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Fernando Ortega Escalona y Gonzalo Castillo Campos
     
               
               
Hach Akyum, dios de lodos los dioses, creó el cielo y la selva.
En el cielo sembró estrellas y en la selva sembró árboles,
son una sola las raíces de los árboles y las raíces de las estrellas…
Por eso, cuando cae un árbol, cae una estrella.
Chan K’in viejo, líder tradicional de los Hach Winik
articulos
 
 
 
Con el nombre de bosque mesófilo de montaña se pueden agrupar
varias comunidades forestales que comparten características fisonómicas, ecológicas, climáticas y florísticas. No obstante, en los estudios de la vegetación estas formaciones han sido llamadas de muy diferentes maneras: bosque caducifolio, bosque deciduo, bosque deciduo templado, bosque de niebla pine-oak Liquidambar forest, selva nublada, forêt dense humide de montagne, moist montane forest; berg-regenwald; bosque ombrófito siempre verde de montaña forêt caducifoliée humide de montagne; aestisilvae (en parte), laurisilvae (en parte), elfin woodland; bosque ombrófilo de altura.      
 
Existen diversas razones por las que los botánicos le han dado diferentes denominaciones. Una de ellas es la dificultad que representa encuadrar la vegetación en unidades discretas; en ocasión sucede que ciertos criterios que son adecuados para tipificar las formaciones vegetales de una región del país no lo son para otra.          
 
Las comunidades arbóreas que conforman el bosque mesófilo de montaren el territorio nacional se encuentra en hábitats montañosos cuya altitud varía de 400 a 2 876 msnm; ocupan sitios más húmedos que los típicos de los bosques de Quercusy de Pinus, y más cálidos que los propios del bosque de Abies, pero más frescos que los que condicionan la existencia de los bosques tropicales.         
 
Generalmente, este tipo de bosque se encuentra entre el límite inferior de los bosques templados y el superior de la vegetación de clima cálido húmedo; también se han hallado manchones aislados dentro de las áreas de los bosques más húmedos de pino y de encino. Es una comunidad difícil de caracterizar, ya que comparte numerosos elementos florísticos con los tipos de vegetación con que colinda: representa la línea de unión entre las especies boreales y las neotropicales. El clima de esta formación vegetal, de transición entre el templado y el tropical, tiene un alto contenido de humedad atmosférica que ocasiona la formación de neblinas durante todo el año, siendo más frecuentes en la época fría, normalmente de noviembre a abril, lo que coincide en muchas localidades con la temporada de los meses más secos.         
 
En México, el bosque mesófilo de montaña está mejor y más típicamente representado entre 1 100 y 1 500 msnm, en zonas donde la precipitación anuales mayor de 1 000 y menor de 2 300 mm, y aunque hay algunas áreas en las que excede 3 000 mm, en la mayoría no pasa de 1 500 mm. En la actualidad este tipo de vegetación comúnmente se presenta en terrenos escarpados como laderas y fondos de barrancas y cañadas, y es escaso en los moderadamente planos con ligera pendiente; prefiere los lugares protegidos de la insolación fuerte y de los vientos.         
 
Este bosque se caracteriza porque más de 50% de sus especies arbóreas tiran hojas en alguna época del año, generalmente en el invierno. En el hemisferio norte del continente americano tiene un área discontinua de distribución del sureste de Canadá (paralelo 45° N corno límite septentrional) hacia el este de Estados Unidos, en donde es interrumpido por la porción desértica que comprende parte del estado de Texas y el norte de Tamaulipas y abarca una extensión de 700 km2 aproximadamente.           
 
En la República Mexicana se encuentra principalmente en ambas vertientes, en el Eje Volcánico Transversal y también en el Valle de México. En la vertiente del Atlántico, en la Sierra Madre Oriental, se distribuye en forma discontinua, desde el suroeste de Tamaulipas hasta el norte de Oaxaca y Chiapas, incluyendo porciones de San Luis Potosí, Hidalgo, Puebla y Veracruz. En la vertiente del Pacífico su presencia es aún más dispersa, pero se ha registrado desde el norte de Sinaloa hasta la Sierra del Soconusco en Chiapas. Continúa hacia el sur del continente en las montañas de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, en donde, aproximadamente a los12° N, en la llamada Fosa de Nicaragua, zona de baja altitud y calurosa, los elementos boreales del bosque mesófilo de montaña encuentran una barrera natural que impide que éste se extienda hacia el resto de Centro y Sudamérica.          
 
Dentro del territorio nacional los estados con mayor superficie de bosque mesófilo de montaña son Oaxaca (35 217 ha), Chiapas (27 526 ha), Hidalgo (21 641 ha), San Luis Potosí (17 184 ha), Guerrero (14 156 ha), Veracruz (12 325 ha), Puebla (7 452 ha) y Colima (6 870 ha).        
 
Por otra parte, este tipo de bosque se presenta en forma de muy diversas asociaciones que a menudo difieren en cuanto a la altura, la fenología y sobretodo en las especies dominantes. Estas varían con frecuencia de una ladera a otra y de una cañada a la siguiente, constituyendo así, en conjunto, una comunidad bastante heterogénea, pero cuyas poblaciones muestran ligas florísticas y ecológicas entre sí.    
 
Una consecuencia de la variación de sus poblaciones, en la que participan en forma importante la mezcla de sus elementos templados y tropicales y el amplio intervalo de altitud donde vegetan, es la gran diversidad global en especies arbóreas, epífitas, pteridofitas y trepadoras. Además, presenta afinidades con diferentes floras que lo convierten en uno de los ecosistemas más notables y complejos desde el punto de vista biogeográfico, ya que muestra ligas tanto con el norte como con el sur de América y con el lejano Oriente. En México, hacia el sur, su composición florística es menos afín con los bosques de Estados Unidos y muchas de las especies de la flora templada y sureña nacional que lo componen son endémicas de nuestro territorio y de la República de Guatemala.      
 
Debido a su extensa pero fragmentada y muy discontinua distribución, al amplio intervalo altitudinal en el que puede desarrollarse, al hábitat transicional que existe entre las áreas templadas y tropicales, a su clima específico y a los varios tipos de suelo donde se ha observado, las especies dominantes varían de una región a otra del bosque.    
 
 
Usos actuales y potenciales         
 
Las áreas cubiertas por el bosque mesófilo de montaña han sido de las preferidas por los habitantes de las comunidades rurales para la agricultura de temporal, ya que además de poseer clima favorable, humedad y lluvias gran parte del año, sus suelos tienen gran cantidad de materia orgánica. Prueba de dicha preferencia es que en algunas zonas que tuvieron por lo menos parcialmente este tipo de vegetación, se ha desarrollado la más importante agricultura de temporal de clima templado: Mixteca Alta, Mesa de Puebla y Tlaxcala, Valle de México, región del Bajío, etc.        
 
Actualmente, pocas son las áreas propicias para cultivos anuales que se pueden talar y aprovechar agrícolamente, ya que por ser escarpado el terreno donde se desarrolla gran parte de lo que queda de esta comunidad vegetal, la materia orgánica es rápidamente arrastrada por las lluvias y vientos. 
 
Maíz, frijol, trigo, haba, cebada, soya, avena, papa y tabaco son los principales cultivos que se siembran en este tipo de bosque, pero hay una marcada preferencia por el cultivo del café (Coffea arábica L.) ya que, debido a su clima y suelo, es en este ecosistema donde mejor se desarrollan los cafetos.   
 
La cafeticultura que se propagó masivamente a finales del siglo XIX en muchas montañas de México ha sido quizás la principal causa de las perturbaciones que ha sufrido el bosque mesófilo de montaña. Su importancia ecológica es que el café se puede cultivar asociado a algunas especies arbóreas en las más pronunciadas pendientes, áreas donde otros cultivos han tenido dificultades para producir de manera económicamente rentable. Otros cultivos, introducidos en algunas de sus áreas, son pequeñas huertas de naranja, limón, manzana, aguacate, durazno, ciruela, pera y chabacano.             
 
Por lo que respecta al aprovechamiento forestal, a pesar de que gran parte del bosque mesófilo de montaña se encuentra en terrenos abruptos, muchas de las áreas cubiertas por esta comunidad vegetal han estado densamente habitadas y sometidas a una intensa explotación desde hace siglos. Por lo tanto, la vegetación original ha sido eliminada en grandes extensiones de terreno. En regiones enteras ya no existe y en numerosas localidades está casi por desaparecer.           
 
Las cortas y talas clandestinas de este bosque son frecuentes, por lo que abundan los claros que son ocupados rápidamente como potreros y pastizales. Estos rara vez sustentan una ganadería próspera, además, eliminan la posibilidad de la regeneración natural, ya que las reses acaban con los retoños y plántulas y compactan el terreno.  
 
La explosión demográfica, la tala clandestina, el cultivo del café, la ganadería y la agricultura de temporal, muchas veces seminómada, han causado en los últimos lustros la disminución drástica de su extensión. En 1971 ocupaba una área de 1 716 110 ha, o sea 0.86% de la superficie del país. Para 1991 sólo se registraron 142 371 ha que representan 0.07% del territorio mexicano. Es decir, en 20 años el área ocupada por esta formación forestal se redujo a menos de una décima parte (8.3%) a una tasa promedio de 78 687 ha por año.            
 
A pesar de que la superficie ocupada por este bosque actualmente es mucho menor v que por lo mismo contiene relativamente poca cantidad de madera en rollo en pie (9 367 065 m3), su importancia forestal para el país es fundamental por las siguientes razones:          
 
Provee de maderas a muchas de las comunidades rurales que se ubican en él o en sus cercanías, y como su distribución —aunque discontinua— es muy extensa, son bastantes las localidades beneficiadas en la satisfacción de sus necesidades de productos forestales.         
 
La demanda de los múltiples tipos de materia prima que suministran los bosque: como maderas, frutos, gomas, resinas, curtientes, fibras, plantas ornamentales como orquídeas, palmas y helechos, etc., puede aumentar en los tiempos venideros.                
 
Gracias a las favorables condiciones ambientales de las regiones que ocupa y al número de especies de rápido crecimiento detectadas, la silvicultura es capaz de producir grandes volúmenes de madera y productos forestales diversos si se practican técnicas correctas en el manejo del bosque, pero para que éste pueda integrarse a algún programa de alta producción, se debe cuidar que no esté muy degradado.          
 
Es muy importante tener reservas de vegetación original de este tipo de bosque, ya que ocupa suelos frágiles, con una gran probabilidad de erosionarse después de eliminada la cobertura arbórea.          
 
Los relictos de vegetación son bancos de germoplasma, vegetal y animal, que en un momento dado contribuyen en forma significativa a la regeneración del bosque original.   
 
El bosque mesófilo de montaña en conjunto y no a nivel de especies tiene una tasa de crecimiento absoluta y un proceso sucesional más lento que otros bosques de las zonas tropicales. Esto hace que cuando es perturbada su recuperación, por ser lenta, se vea alterada fácilmente por diversos motivos. Es decir, es un ecosistema frágil que requiere mucha atención.            
 
Debido a la neblina, que es frecuente en este tipo de bosque, su deforestación puede contribuir a crear condiciones de semiaridez, ya que la eliminación de los árboles que interceptan y condensan la niebla ocasiona una pérdida considerable de agua que es arrastrada en forma de niebla a otros lugares. Además, sin la cobertura arbórea, el agua de lluvia tiende a escurrir más superficialmente que a filtrarse, lo que provoca desabasto de agua a los mantos freáticos.    
 
Su flora tiene vínculos geográficos interesantes. Por ejemplo, un número significativo de sus árboles, a menudo dominantes, existe también en el este de Estados Unidos. También hay algunas plantas herbáceas, así como briofitas y hongos que presentan este tipo de distribución. Sin embargo, cabe señalar que el elemento neotropical o meridional es cuantitativamente más importante y consiste en géneros y especies comunes con la región andina de Sudamérica.            
 
Su habitat es uno de los más apropiados para la agricultura, ya que es el área donde mejor se desarrollan diversos cultivos. Estos pueden ser anuales o perennes; entre estos últimos, por ejemplo, están los cafetales. En ellos hay gran variedad de elementos florísticos, y aunque su cantidad no puede compararse con la del bosque se puede considerar que son similares, desde el punto de vista ecológico funcional. En ambos casos, cafetal y bosque, las especies arbóreas, arbustivas, herbáceas, epífitas, etc., evitan la erosión del suelo, mantienen el equilibrio de los nutrientes, los ciclos microbiológicos y recirculan la materia orgánica. Sin embargo, la sustitución del bosque por los cafetales conlleva implícitamente la reducción del habitat para muchas especies vegetales y animales, que desaparecerán para siempre y con ellas la esperanza de que algún día puedan ser estudiadas para conocer sus propiedades medicinales, forrajeras, tintóreas, maderables, etc.      
 
Las comunidades del bosque mesófilo de montaña poseen una gran diversidad de especies arbóreas, epífitas, pteridofitas y trepadoras sui generis, particulares o únicas de esta formación forestal. Tal diversidad es importante por sí misma y por ser patrimonio de las nuevas generaciones, lo que nos debe estimular para conservarla y buscar métodos adecuados para aprovecharla de manera sostenida. Pero aunque ya se ha avanzado bastante en el conocimiento, principalmente florístico, de las especies que la conforman, aún no es suficiente; se necesitan más investigaciones que permitan en un futuro no muy lejano su manejo adecuado, pues este recurso actualmente tiende a desaparecer a causa de las actividades humanas.      
 
 
Perspectivas         
 
Es obvio que no existe información suficiente para aprovechar en forma sostenida y eficiente todas las especies arbóreas nativas del bosque mesófilo de montaña. Pero para algunas, tal vez muy pocas, sí hay información sobre su tecnología y comportamiento en plantaciones forestales, en estudios realizados tanto en el país como en el extranjero. Con dichas especies sería conveniente realizar, lo más pronto posible, programas de aprovechamiento, reforestación y plantaciones forestales, para satisfacer, en cierta magnitud y sin menoscabo de las islas de vegetación original que nos quedan, la demanda de madera de las poblaciones con asentamientos en sus áreas de distribución o cercanas a este bosque.             
 
El conocimiento del comportamiento de las especies en plantaciones no es suficiente para entender cuál es su función dentro del bosque. A éste hay que conceptualizarlo como un conjunto de especies arbóreas, herbáceas, epífitas, etc., con una dinámica propia, es decir, como una unidad ecológica. Como tal, es necesario estudiarlo y establecer cuáles son los procesos ecológicos que gobiernan su permanencia, evolución, regeneración, productividad de materia orgánica, etc. El tiempo que dure el estudio de cada proceso ecológico dependerá del tipo de proceso objeto de la investigación.            
 
Por otra parte, hay algunos estudio de relativa corta duración que son muy importantes para la conservación de la vegetación, a los cuales se debería dar prioridad. Uno de ellos es el ordenamiento ecológico, fundamental tanto para legalizar y establecer áreas protegidas como para manejar y conservar el bosque mesófilo de montaña en conjunto. Como complemento de éste, están los estudios de propagación y tecnología de la madera de las especies arbóreas más importantes por su abundancia, talla y distribución.       
 
Los estudios complementarios del ordenamiento ecológico son fundamentales para hacer más rentable el uso del suelo que la ganadería y los cultivos típicos de las áreas donde alguna vez hubo o aún hay bosque mesófilo de montaña. Entre los cultivos con los que tiene que competir la silvicultura en rentabilidad están, por ejemplo, el cafetal y el maíz.              
 
A corto plazo, es necesario realizar un manejo forestal redituable, que no socabe el poco bosque mesófilo de montaña que nos queda, ya que la utilidad de este ecosistema será la base para su conservación. La falta de un manejo forestal adecuado de muchas de las especies con gran valor comercial, ha sido uno de los factores que ha motivado la reducción de este tipo de bosque. Otro factor es que tradicionalmente se ha pensado que las condiciones ambientales —por demás benignas de este bosque— son las más adecuadas para las actividades agrícolas y ganaderas, en vez de las silvícolas.                
 
El uso no forestal afecta el abasto de madera y éste el desarrollo de la industria maderera. Muchas de éstas no funcionan en forma óptima precisamente por la falta de un abasto de madera permanente, puntual, eficiente y con control de calidad, además, entre más lejos y escarpadas se encuentren las zonas de extracción, más cara es la madera. La forma de trabajar de las industrias forestales ahora se convierte más que nunca en un punto de gran importancia ya que debido a la reciente devaluación del peso mexicano frente al dólar y el Tratado de Libre Comercio, los precio de la madera nacional podrán competir con los de la importada en todos los mercados locales, pues ahora comprarla en el extranjero cuesta lo mismo que adquirirla en el país. Desde este punto de vista. los madereros mexicanos tendrán la oportunidad de hacer más rentables sus empresas que el año pasado cuando la madera extranjera se podía adquirir, en muchos casos, a un precio 30% menor que el precio de la madera mexicana.                
 
Hasta el año pasado se pensaba que esta desventaja en los precios afectaría la industria forestal nacional, mismo que al no poder competir en los precios dejaría de explotar las áreas arboladas y no trabajaría más. Ahora, al mejorar el precio de la madera nacionales deseable que la industria maderera mexicana se haga eficiente y realice un manejo óptimo de las zonas boscosas de donde obtiene su materia prima. Si así sucediera, los estudios ecológicos junto con los de propagación de especies forestales y los de transformación y propiedades de su madera, serían la base para el desarrollo de la industria maderera del país. Sin embargo, si la industria forestal nacional dejara de funcionar por cualesquiera motivos, las masas arbóreas descansarían de su extracción, aunque lo más seguro es quela población les daría otros usos no forestales, como la ganadería y la agricultura.            
 
El crecimiento de la población es muy importante para la permanencia de los bosques. Conforme aumenta el número de habitantes aumenta la demanda nacional de madera, y muchas familias la obtienen de las zonas arboladas sin darles un manejo silvícola, y aunque sepan hacer, como lo han hecho tradicionalmente, la demanda creciente de madera y tierras para cultivar no se los permitirá. Las acciones inmediatas de instituciones encargadas del aprovechamiento y conservación de nuestros recursos forestales son fundamentales para el futuro. El largo plazo nos ha alcanzado, ahora todo depende de qué se entienda por desarrollo, y las maneras en las que se accederá a él.   
 
 
Importancia comercial   

Hoy día, el paisaje que en numerosas localidades queda del bosque mesófilo de montaña está formado por algunas islas de esta comunidad forestal y muchos manchones de vegetación secundaria con diferentes grados de perturbación. No obstante, en las islas de vegetación original y áreas perturbadas hay árboles típicos de este ecosistema; algunos poseen madera de buena calidad con un potencial comercial factible de explotarse; otros además de ser maderables en alguna medida, son importantes para los habitantes de las comunidades rurales inmersas en este tipo de bosque por sus usos forrajeros, medicinales, alimenticios, etc. A continuación se citan algunos ejemplos y en ellos sólo se señalan los usos más importantes y redituables de las especies citadas.

Maderas para zapatas de los frenos del Sistema de Transporte Colectivo Metro: Carpinus caroliniana Walter (pipinque); Cornus disciflora Moc. & Sessé ex DC. (aceituno); Fraxinus uhdei (Wenz.) Ling (fresno). Para componentes o partes de instrumentos de música clásica y muebles finos: Cedrela odorata L. (cedro); Juglans pyriformis Liebm. (nogal); Liquidambar macrophylla Oersted (liquidámbar); Diospyros digyna Jacq. (zapote negro); Carya spp. (nogalillo); Cupressus benthamii Endl. (ciprés); Fagusgrandifolia Ehrh. (totolcal); Acer spp. (álamo); Tilia spp. (sirimo); Pithecellobium arboreum (L) Urban (frijolillo). Para muebles de mediana calidad, chapa y triplay: Magnolia schiedeana Schldl. (magnolia); Persea americana Miller (aguacate); Platanus mexicana Mona (haya); Ulmus mexicana (Liebm.) Planch. (olmo); Beilschmiedia anay (Blake) Kosterm. (aguacatillo); Prunus serótina Ehrenb. (capulín); Dendropanax arboreus (L.) Decne. & Planch. (carne de pescado); Quercus spp. (encino); Juglans pyrilormis Liebm. (nogal); Arbutus spp. (madroño).  

Especies para pulpa de papel, reforestar y controlar la erosión del suelo: Alnus acuminata Kunth (aile); Alnus jorullensis Kunth (ilite); Leucaena spp. (guaje); Heliocarpus mexicanus (Turcz.) Sprague (jonote); Belolia mexicana (DC.) K. Schum. (cuapetate). Para cercas vivas y pulpa de papel Podocarpus reichei Buchholz & N.E. Gray (peinecillo); Alchornea latifolia Sw. (achiotillo); Croton draco Schldl. (sangre de drago); Ficus spp. (amate).  

Maderas para artículos deportivos de excelente calidad y dirigidos a usuarios de alto poder adquisitivo: Ostrya virginiana (Miller) K. Koch (moralillo); Oreomunnea mexicana (Standley) Leroy (palo dezopilote); Ouararibea funebris (Llave) Vischer (molinillo). Para mangos de herramienta: Luehea speciosa Willd. (tepacacao); Trichilia havanensis Jacq (estribillo). Para la construcción pesada: Crysophyllum mexicanum Brandeg. ex Standley (zapote caimito); Lonchocarpus spp. (chapería); Quercusspp. (encino). Para leña y construcción de viviendas rurales tradicionales: Rapanea myricoides (Schldl.) Lundell (chilcuabil); Clethra mexicana DC. (marangola); Oreopanax xalapensis (Kunth) Decne. &Planch. (macuilillo); Acacia spp. (güizache); Perrottetia ovata Hemsley (palo de agua); Leucaena spp. (guaje); Caesalpinia spp. (cascalote).  

Especies para forraje en la época en que éste escasea por las sequías: Trema micrantha (L.) Blume (ixpepel); Trophis racemosa (L.) Urban (ramoncillo). Árboles con frutos comestibles: Prunus capuli Cav. (capulín blanco); Inga jinicuil SchWr. (jinicuil); Sambucus mexicana Presl. (saúco). Cortezas medicinales: Talauma mexicana (DC.) Don (flor de corazón) usada para aumentar la amplitud del pulso, regular y retardar las contracciones cardiacas. Otras, pero con propiedades anestésicas son las cortezas de Bocconia spp. (enguande); Erythrina americana Miller (colorín); Buddleia americana L. (tepozán) y Casimiroa edulis Llave & Lex. (urata).

 
 
Especies arbóreas más frecuentes        
 
No obstante que las especies dominantes varían en las diferentes áreas geográficas donde se encuentra esta formación forestal, hay algunas que poseen amplia distribución, ya que se presentan con bastante frecuencia en muchas de las localidades donde se ha encontrado bosque mesófilo de montaña o vegetación secundaria derivada del mismo, dichas especies son:
 
 
Especie  Familia  Nombre común  Especie  Familia Nombre común
Alcbornea laífolia Sw. Euphorbiaceae achiotillo P bekleriiolia (Meissner) Mez. Lauraceae campana
A/nusacuminató Kunth Betulaceae aile Plalanus mexicana Moric. Platanaceae haya
A. jorullensis Kunth Betulaceae ilite Podocarpus maludai Lundell Podocarpaceae tabla
Aidisia densilloia Kruger S Urban Myrsinaceae nancillo P reicfie/ Bucriholz S N.E. Gray Podocarpaceae peinecillo
A. compressa Kunth Myrsinaceae capulín de mayo Pnjnusbracny/jofryaZucc. Rosaceae cerezo
Bocconia alborea S.Watson Papaveraceae enguande PsamydoídesSchltr. Rosaceae catecsh-quiui
B. Iwlescens L. Papaveraceae gordolobo P serótina Ehrenb. Rosaceae capulín
Bmnelte mexicana Slandley Brunelliaceae baraja Queras acalenangensis Trel. Fagaceae encino hoja fina
Carpimis caroliniana Walter Betulaceae pipinque Q. candicans Née Fagaceae encino de asta
Carya ovala (Miller) K. Koch Juglandaceae nog aullo cimarrón Q. candolleana Trel. Fagaceae encino
C. palmen Manning Juglandaceae nogal Q. corrúgala Hook. Fagaceae encino chicharrón
Clethra alcoceñ Greenman Clethraceae mameyito Q. crassilolia Humb. & Bonpl. Fagaceae encino hojarasco
C. mexicana DC. Clethraceae marangola 0. excelsa üebm. Fagaceae encino bornio
C.pringlei S.Watson Clethraceae palo cuchara 0. luriuracea üebm. Fagaceae encino colorado
Cornus discillora Moc. & Sessé ex DC. Cornaceae aceituno Q. galeotlii Mart. Fagaceae encinillo
C. excelsa Kunth Cornaceae tepecuilo Q. germana Cham. & Schidl. Fagaceae roble
C. iloiida i. Cornaceae corona Q. laurina Humb. & Bonpl. Fagaceae encino colorado
Cralaegus pubescens (Kunth) Steudel Rosaceae manzanilla 0. magnoliiíolia Née Fagaceae encino amarillo
Eugenia capul/(Cham. & Schidl.) 0. Berg. Myrtaceae capulín O.martineaíC.H. Muller Fagaceae encino blanco
Fagus mexicana Martínez Fagaceae totolea! Q. mexicana Humb. & Bonpl. Fagaceae encino cozahuatl
Fiaxinus ultde/(Wenz.) Ling. Oleácea fresno 0. obíusató Humb. & Bonpl. Fagaceae encino huaje
Gymnanlbes longipes Muell. & Arg. Euphorbiaceae calullé Q. ocolealolia üebm. Fagaceae encino capulincillo
Heliocarpus spp. Tiliaceae jonote Q.pedunculan'sNée Fagaceae encino avellano
Ilextolucana Hemsley Aquiloliaceae molahé 0. rugosa Née Fagaceae encino cuero
Juglans mollis Engelm. Juglandaceae nogal meca Q.sartorii üebm. Fagaceae encino blanco
J. pyriíormis üebm. Juglandaceae nogal negro Q.sororia üebm. Fagaceae encino
Liquidambar macrophylla Oersted Hamamelidaceae liquidambar Q.sp/endensNée Fagaceae encino
Magnolia schiedeana Schidl. Magnoliaceae magnolia O.lrinilalis Trel. Fagaceae encino
Meliosma alba (Schidl.) Walp. Sabiaceae palo blanco 0. xalapensis Humb. & Bonpl. Fagaceae encino rojo
M. dentóla (üebm.) Urban Sabiaceae fresnillo 0. uxoris Mcvaugh Fagaceae encino horcón
Myrica cerífera L Myricaceae árbol de la cera flhamnt/s capraeitolia Schidl. Rhamnaceae palo amarillo
Nyssa sylvatica Marshall Nyssaceae cabo deluc Samoucus mexicana Presl. Ex A. Cd. Caprlfoliaceae saúco
Heclandia spp. Lauraceae aguacatillo Symplocos limoncillo Humb. i Bonpl. Symplocaceae limoncillo
Ocolea helictehlolia (Meissner) Hemsley Lauraceae laurel Ternslroemia pringlei Rose Theaceae trompillo
0. kblzschiana (Nees) Hemsley Lauraceae laurelillo Tilia mexicana Schltr. Tiliaceae tila
Oreomunnea mexicana (Slandley) Leroy Juglandaceae palo de zopilote Trema micranlha (L.) Blume Ulmaceae ixpepel
Oreopanaxpellalus Linden Ex Regel Araliaceae mano de danta Tropte racemosa (L.) Urban Moraceae ramoncillo
0. xalapensis (Kunth) Decne. 8 Planch. Araliaceae macuilillo Turpin/a /ns¿p/7is (Kunth) Tul. Staphyleaceae huevo de gato
Oslrya wgtniana (Miller) K. Koch Betulaceae moralillo r.occ/dentefe (S.) G.Don Staphyleaceae manzanito
Persea americana Miller Lauraceae aguacate U/mus mexicana (üebm.) Planch. Ulmaceae olmo
Phoebe cbinanlecorum Schull. Lauraceae mogu Wei'nmann/ap/nnaíaL Cunoniaceae cempoalchal
 
Otras especies presentes en las áreas donde se ha estudiado al bosque mesófilo de montaña son aquellas pertenecientes a los géneros; Acer (Aceraceae, álamo); Arbutus (Ericaceae, madroño); María (Ericaceae, flor de mayo); Cupania (Sapindaceae, alisal); Dalbergia (Leguminosae, granadino), Dendropanax (Araliaceae, carne de pescado); Drimys (Winteraceae, palo blanco); Ganya (Garryaceae, cuachichic); Gilibertia (Araliaceae, palo de danta); Guarea (Meliaceae. bejuco blanco); Rapanea (Myrsinaceae, chilcuabíl); Salix (Salicaceae, sauce); Saurauia (Actinidiaceae, mameyito); Sryrax (Styracaceae, azahar del monte) y Xyfosma (Flacourtiaceae, coronilla).
 

Agradecimientos
 
Los autores agradecen la revisión del texto de este trabajo a las siguientes personas: Arq. Guadalupe Bárcenas R, doctor Raymundo Dávalos S., M. en Admón. Laura Rucias M. y al M. en I. Víctor R. Ordoñéz C.
 
     
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Fernando Ortega Escalona y Gonzalo Castillo Campos
Instituto de Ecología, A.C.
     
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cómo citar este artículo
 
Ortega Escalona, Fernando y Castillo Campos, Gonzalo. 1996. El bosque mesófilo de montaña y su importancia forestal. Ciencias, núm. 43, julio-septiembre, pp. 32-39. [En línea].
     

 

 

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