso como resolución de Asamblea Estudiantil y se ganó por unanimidad; el Dr. Juan Manuel Lozano que era el Director en aquella época, lo aceptó.
Hubo un periodo de preparación del curso. Se veía un problema serio, pues de hacerlo simultáneo, se requería de un número considerable de coordinadores del curso. Para ello durante el período intersemestral se inició un programa de capacitación de coordinadores de discusión.
Inicialmente la idea era dar estos cursos en todos los salones tres días a la semana a las 10 y a las 17 horas; no fue necesario cancelar clases porque los horarios se elaboraron dejando esas horas libres.
Se enfatizaba mucho que serían cursos optativos y no una forma de adoctrinamiento dado que serían muy abiertos. El primero duró un semestre e involucró a varias decenas de coordinadores. El siguiente semestre se vieron interrumpidos por el estallamiento de la huelga del STEUNAM.

Se plantearon una serie de actividades paralelas al curso/debate y un buen número de estudiantes se integró a ellas; no fue un porcentaje mayoritario, pero sí alto. La experiencia sirvió tanto a sus participantes como a los que estaban dando los cursos. Se formó, de alguna manera, una conciencia crítica en ese momento. Luego, después de la huelga, la situación no se prestaba a la continuación del curso/debate y más bien se implementaron a nivel curricular una serie de cursos optativos de Ciencia y Sociedad, historia de la ciencia, etc. No puedo relatar los acontecimientos subsecuentes porque terminando la huelga fui al extranjero a continuar mis estudios.

En cuanto a la estructura de Consejo de Representantes, yo creo que fue útil, sobre todo para integrar a mucha gente que estaba marginada de la dinámica del movimiento estudiantil. Esto favoreció mucho a que —por algún tiempo— funcionara la estructura democrática de toma de decisiones que surgió después. Por principio de cuentas las manifestaciones en el Consejo Técnico a que hice referencia previamente sí se llevaron a la práctica; hubo una renuncia en masa de los representantes estudiantiles del Consejo Técnico y acto seguido elecciones “directas”. La duración de los consejos quedó entonces establecida en un período anual. Los próximos consejeros elegidos ya impulsaron la estructura de Consejos Departamentales.
 
Germinal Cocho
Investigador del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Los cursos/debate tienen su origen en 1972; el año 1968 aún estaba muy cerca y el 10 de junio de 1971 también. En la Facultad de Ciencias crecía un conjunto de inquietudes políticas entre los estudiantes y profesores.
Quizá el antecedente anecdótico fue el siguiente: Había un curso de Física Moderna II de seis horas, de lunes a sábado; entonces decidimos dedicar una para disentir un poco en torno a la relación ciencia-universidad-sociedad. Lo característico de estas charlas era que, en lo personal, hice el intento —y creo lo cumplí— de no “grillar” y permitir que aflorara la expresión libre de las ideas, de las inquietudes que tenían los muchachos, sin intentar madurarlas.

Me acuerdo que asistía gente como Catalina Stern, José Valdés, y otros, que estaban bastante involucrados en el Comité de Lucha. Cierto que no salieron proposiciones muy profundas, sí en cambio la gente se automotivó.

En paralelo había un curso que daba Flavio Cocho, Análisis de Fourier, de tres horas a la semana; también se dedicaba una a este tipo de discusiones: se discutía la relación universidad-ciencia desde el punto de vista de Gramsci.

Otro antecedente ocurrido dos años antes —aunque con muchas interrupciones— fue que eventualmente los sábados en el Auditorio del Instituto de Astronomía de la antigua torre de Ciencias, se desarrollaba un seminario al que llamamos “Seminario de Evolución”, ahí los participantes discutían sobre el teorema de Göedel, evolución biológica y cosas más políticas… Este seminario tuvo una primera fase en 1971, sufre una interrupción activándose de nuevo a principios de 1972, siempre tratando temas controversiales con un punto de vista marxista.

En una de estas reuniones, Flavio y yo presentamos las experiencias docentes antes relatadas y ahí se nos ocurrió hacerlo extensivo a toda la Facultad. Entonces se comisionó a Gustavo Martínez Mekler y a Raúl Rechtmann para que elaboraran una propuesta más acabada con la finalidad de ponerla en práctica.

Al principio había la intención de hacer los cursos-debate en horarios rotativos, pero resultaba complicado. Lo que finalmente se acordó fue que al siguiente semestre se dieran cuatro horas a la semana, dos para los grupos de la mañana y dos para los de la tarde. Para ello era necesario interrumpir la clase. Dado que se necesitaban más de 20 personas que coordinasen las discusiones simultáneamente en los diferentes salones, se pensó —y de hecho se hizo— realizar unos cursos preparatorios para coordinadores de debate durante el periodo intersemestral, cuatro horas por la mañana todos los días. Se invitó a varios conferencistas para que expusieran temas de economía, ciencias políticas, historia de las ciencias, etcétera, dedicados a los futuros coordinadores. Algunos de los conferencistas fueron Eliezer Morales de Economía, Godet de Ciencias Políticas, Tomás Brody de Historia de las Ciencias, Leyte López que habló de Ciencia y Liberación en América Latina. Es en ese verano que se prepara a la gente; resuelto este aspecto arrancan al inicio del semestre con la primera versión de los cursas-debate.

Se formó una comisión que habló con el Director, Juan Manuel Lozano y se buscó lugar en los horarios para ubicar estos cursos. Participaron aproximadamente 15% de los estudiantes. Entonces Salvador Martínez Della Rocca, quien constituyó otro de los puntales de los cursos, propuso que para la gente que no se había integrado a las discusiones celebradas en las aulas, se organizaran diversos eventos en el Prometeo. Se le ocurrió invitar a diferentes expositores para hablar de temas diversos; en fin, la idea consistía en que desde ese espacio se observara un ángulo más amplio de lo que eran las carreras.

Estas actividades se interrumpieron a partir de la huelga del STEUNAM.
Las razones par lo que esto sucedió fueron en mi opinión dos. La primera tiene que ver con las diferencias dentro de los grupas de izquierda en esa huelga; la segunda con el cansancio de la gente, respecto a las actividades políticas. Luego, hay un paréntesis de un año entre 1973 y 1974 año en que se propone la estructuración del Programa de Ciencia y Sociedad.
 
Flavio Cocho Gil
Profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Voy a tratar de exponer las circunstancias que dan origen al curso/debate. En primer lugar, se salía de 1968 enfrentando los excesos de un régimen. Pero de aquella represión se sale con una gran cantidad de escuelas representadas y la convicción de que estaba en juego todo un sistema social. Ese es el cambio de mentalidad producido a lo largo de esas experiencias. Sin embargo, los espacios políticos de lucha se restringieron de una manera terrible. Lo que hace la Universidad ante el cambio de concepción no fue tanto encerrarse en sí misma, porque siempre había estado atenta a mil problemas, sino ingresar a una etapa de cuestionamientos internos, de introspección para preguntarse qué hacer. Este tipo de interrogantes llevan no solamente a generar un impulso político con manifestaciones en la calle, sino a tener una conciencia político-cultural fuerte. Y esto no sucedió sólo en Ciencias, también en otros lugares; es de aquí, del 68, 70 y 71, que empiezan a surgir experiencias aisladas en cursos. Yo impartía algunos con Análisis de Fourier y Termodinámica, que si bien en algunos aspectos eran formales y enciclopédicos, también trataban de abordar otro tipo de asuntos.

La idea era ligar el saber académico a la formación de una conciencia social para formar gente que cuestionara toda la estructura social de este país, empezando por la Universidad y no sólo un régimen político dado.
Un poco fue una de las cosas que empujaron a iniciar los curso/bate, por lo menos en algunas personas. Desde luego hubo entusiasmo, aunque más tarde decayó a lo largo del tiempo. De cualquier manera surgieron un grupo de gentes que trabajarían activamente en coyunturas posteriores.
 
 
 
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Nota de los editores
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
     
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