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Jaime Martínez Medellín | ![]() |
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Luisa Alba Lois |
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El pasado jueves 2 de marzo falleció el doctor Jaime
Martínez Medellín, destacado maestro de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Jaime fue un entusiasta miembro del consejo de colaboradores de esta revista, interesado siempre por la divulgación de la ciencia. Presentamos estas semblanzas elaboradas por dos de sus compañeras de trabajo.
Puedo hablar del doctor Martínez Medellín como científico y maestro. La gran capacidad de crítica y análisis que poseía se reflejó en todos los alumnos que formó, entre ellos: Víctor Valdés, Alejandra Mainero, Héctor Mayani y Nora Vázquez.
Comencé a trabajar con él en 1973, en el departamento de Biología Experimental de la Facultad de Medicina; acababa de regresar de su larga estadía en el extranjero, donde había obtenido el doctorado en Biología Celular por la Universidad de California, en San Diego. En ese periodo estableció una fructífera amistad con el doctor Herbert Schulman, quien se convirtió en su maestro y amigo. Los años de su estancia doctoral, según sus propias palabras, fueron los más felices y productivos, entre otras cosas porque se casó con Lilia Benavides, bióloga también de la Facultad de Ciencias. Lilia sería su máquina impulsora y su mayor juez durante los siguientes 30 años. En esa época nació su hija Cynthia, hoy pintora formal.
La familia se trasladó a Canadá para que Jaime iniciara una estancia postdoctoral en el Lady Davies Institute del Jewish Medical Hospital en Montreal; lugar donde permaneció cerca de 5 años y al que muchas veces regresaría en sus estancias sabáticas, en una de las cuales tuve la suerte de participar.
Cuando lo conocí empezaba su vida científica en México, con grandes deseos de impulsar la Biología Celular y la Bioquímica en el campo que fue su especialización: el estudio de anemias experimentales y su relación con el metabolismo del hierro. Su claridad para proponer experimentos y la forma de abordar las preguntas fue siempre una de sus grandes cualidades. Nunca olvidaba un dato; Víctor Valdés y yo, sus alumnos más viejos, dijimos que tenía una “mente fotográfica que nunca se velaba”.
A su regreso del Lady Davies Institute nunca se adaptó totalmente a la forma de vida y de hacer ciencia en México. Nació Esteban, su segundo hijo, al tiempo que Jaime caía en cuenta de lo importante que era impulsar su especialidad en nuestro país. Con él aprendimos a asistir a congresos, a exponer nuestros trabajos y a batirnos con los resultados experimentales.
La docencia era “una novia a la que Jaime siempre fue fiel”. Dio un impulso determinante a los cursos de Biología Molecular para biólogos, y al tomarla bajo su tutela hizo de ella un “clásico” para los alumnos interesados en ciencia básica. Recuerdo las discusiones afectuosas de Jaime y Víctor sobre los artículos más recientes del campo y las apuestas que hacían sobre cuál de los dos tenía el artículo más reciente. Jaime, junto con el grupo de Montserrat Gispert, Sergio Guevara y Carlos Juárez, entre otros, comenzaron a incidir en los planes de estudio y desarrollo del departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Fue uno de los pioneros, junto con Montserrat, la doctora Hoffman y el maestro Cifuentes en conformar la investigación dentro del departamento, bajo la premisa de que la enseñanza debe ser reforzada e impartida por investigadores. Al mismo tiempo participó en el desarrollo y funcionamiento de los Consejos Departamentales, concepto que llevó a hacer de la Facultad de Ciencias una dependencia de vanguardia, desde el punto de vista organizativo y de participación académico-estudiantil dentro de la UNAM.
Otro aspecto que mucho interesó a Jaime y en el que invirtió gran parte de su tiempo fue la elaboración de libros de texto para la enseñanza media superior, pues su preocupación era la formación de estudiantes que disfrutaran y se entusiasmaran con la ciencia como proyecto de vida profesional. Varios de esos libros han sido reeditados.
La vida académica de Jaime siempre estuvo influenciada por los conocimientos de Evolución; se convirtió en un experto de la evolución molecular, su “última novia”, materia que impartía de manera entusiasta en el posgrado de la Facultad junto con Rosaura Ruiz, con quien establecía grandes discusiones y cuyos cursos tenían gran prestigio. En los últimos años Jaime se dedicó a trabajar sobre algunos aspectos teóricos, para proponer un modelo que explicara la evolución molecular del código genético, trabajo que quedó inconcluso debido a su repentina enfermedad.
Espero que esta pequeña semblanza del maestro y amigo sirva para conocer un aspecto nuevo o al menos diferente de un ser de enorme personalidad y calidad humana, cuyos comentarios, a veces sarcásticos, denotaban el gran sentido del humor y sensibilidad con que constantemente admiraba a quienes, como yo, tuvimos la suerte de ser sus amigos y alumnos.
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Luisa Alba Lois
Facultad de Ciencias,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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cómo citar este artículo →
Alba Lois, Luisa. 1995. Jaime Martínez Medellín. Ciencias, núm. 38, abril-junio, pp. 56-57. [En línea].
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