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 de la memoria II
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En memoria
de los académicos agraviados durante
la dictadura franquista
134B05 
 
 
 
Carmen Calvo Poyato
 
                     
No oculto ni quiero ni debo ocultar la emoción,
el sentimiento que tengo, que adivino es compartido por todos los que estamos aquí presentes.
 
Querido colega del gobierno, Ministro; Presidente de la Real Academia de Ciencias; académicos, académicas, familiares, señoras y señores:
 
Hombres y mujeres que tuvieron que buscar su vida fuera de nuestro país por una situación no solamente trágica, sino injusta y sangrienta, de la que aún no nos hemos recuperado. Todavía en cualquier lugar del mundo, cuando te presentas como tal, en los ámbitos científicos nos siguen recordando a los hombres y a las mujeres de este país que hay una parte de la ciencia, en el ámbito correspondiente, que sigue viviendo del gran Santiago Ramón y Cajal.
 
Todavía tenemos que recuperarnos de todos los años en los que se nos han escapado talentos, investigación, aplicación científica y por tanto futuro y obligación de futuro en una competividad cada día más dificultosa en el plano internacional.
 
La política para servir a tu país, siendo compleja, es siempre gratificante, pero tiene momentos, si acaso, en los que la persona que en ese momento los encarna, mi modesta persona en este momento, lo hace de una manera completamente compacta: coincide lo que sientes, lo que piensas, lo que haces, lo que dices y lo que quieres representar.
 
Una España que no puede volver —porque no tiene punto de retorno— a una situación donde la España a la que pertenecemos no nos albergue absolutamente a todos en nuestras libertades, en nuestra pluralidad, en el valor superior de nuestro modelo constitucional, que es el pluralismo político, y donde no ocurra ni una sola vez más la tragedia que supone desprendernos de los mejores.
 
Éste es un acto de justicia que llega tarde, muy tarde, pero que para el gobierno no tiene duda ninguna. Para este gobierno, que representa el conjunto de los intereses de este país, no habrá forma de hacernos cambiar de rumbo en lo que representa el recuerdo y la memoria. No hay paz sin justicia. Nadie nos puede obligar a no recordar para no restituir, para no saber lo que ocurrió. Nadie nos podrá obligar a esta renuncia y no lo haremos. Por eso el 21 de diciembre, el Ministro de Ciencia —al que le agradecí y ahora le agradezco públicamente en este acto civil pero solemne, en este ritual de justicia de restitución—, propuso al conjunto del Consejo de Ministros restituir el nombre, el honor, el prestigio y el servicio inmenso que le hicieron a su país los siete científicos represaliados y destituidos de los honores que les correspondían a título de sus méritos personales.
 
No hay una situación más irracional, más insoportable que ésta, donde la sinrazón compite justo en el lugar donde la ciencia busca la razón.
 
Decía antes que en la cultura y en la ciencia los seres humanos nos adentramos en la averiguación de lo desconocido, de los misterios que la vida entraña. Si la ciencia lo hace desde el lado racional y objetivable, en la cultura se hace desde el lado libérrimo y subjetivo de la búsqueda, pero al final búsqueda.
 
Los hombres y mujeres que se dedican a la ciencia en sus vidas como seres particulares gozan de los mismos defectos o virtudes que los demás, pero al confiar en sí mismos, en su propio instinto y en la creatividad que les mueve tanto en el nivel científico como en el cultural, devienen diferentes de los demás. Son más valientes: arrostran las dificultades de comprobar y de ser sometidos a juicio, arrostran las dudas de caminar por lugares desconocidos. Y por eso no solamente hemos de rendir justicia a ellos siete, sino eterno agradecimiento a todos los demás en aquel momento de nuestro país.
 
El agradecimiento enorme que para algunos países, como México, significó justo lo contrario que para España. Los miles de hombres y mujeres, en el ámbito de la ciencia y de la cultura, particularmente queridos y elegidos por el presidente Lázaro Cárdenas, supusieron un punto de arranque de la modernidad de México, de la luminosidad también de sus instituciones científicas, empezando por la unam.
 
Somos conscientes los españoles de esto. Rendimos en su momento homenaje de gratitud al presidente Cárdenas porque salvó una parte importante, siendo todas las vidas humanas iguales, de lo mejor que habían producido la ciencia y la cultura españolas. Muchos pensamos, a título cívico, que no nos hemos recuperado todavía de aquella descapitalización, de aquella situación en la que nos tuvimos que desprender de ese capital importante.
 
Con este acto reconocemos y restituimos también el honor y la memoria de quienes en aquel momento los acompañaron, de tantos otros que sin su grado de excelencia —profesores ayudantes, becarios con niveles diferentes del rigor del reconocimiento que la Academia les otorgó a ellos— en sus rangos de catedráticos y de doctorado en otras universidades fuera de las nuestras, también arrostraron esta injusticia.
 
Se afirma poder cerrar, como reza el preámbulo de la Ley de Memoria Histórica, poder cerrar las heridas con la verdad. Sólo así quedarán cerradas, sólo así en un año en el que celebramos ya el 41 aniversario de nuestra Constitución, seremos entre todos capaces de trazar un futuro donde estas negruras no vuelvan.
 
Estamos en un momento complejo en el plano nacional, internacional y europeo, donde aparecen nubarrones sostenidos sobre la irracionalidad de las posiciones. Nunca dejaremos de sostener los profundos valores humanos que encierran los valores democráticos. Defendámoslos en todas las posiciones posibles. Pero una de ellas, importante para el gobierno, tiene que ver con la memoria histórica. Porque es la memoria desde la que recibimos lecciones importantes, porque es una suerte de brújula para saber también los rumbos del presente y del futuro. En ello no pararemos y por eso, querido Ministro, no solamente te he agradecido en su momento la iniciativa, sino que ahora, a título estrictamente cívico, te agradezco mucho que me hayas permitido vivir este momento.
 
Gracias.
 

     
Nota
Discurso pronunciado durante el Acto en memoria de los académicos agraviados durante la dictadura, Madrid, 30 de enero de 2019.
     

     
Carmen Calvo Poyato
Vicepresidenta del Gobierno de España.

     

     
 
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