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Discriminación,
conocimiento indígena
y programas de desarrollo
agrícola en México
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Elena Lazos Chavero
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“—¿Cuánto tiempo lleva esperando al ingeniero?— Ayer
vine, pero no me pudo atender. Ora, vine desde temprano, ya son las 2 [p. m.]. —¿Cuál es el asunto a tratar? —Estamos en el Plan Tabi, se descompuso la bomba, nadie puede meter el riego y con este calor, ya llevamos cinco días y sin meterle riego, como es pepino y tomate, es delicado, se pierde”. Este fragmento de una conversación con un productor de Oxkutzcab”, en el sur de Yucatán, acontecida hace casi ya veinte años, cuando se iniciaba la transferencia
a los usuarios de los sistemas en los distritos de riego, se sigue presentando hoy día en las relaciones entre los campesinos y los funcionarios públicos de las dependencias gubernamentales. La larga espera para que el jefe de distrito pudiera atender a uno de los productores mayas del sur de Yucatán revela las relaciones de poder establecidas bajo un sistema de discriminación. Los ingenieros y licenciados de las instituciones instrumentadas en nombre de la modernización, cultivan el poder al controlar, por un lado, la arena donde las decisiones productivas y sobre el manejo y conservación de los recursos naturales se toman a nivel local y, por otro lado, los programas que debieran estar al servicio de los pequeños y medianos productores, pero que caen en los esquemas bien conocidos de clientelismo y corrupción.
Estas actitudes, que reflejan las percepciones y sentires de la ideología dominante y remontan a la época colonial, aún constituyen un complejo tejido de relaciones entre las familias campesinas (sean mestizas o indígenas) y los funcionarios de las instituciones gubernamentales y permite reflexionar sobre los modelos de desarrollo impuestos en el medio rural. Los funcionarios públicos, particularmente de sagarpa, nunca han propuesto a nivel oficial un foro de aprendizaje mutuo, nunca se ha considerado importante entender y dialogar sobre los conocimientos y prácticas agrícolas y ecológicas de los propios productores. Las relaciones generadas han sido de tipo vertical y clientelar, por lo que siempre son los productores quienes deben aprender las tecnologías y los saberes científicos. Los talleres organizados por la secretaría son ejemplo de estos sentires: unos exponen y los otros aprenden, unos deciden y los otros acatan, unos dominan y los otros se subordinan. Detrás de todo esto se encuentra una concepción clara sobre los productores que viene de lejos, como se aprecia en una publicación escrita por Contreras en 1891: “[entre] las principales causas sobre el atraso de la agricultura [están]: la mediocridad de costumbres en la clase indígena, el limitado desarrollo e incipiente cultura de esta raza, respecto de la blanca criolla […] El trabajo del indígena no contribuye al desarrollo de la industria agrícola […] La falta de conocimientos científicos de los sistemas de cultivo agrícola […] no ensanchando la esfera de sus esfuerzos personales más allá de lo que exigen generalmente las exiguas necesidades de la familia, de un comercio a pequeña escala”. En dicha obra, Teneduría de libros en Partida Doble o sea curso completo de comercio, se establecen tres puntos importantes: a) la mediocridad de la clase indígena demostrada en los pocos esfuerzos, ya que sólo cultivan para el autoconsumo; b) la falta de desarrollo y de conocimientos científicos de la clase indígena con respecto a la blanca criolla; y c) la escasa contribución del trabajo indígena al desarrollo de la industria agrícola. Estas tres imágenes, en mayor o menor medida, siguen pululando hoy día entre los funcionarios de las secretarías de desarrollo social (sedesol), agricultura (sagarpa), recursos naturales (semarnat), de salud e inclusive de educación pública (sep). La desigualdad social y la extrema pobreza se explican entonces por la falta de motivación de las poblaciones rurales para trabajar y por las condiciones de vida impuestas al parecer por su propia cultura y tradición. Asimismo, para una gran mayoría, la falta de interés por conservar su entorno ecológico se debe a la falla educativa y a sus actitudes, es decir, a su ignorancia por no estar en contacto con los conocimientos científicos adecuados. Por eso, siempre se ha intentado hacerlos partícipes de las preocupaciones científicas. De los saberes medicinales tradicionales, por ejemplo, se dice que escapan “al ámbito de la ciencia moderna y de la ciencia superior”, por lo que se les considera en diversos matices de desigualdad en un esquema de racismo y machismo, como “una forma de inferioridad asumida como natural e insuperable”. El cúmulo de conocimientos agrícolas, medicinales, alimentarios y ecológicos de las poblaciones rurales se ve minimizado, ya sea por la medicina occidental en manos de la Secretaría de Salud o por los espejismos tecnológicos de la Revolución Verde, cuyos defensores dominan en sagarpa y en su nombre hablan de modernización y progreso. El término mismo es una construcción simbólica a nivel del lenguaje pero también práctico. Su impulsora, la Fundación Rockefeller, “se preocupaba” por transformar el agro mexicano: el objetivo era pasar de una agricultura atrasada a una agricultura innovadora tecnológicamente y encaminada hacia el desarrollo. Actualmente, la fundamentación para la introducción de maíces transgénicos en el país está ligada a estas ideas vertidas desde hace más de cincuenta años y las compañías transnacionales interesadas siguen abanderando el progreso tecnológico como solución a la pobreza alimentaria. No sólo varios científicos nacionales, principalmente biotecnólogos, abogan por estas ideas, igualmente lo hacen líderes del sector social y grandes y medianos productores, apoyándose en el progreso tecnológico, desdeñando sus propios cultivos como el maíz e incluso pasando por encima de la ley, como lo muestra la declaración de del ingeniero Daniel Barba realizada en 2008: “afortunadamente, algunos se pusieron listos y gracias a Pioneer, Asgrow, Dekalb hay nuevas esperanzas. Estas empresas les ofrecen paquetes completos con una intensa asesoría: desde el tipo de cultivos, los fertilizantes, los plaguicidas, los herbicidas, la maquinaria. Inclusive, nos dijeron que ya pronto sembraremos maíz trans génico, aunque mire, creo que algunos ya lo están haciendo”. Ya sea por una problemática productiva o por la interiorización de un racismo que menosprecia la cultura indígena y, con ella, los sistemas productivos que generó, hasta hace apenas dos años, por ejemplo, no existían suficientes investigaciones para establecer la distribución nacional de los maíces nativos; inclusive, los censos agropecuarios no detallan ni las superficies ni los montos de producción de dichos maíces. Todo esto demuestra que ni los maíces nativos, ni los cultivos asociados son considerados importantes para el desarrollo nacional, como se aprecia en la respuesta de un funcionario de sagarpa, en una entrevista efectuada en 2002 en Culiacán, Sinaloa: “¿tener estadísticas de las variedades criollas? No, no tenemos, bueno tenemos superficie de maíz rústico, ahí están esas variedades que ustedes dicen. Pero no, no hay un listado de variedades ni de sus superficies diferenciadas. Pero es muy poquito, son puñitos de maíces, ni para qué gastar tiempo”. Actualmente, la mayoría de las comunidades rurales se encuentra desprovista de una reapropiación de sus conocimientos y de sus prácticas agrícolas, ecológicas y medicinales. Existe una falta de valoración de las mismas debido a la primacía de la ideología del desarrollo y el progreso impuesta por medio de todos los funcionarios y operarios públicos que llegan a las comunidades rurales (enfermeras, doctores, ingenieros, maestros, licenciados) y no reconocen los espacios y los saberes médicos, agrícolas, ecológicos, alimentarios. Las instituciones gubernamentales han generado una gran dependencia en sus programas y, aunado a ellas, la gran mercadotecnia de productos industriales en los medios masivos de comunicación ha provocado la pérdida de la fortaleza que los sistemas de saberes, forjados durante generaciones, mantenían. El testimonio de una enfermera de San Miguel Huautla, Oaxaca, entrevistada en 2011 es claro: “—aquí [en Oportunidades] vienen a aprender, a escuchar las pláticas que les damos. Las mujeres jóvenes aprenden como hacer las papillas para el bebé; los adultos de la tercera edad aprenden como deben asearse y que deben comer. Si faltan tres veces, se reporta y luego se les puede quitar el estímulo. —¿Y qué pasa con los ancianos que viven lejos de la clínica? Hemos visto viejitas que vienen desde el cerro, mínimo son 5 o 6 kilómetros. —Pues se pueden venir despacio y llegan. Tienen que venir. —¿Y los enfermos también tienen que venir a las pláticas? —Pues pueden faltar tres veces al año”.
Un testimonio más: “—¿Cuánto tiempo lleva esperando en la fila para que le den su credencial? —Me vine desde las 5 de la mañana, ya llevo 6 horas y los de Oportunidades todavía ni llegan. Dejé a los chiquitos solos, sin desayunar. —Y sino viene por su credencial, ¿qué pasaría? —No me dan el apoyo y yo lo necesito. —¿Y por qué no les reclaman? Los operarios de Oportunidades llegaron a las 12:30 p. m. No ofrecieron disculpa ni explicación alguna por su retraso. Por el contrario, llegaron a almorzar y molestos de ver las largas filas de mujeres y de ancianas, comenzaron perezosamente a trabajar. Cuando nosotras les preguntamos sobre las causas de su retraso, se limitaron a decir: ‘mucho trabajo’”. ¿Cómo debemos decodificar estas actitudes? ¿Discriminación porque son mujeres y ancianas pobres que pueden esperarlos por más de ocho horas en filas al rayo del Sol? ¿Racismo porque son “indias mixtecas”, porque son analfabetas y por ende ignorantes para ellos? ¿Cuál es la línea que divide a los operarios y funcionarios de las poblaciones rurales Esta situación va más allá del no reconocimiento de los saberes y prácticas de la medicina tradicional o de la agricultura tradicional. El poder ejercido en todos estos ejemplos que se suceden día con día en las distintas dependencias gubernamentales se enmarca en un contexto de discriminación y racismo.
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Referencias bibliograficas
Contreras Aldama, Antonio. 1891. Teneduría de libros en partida doble o sea curso completo de comercio. Imprenta de Gobierno, México. Durand, Leticia y Luis Vázquez. 2011. “Discursos sobre la participación social en la Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla, Morelos”, en Saberes colectivos y diálogo de saberes en México, Argueta, A., et al. unam y Universidad Iberoamericana, México, pp. 101-120. Hersch, Paul. 2011. “Diálogo de saberes: ¿para qué?, ¿para quién? Algunas experiencias desde el programa de investigación Actores Sociales de la Flora Medicinal en México, inah”, en Saberes colectivos y diálogo de saberes en México, en Argueta, A., et al., unam y Universidad Iberoamericana, México, pp. 173-200. Lazos, Elena y Michelle Chauvet. 2011. Análisis del contexto social y biocultural de las colectas de maíces nativos en México. CONABIO, México. __________, y Luisa Paré. 2000. Miradas indígenas sobre una naturaleza entristecida: percepciones del deterioro ambiental entre nahuas del sur de Veracruz. Ed. Plaza y Valdes e Instituto de Investigaciones Sociales, unam, México. Sousa Santos, Boaventura de. 2011. Una epistemología del sur. Siglo xxi/clacso, México.Bonneau, L., B. Andreotti, y E. Clément. 2008. “Evidence of Rayleigh-Hertz surface waves and shear stiffness anomaly in granular media”, en Physical Review Letters, vol. 101, núm. 11. Brownell, Philip H. 1984. “Prey detection by the sand scorpion”, en Scientific American, vol. 251, núm. 6, pp. 86–97. |
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Elena Lazos Chavero
Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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como citar este artículo →
Lazos Chavero, Elena. (2014). Discriminación, conocimiento indígena y programas
de desarrollo agrícola en México. Ciencias 111-112, octubre 2013-marzo 2014, 128-131. [En línea] |
de la solapa |
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La naturaleza
en contexto
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Leticia Durand y Fernanda Figueroa y Mauricio Guzmán (eds.)
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Ciencias y Humanidades UNAM, México. 2012.
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Este libro presenta un panorama excepcionalmente rico
y fresco de la investigación contemporánea en ecología política desarrollada por investigadores mexicanos. Al alejarse de las dicotomías convencionales entre la cultura y la naturaleza, lo tradicional y lo moderno, lo local y lo global, ofrece perspectivas más complejas y diversas para analizar las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, la sociedad y el medio ambiente, generando análisis muy estimulantes sobre las relaciones del poder, el conocimiento y la autoridad en la gestión y manejo ambiental. Al mismo tiempo, destaca la articulación intrínseca de las formas de usar y controlar los recursos naturales con las identidades culturales, posiciones sociales y mecanismos de poder. Varios artículos en este libro ilustran claramente cómo las formas de vivir, la identidad social y el poder económico y político afectan el uso y control de los recursos naturales, y cómo las formas de utilizarlos y manejarlos se construyen a partir de las percepciones culturales y los valores simbólicos asociados con el ambiente.
Todos los artículos que conforman este libro se vinculan de una manera muy rica con los principales temas y tendencias de la ecología política contemporánea. A su vez, muestran la pluralidad de perspectivas y argumentos que surgen cuando se analizan las relaciones entre la sociedad, el ambiente y la cultura en diferentes contextos. El capítulo introductorio, elaborado por Leticia Durand, Fernanda Figueroa y Mauricio Guzmán, ofrece una revisión compleja y bien contextualizada sobre la historia de la ecología política, los principios fundamentales de este marco teórico y la investigación llevada a cabo desde este marco disciplinario en diferentes partes de México. Presenta una amplia reseña de los vínculos entre los estudios socioambientales realizados por investigadores mexicanos y las posturas teóricas y metodológicas de la ecología política. El artículo de Leticia Merino brinda un análisis muy sofisticado sobre los mecanismos institucionales, las condiciones sociales y las redes políticas en el sector forestal en México, enfocándose especialmente en la forestería comunitaria. Demuestra, en forma muy convincente, que sin la comprensión de la diversidad de actores e instituciones involucrados en la gestión y gobernanza forestal, con metas e intereses diversos, y con posiciones disímiles en las complejas redes de poder, es imposible implementar políticas sustentables y socialmente transparentes para el manejo de recursos forestales. El texto tiene lazos teóricos muy relevantes con varios estudios en el campo de la ecología política que analizan los avances, las fallas y los retos de las políticas y las actividades forestales comunitarias en México y en otros países en América Latina. El estudio realizado por Fernanda Paz sobre conflictos socioambientales, cultura política y gobernanza ambiental analiza los procesos de cooperación y conflicto en una región minera en el estado de Hidalgo. Ofrece un análisis estimulante sobre las luchas materiales y simbólicas en el contexto de la minería desde la perspectiva de la ecología política y la cultura política. Demuestra la complejidad de las relaciones de poder que establecen los actores e instituciones públicas, las compañías privadas, los movimientos sociales y los pobladores, cuyas posiciones en torno a la gobernanza de la actividad minera son heterogéneas. El capítulo contribuye a la búsqueda de posturas teóricas renovadas para comprender mejor la complejidad de las redes de poder, tanto en la cultura política local, como en escalas sociales más amplias relativas al conflicto analizado. Por medio de un estudio entográfico intenso, brinda perspectivas nuevas sobre cómo las luchas en torno a las formas de vida, el uso de recursos, las redes de conocimiento y poder, y las percepciones ambientales locales interactúan de forma compleja con los patrones de poder regionales, nacionales y globales. El estudio se vincula con un campo de investigación muy relevante en la ecología política actual, el de la gobernanza ambiental y los procesos de negociación, resistencia y controversia relacionados con la transparencia industrial y la justicia ambiental entre diferentes actores a escalas múltiples y entretejidas. El artículo escrito por Mauricio Guzmán y David Madrigal ofrece un análisis muy interesante sobre los conflictos entre la naturaleza y la sociedad en un ámbito urbano; presenta un análisis diacrónico sobre el papel de diferentes actores involucrados en los conflictos ambientales y la transformación del movimiento ambientalista en el estado de San Luis Potosí. Este trabajo abre perspectivas novedosas sobre los retos teóricos y metodológicos de la ecología política urbana recientemente establecida en México. A través de un análisis detallado sobre las continuidades, rupturas y omisiones en la representación de los conflictos ambientales en los periódicos regionales, revela el papel clave de los medios de comunicación en la construcción y legitimación de ciertos discursos y políticas públicas ligados al manejo de vulnerabilidades socioambientales. Tiene vínculos importantes con la ecología política urbana contemporánea y con los estudios sobre la dinámica entre los discursos, la gobernabilidad y el poder en la institucionalización de las políticas públicas y los movimientos ambientalistas. El estudio de Elena Lazos brinda un análisis refinado sobre los retos de la conservación de la agrobiodiversidad y de la soberanía agroalimentaria en Sinaloa. Por medio de un análisis etnográfico muy sofisticado revela las luchas de las organizaciones campesinas, de científicos, asociaciones civiles y activistas sociales contra la expansión del cultivo de maíz transgénico en el norte de México. Demuestra la multitud de actores, con ámbitos de influencia en diferentes escalas, que intervienen en la soberanía agroalimentaria y brinda, al mismo tiempo, un análisis profundo sobre la influencia de los discursos, las políticas públicas y las estrategias de negociación, manipulación y control de las compañías transnacionales en el aumento de la producción del maíz transgénico en la zona, con efectos muy negativos para el cultivo de maíces criollos, para el acceso local a los recursos productivos y para la etnoecología local. Este estudio tiene vínculos importantes con la ecología política actual en los estudios sociales sobre la ciencia y la tecnología. Tiene lazos también con los estudios de ecología política sobre los impactos de las formas de gobernanza ambiental pública y privada en la legitimación de ciertas formas de producción y de ciertos valores culturales relacionados con las concepciones de la eficiencia y calidad de la producción en las cadenas trasnacionales de comercio y consumo. El artículo de Peter Gerritsen, Jaime Morales Hernández y María de Jesús Bernardo Hernández analiza los actos de resistencia e iniciativas de autonomía en Jalisco, al occidente de México. Ofrece un análisis amplio sobre los grupos y movimientos campesinos e indígenas que buscan visiones alternativas para un desarrollo económico diferente al modelo neoliberal predominante, tanto en México como en otros países de América Latina. Revela en forma interesante los avances y los retos de los grupos campesinos e indígenas que, aliados con profesionistas y consumidores, buscan fomentar estrategias alternativas para la agricultura y el comercio justo. El capítulo tiene puentes muy relevantes con los estudios sobre los movimientos ambientalistas y las luchas asociadas a la justicia ambiental y social en la ecología política contemporánea. El estudio de Alejandro von Bertrab analiza la problemática ambiental ligada a la introducción de especies exóticas y los proyectos de restauración ecológica en el lago de Xochimilco, en la ciudad de México. Destaca la importancia de analizar los procesos ecológicos como intrínsecamente entretejidos con la gobernanza política y la construcción social del medio ambiente. Demuestra de una manera muy interesante cómo varios elementos del diseño y la ejecución de los proyectos de la restauración ecológica, que en principio parecen neutrales y objetivos, de pronto se tornan ambiguos y altamente politizados. Revela también las relaciones de conocimiento y poder a través de las cuales ciertas perspectivas sobre la restauración ecológica se vuelven dominantes, mientras otras se desprecian o ignoran. El artículo tiene lazos relevantes con los estudios de ecología política que destacan la importancia de comprender las articulaciones complejas entre lo “natural” y lo “social” en la problemática ambiental. También se vincula con los estudios sociales sobre la ciencia y la tecnología y con los estudios que se enfocan en los procesos de mapeo y contramapeo de la conservación y el uso de los recursos naturales. El artículo de Eduardo GarcíaFrapolli analiza los procesos de inclusión y exclusión en el manejo participativo de un área protegida en Yucatán, mientras que el estudio elaborado por Leticia Durand, Fernanda Figueroa y Tim Trench examina los procesos participativos en la gestión ambiental de la reserva biosfera de Montes Azules en Chiapas. Ambos estudios ilustran con claridad cómo, desde la perspectiva de la participación social, el manejo de esta áreas ha demostrado ser una tarea mucho más compleja de lo esperado. Cuestionan los procesos participativos como formas automáticamente transparentes de gestión ambiental y de elaboración de los planes de manejo. Ambos textos demuestran notoriamente que un asunto crucial en el análisis del impacto de los procesos participativos es cómo se define quién pertenece a la comunidad y quién se excluye de los beneficios sociales y de la toma de decisiones políticas sobre la conservación de los recursos comunitarios. El artículo de María del Carmen Legorreta y Conrado Márques complementa estos estudios a través de un análisis interdisciplinario sofisticado acerca de las políticas ambientes, en el manejo de reservas de la biosfera en diferentes partes de México. Demuestra ampliamente cómo las instituciones que regulan el manejo de las áreas protegidas tienen un papel significativo en la formulación y legitimación de ciertas concepciones y redes en re lación con la democracia, la desigualdad económica, la política ambiental y la participación ciudadana. Estos tres artículos se centran en la gestión ambiental en áreas protegidas y nos enseñan que en las negociaciones y controversias sobre manejo y conservación participativa, las percepciones de diferentes actores difieren, tanto en el control sobre los recursos materiales como en la interpretación y valoración cultural de los recursos. Estos artículos se ubican de forma clara y relevante en el campo de la investigación en ecología política sobre las luchas materiales y simbólicas en las áreas protegidas y el manejo forestal comunitario; ofrecen una contribución importante a la ecología política de la conservación, y sobre los procesos participativos como formas de gobernabilidad y control. Todos los capítulos que conforman este libro se basan en un trabajo de campo intensivo realizado por los propios investigadores en diferentes partes de México. Los autores conocen bien el contexto sociocultural y económicopolítico de sus estudios de caso. El trabajo de campo empírico, característico de las metodologías utilizadas en la ecología política tiene mucho que ofrecer en los estudios socioambientales. Como los artículos de este libro lo ilustran claramente, los datos pueden relevar la gran complejidad de las cuestiones ambientales que muchas veces se pierde en los estudios macro. Los trabajos aquí presentados deconstruyen la comprensión universal del medio ambiente, a través de análisis detallados sobre los significados culturales y las complejas representaciones simbólicas que los pobladores de diferentes lugares dan al ambiente como su espacio vital. Al mismo tiempo, destacan que las percepciones culturales están íntimamente vinculadas con las estructuras institucionales y con redes de poder más amplias. Señalan que no existen comunidades o casos aislados, sino que las luchas socioambientales en cada contexto se manifiestan como interacciones entre los procesos locales y las fuerzas globales. Este aspecto es analizado de diversas maneras en los trabajos que conforman este libro: algunos autores evalúan los impactos globales en las condiciones locales, mientras otros se abocan a analizar los procesos articulados a múltiples escalas. |
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Fragmentos del prólogo, escrito por Anja Nygren
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Durand, Leticia y Fernanda Figueroa y Mauricio Guzmán (eds.). (2014). La naturaleza en contexto. Ciencias 111-112, octubre 2013-marzo 2014, 156-157. [En línea]
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del tintero |
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La economía
es una ciencia
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Juan Gelman
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En el decenio que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea tu país mí país los países que crecían entre tu alma y mi alma de repente duraban un instante y antes de irse o desaparecer dejaban caer sábanas llenas de nuestros sexos que salían volando alrededor como perdices quiere decir que cada vez que hicimos el amor dejábamos nuestros sexos allí? y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas? qué raro mirá que lavábamos las sábanas con subordinación y valor para que los jugos de la noche pasada no inauguraran el pasado y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros para ordenarnos el hoy porque el alma amorosa es desordenada y perfecta tiene mucha limpieza y lindura se necesita todo un Dios para encerrarla como le pasó a don francisco que así pudo cruzar la agua fría de la muerte es bien raro eso de nuestros sexos volando pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia y dulzura y valor me parecía oir un pajarerío en el bosque de vos como amor encendiendo otro amor o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban y se ponían a dar vueltas entre ellos como maripositas encandiladas por el fuego y se querían morir de nuevo buscando incesantemente la libertad y había un país entre la vida y la muerte donde todo era consolación y hermosura y no poseíamos nuestro corazón y nuestros sexos se perdían como almas en la noche y nunca más los volvíamos a ver para entender estudio los índices de la tasa de inversión bruta los índices de la productividad marginal de las inversiones los índices de crecimiento del producto amoroso otros índices que es aburrido hablar aquí y no entiendo nada la economía es bien curiosa al pequeño ahorrista del alma lo engañan en wall street los sueldos de la ternura son bajos subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes eso no le da dicha ni desdicha en medio de las razones las redenciones las resurrecciones se lleva el alma a la nariz para sentir tus perjúmenes estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo mejor dicho de más allá todavía de todo lo que valías o brillabas o eras y dabas como jugos de la noche. |
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Juan Gelman
Poeta argentino (1930 - 2014). |
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Gelman, Juan. (2014). La economía es una ciencia. Ciencias 111-112, octubre 2013-marzo 2014, 142-143. [En línea]
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de la solapa |
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Xopamiyolcamolli:
gastronomía de bichos
con muchas patas
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Germán López Riquelme
(edición del autor).
México, 2013.
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Este manuscrito versa sobre los insectos como alimento.
Sin embargo, no pretendo que todos los lectores se conviertan a la entomofagia (término que significa alimentarse de insectos), aunque estaría complacido si aquellos lectores que tienen aversión a los insectos, cambiaran de opinión después de leer este trabajo. No pretendo que los lectores decidan de pronto ir por el mundo comiendo cuanto bicho rastrero cruce por su camino. Tampoco quiero dar la impresión de que soy un entomófago excepcional. He probado muchos insectos, de entre los cuales hay algunos que no han complacido mi gusto y probablemente no los vuelva a comer, pero muchos otros han cautivado mi paladar. Otros tantos no los he comido aún, y quizá haya muchos otros que no tenga la oportunidad de probar. Esta aclaración es importante, ya que debemos saber que, en la práctica culinaria, los insectos, como todos los ingredientes que usamos, cumplen una función en un platillo, ya sea añadir sabores o texturas o colores o todo junto, de manera que la experiencia del comer pueda, además de nutrir nuestro cuerpo, satisfacer nuestros sentidos y nuestro espíritu. Combinamos ingredientes para preparar un platillo, colocamos hierbas, aceites, polvos. Tostamos semillas, salteamos o hervimos vegetales para cambiar o conferir sabores particulares. A veces agregamos ingredientes que difícilmente comeríamos solos, como aquellos con sabores astringentes como el clavo, o ácidos como el vinagre. En otras ocasiones, ciertos ingredientes son la base para preparar un platillo. Sin embargo, generalmente, la práctica culinaria crea sabores, colores y olores a partir de la mezcla de diversos ingredientes y procedimientos. Así es todo arte, así la música crea sinfonías a partir de la integración de diversos sonidos; así la pintura crea lagos, montañas, bosques, cuerpos, etcétera, a partir de líneas y manchas de pintura de diferentes colores colocadas con maestría aquí y allá.
Así pues, si el objetivo de este trabajo es tratar de cambiar la perspectiva de los lectores y que consideren a los insectos como una fuente de alimento, esto no significa que deban convertirse en insectívoros ni que necesariamente disfruten toda la comida preparada con insectos o todos los insectos comestibles. Mi interés es más modesto: que el lector pueda considerar a los insectos como ingredientes en nuestra cocina, tanto por su sabor como por su valor nutricional. Cierto es que al paladar se le educa para disfrutar determinados sabores, principalmente aquellos que no conocemos, o aquellos a los que naturalmente respondemos con rechazo, pero también es cierto que habrá sabores o ingredientes que no logremos disfrutar o que incluso causen aversión. De esta manera, el hecho de ampliar nuestro menú no significa que debamos de disfrutar toda experiencia gastronómica. Es posible que algún lector se declare completamente carnívoro, fanático de los cortes finos, pero que no disfrute algunos tipos de carne; también es posible que alguien decidido a ser vegetariano estricto deteste ciertos vegetales o semillas, o alguna forma en la que se preparan dichos ingredientes. Asimismo, tampoco pretendo dar la impresión de que los insectos son mucho mejor alimento que cualquiera otro. Mi intención primordial es que los lectores consideren a los insectos, primero como parte indispensable de nuestro mundo, y segundo, como una opción culinaria, fuente importante de nutrientes (principalmente en los lugares donde hacen falta) y de experiencias gustativas, y que se atrevan a probarlos y degustarlos. Quizá descubran una delicia donde antes sólo miraban algo repugnante.
Es mi interés recalcar el hecho de que nos conducimos por el mundo bajo las directrices de muchos prejuicios generados por ignorancia, que nos limitan en vez de liberarnos, por lo que en ocasiones nos hacen daño a nosotros mismos y también a nuestro hermoso planeta. El rechazo a los insectos como alimento es tan sólo una forma de la actitud generalizada de rechazo a la naturaleza, una forma en que nuestra perspectiva fragmentaria del mundo nos hace estar en conflicto con ella. Espero lograr, al menos, que aquellos lectores que sienten una profunda aversión a todo tipo de bicho rastrero reconsideren su postura y contemplen la posibilidad de que pueden estar equivocados.
A pesar de que somos un país altamente entomófago, las personas de las ciudades ignoramos la amplia diversidad de insectos comestibles y que son empleados por muchas comunidades y grupos étnicos como ingredientes de exquisitos platillos. Aquellos que saben que existen insectos comestibles en México, podrían considerar el consumo de insectos como una curiosidad de algunos pueblos, pero, por el contrario, la entomofagia es mucho más importante de lo que se supone e incluso podría llegar a ser más importante de lo que se imagina.
Muchos investigadores en el mundo se han dedicado a la ardua tarea de buscar, clasificar, analizar los contenidos nutricionales de las especies comestibles, así como entrevistar a las personas de las localidades y a compilar las diversas maneras en que son cocinados estos insectos. Es una labor compleja en la que interaccionan diversas áreas del conocimiento como la entomología, la antropología, la arqueología, la etnobiología, etcétera. Este libro ha surgido de la necesidad de responder mis propias preguntas sobre los insectos comestibles, las cuales creo que muchas personas también podrían tener[…]
Este libro es el resultado final, pero no pretende ser un compendio sobre los insectos comestibles de México, mucho menos del mundo, sino llenar un vacío de información sobre el tema y aproximar al lector a una realidad que se encuentra ante nosotros y que, tan obvia como los mismos insectos, puede ser ignorada. Este trabajo se ha nutrido y ha sido desarrollado a partir de numerosas fuentes, de las cuales las más importantes son especificadas en la bibliografía, por lo que no pretende competir con ninguna de ellas, pues han sido elaboradas por verdaderas autoridades en el tema. Considéreme el lector como un turista de la entomofagia contándole sobre mi entusiasmo por haber explorado dicho campo de estudio y menú.
En México, la investigación sobre insectos comestibles fue iniciada por la Dra. Julieta Ramos Elorduy aproximadamente en 1970 a contracorriente y con arduos esfuerzos, tal y como ocurre con toda labor pionera. Si ahora contamos con un catálogo sobre las especies de insectos comestibles de México, su distribución y su valor nutricional, ha sido gracias a su ardua e interesante labor. La mayor parte de la información vertida en este trabajo sobre los insectos comestibles de México (contenidos nutricionales, y muchas recetas), ha sido desarrollada por ella y sus colaboradores[…]
El título de este escrito, “Xopamiyolcamolli”, es un neologismo náhuatl que he acuñado y significa: “guisado de animales con muchas patas”, y está compuesto por las siguientes palabras de acuerdo a las reglas del náhuatl: xopalixtli: patas; miec: muchas; yolcatl: bicho, animalillo; molli: guisado o platillo. La palabra molli, traducida generalmente como guisado, la he empleado tomando en cuenta su significado más amplio, es decir, más como un preparado o platillo que como un guisado como lo conocemos actualmente. Es más, he estirado su significado para alcanzar el concepto de gastronomía: el arte de preparar manjares exquisitos. De esta manera, esta palabra nueva no la he creado pensando en algún insecto comestible particular, ni en los platillos preparados con ellos, sino para referirme en general a la tradición de las culturas mexicanas, pasadas y presentes, de conocer y aprovechar estos recursos y generar con ellos toda una gastronomía repleta de exquisiteces y delicadezas que no sólo nutren al organismo, sino que también llenan de ricas experiencias al paladar y al espíritu.
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Fragmentos del prefacio
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López Riquelme, Germán. (2014). Xopamiyolcamolli: gastronomía de bichos
con muchas patas. Ciencias 111-112, octubre 2013-marzo 2014, 154-155. [En línea] |
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Del museo como
inevitable destino
de los pueblos indios
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César Carrillo Trueba
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A cincuenta años de su creación, el Museo Nacional de
Antropología a sigue siendo muestra absoluta de la imagen que de los pueblos indígenas el Estado mexicano ha elaborado: en la planta baja, con un montaje impactante, el antiguo esplendor, grandes civilizaciones de cuyos logros podemos enorgullecernos; en la alta, en un mezzanine de poca altura, confinados en un reducido espacio, anteriormente maniquíes sin rostro y como detenidos en el tiempo, los actuales pueblos que habitan la misma región que los primeros. Entre ambos niveles no existe relación alguna, menos continuidad, tan sólo algunos rasgos que parecen más bien contingentes, como el hecho de ocupar el mismo territorio —algo que ya señalara Guillermo Bonfil—, quizá el nombre que se les ha dado a ambos, eventualmente una lengua afín, tan sólo ecos, simples reverberaciones en el tiempo, verdaderos objetos de museo.
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César Carrillo Trueba
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México. |
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Carrillo Trueba, César. Del museo como invevitable destino de los pueblos indios. Ciencias 111-112, octubre 2013-marzo 2014, 120-121. [En línea]
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