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B06
 
 
 
The Journey of Man.
A Genetic Odyssey
 
Spencer Wells
Random House, Nueva York,
2002. 218 páginas.
 
 
   
                   
Dice Jorge Volpi que el cerebro es una máquina de futuro, que nos permite, sobre todo, la empatía, y nos inclina, desde su punto de vista, a apasionarnos por la ficción. La idea es interesante, y como muchas otras de este escritor mexicano, digna de reflexionarse. Pero mucho se ha repetido que no podemos vislumbrar lo que vendrá sin conocer y revisar nuestro pasado. Esto se aplica también a la historia escrita, y bien puede extenderse a aquella que nos precede biológicamente.
 
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha elucubrado, y aún trata de explicar, en dónde se originó la humanidad y cómo llegó a poblar prácticamente todo el planeta. Actualmente hacer la reconstrucción de la especie humana, desde la ciencia, sin recurrir al adn es impensable, y gracias a la investigación y la mejora en las técnicas de laboratorio y datación, las aproximaciones a nuestro origen y devenir son cada vez más claras.
 
En este viaje y odisea genética, Spencer Wells, destacado investigador y divulgador estadounidense, nos narra la forma en que genética y antropología se entrelazan para develar el recorrido de nuestros ancestros desde África hasta Asia, Oceanía, Europa y América.
 
Con una introducción histórica sobre las teorías que proponían diversas especies en el origen del Homo sapiens, Wells nos lleva de la mano al estudiar las diferencias en los genes para corroborar la hipótesis de una sola especie por medio de los mismos mecanismos evolutivos que actúan sobre el resto de los organismos. Nos explica, con un lenguaje accesible y claro, el trabajo de su mentor, Luca CavalliSforza, quien comenzó investigando grupos sanguíneos para aportar los primeros elementos que permiten determinar fechas en que las poblaciones humanas se separaron; más tarde vendrían los primeros intentos con adn.
 
Al revisar el trabajo de muchos investigadores en el mundo, e integrando sus hallazgos, Wells muestra con bastante soltura, pero también rigor, la diversidad actual de los grupos humanos, empezando por el indiscutible origen africano del hombre con base en el análisis de los numerosos polimorfismos en el cromosoma y.
 
Siguiendo los marcadores genéticos, particularmente el adn mitocondrial, que es ya una pieza fundamental en los estudios de las décadas recientes, ubica a la “Eva” original en África hace 150 000 años. Por otra parte, con el análisis del cromosoma y, que pasa prácticamente sin cambios de generación en generación —lo que permite ubicar la ocurrencia de mutaciones— nos dice que “Adán” vivió hace unos 60 000 años. Con los elementos que se han ido sumando, la búsqueda de los cambios se vuelve apasionante, y el autor hace entonces un recorrido hacia Medio Oriente, India, Australia, China, Siberia y Europa.
 
Más tarde, con lo que podría considerarse un marcador siberiano, sigue las huellas de los primeros pobladores de América hace poco más de 15 000 años. Con el estudio genético de los nativos americanos se han podido encontrar las pistas del cruce de los grupos humanos por el estrecho de Bering. Así, junto con las huellas dejadas por otros mamíferos, el autor concluye que: “rocas y huesos parecen concordar con el adn”.
 
En sólo 40 000 años nuestra especie viajó de África oriental hasta Tierra del Fuego, enfrentando desiertos, escalando montañas y las grandes tierras heladas del norte, adaptándose a condiciones de vida muy distintas. Así, hace alrededor de 10 000 años los humanos habían llegado ya a casi todos los continentes y puede decirse, casi literalmente, que lo demás es historia. Un libro muy recomendable, con muchos datos, pero también escrito con una narrativa que permite leerlo casi de un hilo.
   
Referencias bibliográficas
 
Volpi, J. 2011. Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción. Alfaguara, México.
   
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Patricia Magaña Rueda
 
Facultad de Ciencias,
 
Universidad Nacional Autónoma de México.
 

 

como citar este artículo

Magaña Rueda, Patricia y Autor: Spencer Wells. (2011). The Journey of Man. A genetic Odyssey. Ciencias 103, julio-septiembre, 78. [En línea]

   

 

       
 
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B05
 
Los dinoflagelados
un grupo excepcional
 
Raquel González Pérez, Olga M. Echeverría Martínez, Silvia Juárez Chavero y Gerardo H. Vázquez Nin
   
   
     
                     
                     
Los dinoflagelados son protistas microscópicos unicelulares que forman el phylum Pyrrophyta, constituido por dos clases: Dinophyceae, con más de 4 000 especies de vida libre, y Syndinophyceae, con alrededor de 40 especies parásitas y simbiontes. Su adaptación a una gran variedad de ambientes se ve reflejada en su diversidad de formas, tipos de nutrición y un enorme registro fósil que data de varios millones de años.
 
En condiciones favorables, algunos dinoflagelados de vida libre de los géneros Alexandrium, Glenodinium, Gymnodinium y Gonyaulax pueden reproducirse fácilmente y tornar las aguas superficiales de color rojo debido a las neurotoxinas que producen, lo que se llama marea roja, y que suele ser venenosa para muchos tipos de organismos marinos, provocando su muerte en cadena.
 
Algunos dinoflagelados establecen asociaciones simbióticas con invertebrados marinos, especialmente con corales, anémonas, zoantidos y gorgonias (cnidarios de la clase Antozoa), formando así los arrecifes coralinos, que albergan un cuarto de la biodiversidad marina del planeta. Las asociaciones simbióticas son interespecíficas y complejas, y los participantes reciben beneficios que les permiten coexistir en un ambiente escaso de nutrimentos.
 
En el arrecife de la Isla Santiaguillo, parte del Sistema arrecifal veracruzano, viven anémonas que llevan una relación simbiótica con dinoflagelados del género Symbiodinium, interacciones que revelan un largo proceso de adaptaciones evolutivas (ecológicas, fisiológicas, estructurales y moleculares) que han contribuido a la supervivencia de ambos organismos. Las anémonas proveen a Symbiodinium de un ambiente seguro y de nutrimentos —dióxido de carbono, fósforo y nitrógeno, componentes de desecho de la respiración celular— y reciben productos fotosintéticos, como el oxígeno y moléculas orgánicas provenientes de la fijación de dióxido de carbono —manteniendo entre ellos una translocación considerable y bidireccional de nutrimentos.
 
Los dinoflagelados tienen una gran importancia biológica y evolutiva, y presentan características estructurales únicas entre los organismos con núcleos celulares bien definidos (eucariontes): la organización del adn empaquetado en forma de cromosomas que, junto con el nucléolo, se mantiene permanentemente condensado durante todo el ciclo celular; una ausencia de proteínas histonas (proteínas básicas de bajo peso molecular, responsables del empaquetamiento del ADN, muy conservadas evolutivamente entre los eucariontes); y la permanencia intacta de la envoltura nuclear durante la división celular.
 
 
El núcleo celular
 
 
El núcleo celular varía en forma, tamaño y contenido de adn en los dinoflagelados. Las morfologías nucleares que se observan son: ovalada (Crypthecodinium cohnii), triangular (Gymnodinium dodgei), arriñonada (Alexandrium fundyense) y en u o v (Prorocentrum micans). El tamaño nuclear es muy amplio, va de 5 µm (micrómetros) como en Crypthecodinium cohnii, a 40 µm, como en Gymnodinium nelson. El contenido de ADN es muy variable, entre 1.5 y 400 pico gramos por núcleo (pg/n) que, comparado con el de otros eucariontes, es muy alto —en plantas se suelen encontrar valores que oscilan alrededor de 40 pg/n, y de 5.6 pg/n en células humanas. Aproximadamente 60% del ADN de dinoflagelados está formado por secuencias repetitivas.
 
Son los únicos eucariontes que carecen de histonas en la cromatina, proteínas que desempeñan un papel fundamental en el empaquetamiento de ADN, permitiendo su compactación en grumos y filamentos de diferentes diámetros, de manera que metros enteros de ese material se acomodan en el volumen de los núcleos, que va de 5 a 20 µm. El agregado de grupos metilo, acetilo, fosfato y otros en aminoácidos del extremo amino terminal de estas proteínas constituye un código epigenético que influye en la estructura y las funciones de la cromatina.
 
La importancia vital de las histonas se puede apreciar, además, en la gran conservación de la secuencia de bases de muchas de ellas —por ejemplo, la diferencia de la secuencia de aminoácidos de la histona H4 entre el chícharo y la vaca es de 2 y 102. Esta fuerte conservación evolutiva es corroborada por la letalidad de mutaciones puntuales en genes de histonas en levaduras y otros eucariontes —datos que demuestran claramente la bajísima probabilidad de la completa sustitución de todas las histonas en una población que, no sólo pudo sobrevivir, sino actualmente tiene una amplia distribución en los océanos y se ha adaptado a la vida libre y la simbiótica.
 
Aunque los dinoflagelados perdieron las histonas, los cromosomas contienen una pequeña cantidad de proteínas básicas que han sido llamadas histone-like, proteínas de unión al ADN que se encuentran dentro del rango de peso molecular de las histonas y se ha especulado que tienen una función reguladora en la transcripción del ADN, y se han localizado en la periferia de los cromosomas, sitio transcripcionalmente activo.
 
La relación entre la cantidad de proteína y la de ADN que existe en los cromosomas oscila en un rango de 1 a 10, muy diferente a la de otros organismos eucariontes, cuya relación es de 1 a 1 y en procariontes de 1 a 1.75.
Se ha detectado en la cromatina altos niveles de metales de transición como hierro, níquel, cobre y zinc, lo cual sugiere que estos elementos pueden ser parte estructural importante de los cromosomas, tomando el lugar de las histonas. Dichos metales se encuentran en un estado dinámico y se ha propuesto que la condensación permanente de los cromosomas puede estar relacionada con una interacción de metaloproteína y adn. También se han encontrado los cationes Ca2+ y Mg2+, que desempeñan un importante papel en la estabilización de los cromosomas.
 
Las bases guanina y citosina son abundantes en el genoma de estos organismos, lo cual se ha atribuido a la presencia de bases metiladas, que constituyen aproximadamente 70% de su genoma —la 5hidroximetiluracilo (5homeu), que sólo poseen los dinoflagelados y que reemplaza de 12 a 70% de la timina, la n6metiladenina, que sustituye a la adenina, y la 5metilcitosina, que ocupa el lugar de la citosina. Se ha propuesto que tales bases son vestigio de un mecanismo que operó en una etapa temprana de su evolución.
 
 
Los cromosomas
 
 
El número de cromosomas del phylum Pyrrophyta varía ampliamente, de 4 en Syndinium borgerti a 325 en Endodinium chattoni —generalmente los dinoflagelados de vida libre contienen más cromosomas que los simbiontes. El tamaño de los cromosomas varía de 0.5 a 1 µm de diámetro, y alrededor de 15 µm de largo.
 
La estructura de los cromosomas es quizá la característica más prominente que poseen en el núcleo, ya que son haploides, su forma es ovalada o redonda, y se encuentran permanentemente condensados durante todo el ciclo celular, lo que representa una diferencia significativa con respecto de los cromosomas de todos los demás eucariontes, que sólo se encuentran condensados durante la división nuclear.
 
En cortes ultrafinos (60 a 90 nm, nanómetros), observados en microscopía electrónica de transmisión, se reconocen dos zonas: una transcripcionalmente inactiva, constituida por gránulos y fibras de adn condensadas que forman el cuerpo del cromosoma, y una periférica, que contiene el adn activo de la transcripción (síntesis de arn) en un estado laxo, formando asas que entran y salen del cromosoma.
 
 
El ciclo celular
 
 
Los dinoflagelados llevan a cabo el ciclo de vida típico de eucariontes superiores con las fases g1sg2m, y con un ritmo circadiano en el cual la división celular ocurre principalmente al final de la fase oscura y el crecimiento y la biosíntesis de muchas proteínas durante la fase de luz, correspondiente a la fase g1 del ciclo celular. Las fases del ciclo se caracterizan por poseer cromosomas con una morfología específica, aunque el alto grado de compactación del adn en su genoma y la ausencia de histonas pone en duda cómo se lleva acabo la replicación y la transcripción del adn en estos organismos, y la sucesión precisa de los cambios en la morfología de los cromosomas se mantiene aún desconocida.
 
La mitosis de los dinoflagelados es característica del grupo debido a que la envoltura nuclear se mantiene intacta y los cromosomas se unen a ella. La envoltura nuclear se invagina y forma canales citoplasmáticos que atraviesan el núcleo que contienen los microtúbulos del huso mitótico extranuclear que se disponen en el mismo lugar en que se encuentran unidos los cromosomas del lado nuclear. Como consecuencia de tal arreglo estructural, el huso mitótico no se hallan en contacto directo con los cromosomas, como sucede en otros eucariontes, ya que se encuentran separados por la envoltura nuclear. Debido a lo anterior, se ha propuesto que la segregación de cromátidas hermanas podría darse por movimientos de la envoltura nuclear, y el reciente descubrimiento de que la separación de los cromosomas en bacterias es mediada por la actina abrió la posibilidad de que tal proteína nuclear pueda jugar un papel importante durante la mitosis de dinoflagelados.
 
Tomando en cuenta las diferencias nucleares características del grupo, se puede llegar a pensar que la organización, regulación y expresión de los genes podrían ser diferentes a las de otros eucariontes, y se ha encontrado que la topología de la transcripción en dinoflagelados es similar a la de eucariontes superiores.
 
La existencia de compartimentos subnucleares específicos para la transcripción y procesamiento del arn ha sido estudiada por medio de inmunolocalización óptica y electrónica, encontrando proteínas histonelike, factores de transcripción y actina nuclear en las asas de adn que salen de los cromosomas, lo que sugiere que cumplen con una función importante en la remodelación y la transcripción del adn, así como también en el proceso de splicing (maduración del arn premensajero).
 
Las evidencias experimentales y observacionales apoyan fuertemente la idea de que la transcripción en dinoflagelados ocurre en los filamentos de adn periféricos del cromosoma, formando las fibras de arn llamadas pericromatinianas (arn mensajero inmaduro) que, después de pasar por el proceso de splicing, forman los gránulos pericromatinianos (arn mensajero maduro), de un diámetro de 30 a 50 nm, rodeados de un halo claro.
Existen gránulos ribonucleoproteínicos extracromosomales dispersos en el nucleoplasma, que posiblemente correspondan a los gránulos intercromatinianos (almacén de la maquinaria de splicing), los cuales llegan a formar cúmulos de aproximadamente 50 nm de diámetro. También se ha comprobado la presencia de estructuras que poseen arns pequeños nucleares (u1 a u6) tales como los cuerpos de Cajal (estructuras encargadas del ensamble y el transporte de la maquinaria de splicing), cuyo número varía en un rango de 1 a 23, dependiendo de la especie y el estado fisiológico de la célula.
Ultraestructuralmente el nucléolo de los dinoflagelados posee un componente fibrilar denso, formado por fibrillas de 8 a 10 nm de diámetro, el cual se encuentra rodeado por el componente granular, una zona menos densa al haz de electrones que alberga gránulos de 15 a 25 nm de diámetro aproximadamente. En el componente fibrilar denso se lleva a cabo la transcripción y el procesamiento del arn ribosomal, una estructura nucleolar muy similar a la de plantas pero que, a diferencia del nucléolo de muchos eucariontes, se mantiene organizado a lo largo de todo su ciclo celular, incluyendo la mitosis.
 
Aunque son actualmente muy estudiados en diversas partes del mundo, aún se ignora muchos aspectos de la genética y la biología molecular de los dinoflagelados, un grupo que hace millones de años sobrevivió al más improbable cambio que se conoce en la historia evolutiva de los eucariontes, y que lo hace tan excepcional.
  articulos
Referencias bibliográficas
 
Alverca E., S. Franca y S. Moreno. 2006. “Topology of Splicing and snrnp biogenesis in dinoflagellate nuclei”, en Biol. Cell., núm. 98, pp. 709-720.
Echeverría O. M., L. F. Jiménez, G. González, M. Elizunda y G. H. Vazquez-Nin. 1993. “Cytochemical and autoradiographic study of the nucleus of a symbiotic dinoflagellate”, en Caryologia, vol. 46, núm. 4, pp. 261-274.
La Jeunesse T. C., G. Lambert, R. A. Andersen, M. A. Coffroth y D. W. Galbraith. 2005. “Symbiodinium (Pyrrhophyta) genome sizes (dna content) are smallest among dinoflagellates”, en Journal Phycology, núm. 41, pp. 880-886.
Moreno S., E. Alverca, A. Cuadrado y S. Franca. 2005. “Organization of the genome and gene expression in a nuclear environment lacking histones and nucleosomes: the amazing dinoflagellates”, en European Journal of Cell Biology, núm. 84, pp. 137-149.
Rizzo Peter, J. 1987. The Biology of Dinoflagellates (Botanical Monographs), Taylor F. J. R. (ed.). Blackwell Scientific Publications, Oxford.
Rizzo P. J. 2002. “Those amazing dinoflagellate chromosomes”, en Cell Research, vol. 4, núm. 13, pp. 215-217.
Spector D. L. 1984. Dinoflagellates. Academic Press, Inc., London.
     
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Raquel González Pérez, Olga M. Echeverría Martínez, Silvia Juárez Chavero y Gerardo H. Vázquez Nin
Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
 

 

como citar este artículo

González Pérez, Raquel, et.al. (2011). Los dinoflagelados, un grupo excepcional. Ciencias 103, julio-septiembre, 66-69. [En línea]

     

 

       
 
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B031
 
Ver el árbol permite ver
todo el bosque
 
Patricia Magaña Rueda
   
   
     
                     
                     
Somos pastores de árboles, nosotros los viejos Ents […]
Y, sin embargo, los Ents son también parecidos a los Hombres […]
toman más rápidamente los colores del mundo […]
o mejor que los dos: pues son más tenaces, y más capaces
de dedicarse a algo durante mucho tiempo.
 
J. R. R. Tolkien
El señor de los Anillos. Las dos torres
 
Se dice que cuando menos hay una efeméride por celebrar cada día y, en muchos casos, años enteros dedicados a resaltar la importancia de aspectos históricos, materiales o espirituales en el mundo. En ese mar de conmemoraciones, algunas pueden llegar a pasar desapercibidas, lo que parece estar sucediendo con el 2011, Año internacional de los bosques, del que poco se ha escrito en la prensa nacional a pesar de la importancia que debería tener para México.
 
Para conocer el lanzamiento de la convocatoria y las diferentes actividades que se están llevando a cabo hay que dirigirse al portal de la Organización de Naciones Unidas, donde se puede, entre otras cosas, tener acceso a un ilustrativo, bien elaborado y bello video de siete minutos, On forests and Men, narrado por el célebre actor Edward Norton, designado como embajador de buena voluntad para estos propósitos (www.un.org/en/events/iyof2011/videos.shtml).
 
La Organización de las Nacionales Unidas para la Agricultura y la Alimentación (fao) ha publicado ya su reporte de la situación de los bosques para este año. En el documento se da a conocer la situación de los recursos forestales por región, su relación con la mitigación del cambio climático, la creación de industrias sostenibles, el valor comercial de los productos que de ellos se obtienen y una serie de datos anexos en forma detallada. En ese mismo portal se encuentran las ediciones anteriores de este informe desde 1995, lo que posibilita hacer comparaciones en cuanto a la pérdida de la superficie forestal mundial, así como de los avances en conservación y buen manejo (www.fao.org/forestry/sofo/es/).
 
El correo de la unesco también permite tener una idea de lo que se está haciendo en muchos países para conservar y utilizar los bosques (www.
unesco.org/new/es/unescocourier/themagazine/).
 
¿Por qué es importante que en México se hable de la situación de los bosques? Porque nunca estará de más volver a resaltar que nuestro país es megadiverso, uno de los de mayor riqueza biológica del planeta. En cuanto a superficie forestal, se ha estimado que ocupa el décimo segundo lugar, después de Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, China, Australia, Congo, Indonesia, Perú, India y Sudán. Aunque los datos no son exactos, entre 20 y 24% del territorio nacional está cubierto por bosques. En el portal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) encontramos el Inventario Forestal Nacional 20042009, los productos maderables, muchas de las normas aplicadas industrialmente, los apoyos opcionales para plantaciones de árboles, información sobre asesoría especializada e incluso de convocatorias para proyectos y concursos, así como para niños (www.conafor.gob.mx/portal/).
 
La deforestación, de acuerdo con la fao, se define como la transformación del bosque para otro uso de la tierra o la reducción, a largo plazo, de la cubierta de copa por debajo del umbral mínimo de 10% de su cobertura, aclarando que la deforestación implica la pérdida duradera o permanente de la cubierta forestal y la transformación de bosque en tierra dedicada a otros usos. Aunque su Informe de la evaluación de los recursos forestales mundiales 2010 señala que el índice mundial total de deforestación estaba disminuyendo, nuestro país no parece ajustarse a ese comportamiento. Las cifras reportadas por Conafor muestran, como cada año, la creciente deforestación en México, comprobable al revisar la transformación en el uso del suelo en distintas áreas. De acuerdo con esta dependencia gubernamental, entre 1993 y 2002 hubo una pérdida de la cobertura de bosques y otras tierras boscosas de 55 492.4 kilómetros cuadrados.
 
El Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf, por sus siglas en inglés) maneja una definición de bosque muy amplia, que abarca varios tipos de vegetación en México. Estima que los bosques cubren 64.5 millones de hectáreas del país, lo que representaría 33% del territorio nacional. En su portal comentan que la tasa anual de pérdida de bosques y selvas ha sido estimada entre 300 000 y 1 500 000 hectáreas y desestiman las cifras digamos “optimistas” de la fao (www.wwf.org.mx/wwfmex).
 
Una cuidadosa revisión elaborada por un grupo de investigadores de la unam, cuyo primer autor es Javier Mas, contiene algunos de los datos duros de deforestación en el país con gráficas y mapas, pero, como todavía sucede, pone el énfasis en que es necesario elevar los niveles de confiabilidad para contar con bases de datos que permitan definir políticas de manejo y conservación de los recursos naturales. Independientemente de ello, el estudio muestra que el cambio en el uso del suelo y el deterioro de los ecosistemas sigue siendo un problema muy grave en el país. El artículo puede descargarse en la página de la revista Investigación ambiental. Ciencia y política pública (www.revista.ine.gob.mx/).
 
No sólo el asunto de la deforestación nos arrastra al pesimismo, también hay que mencionar los incendios forestales que este año podrían considerarse una verdadera tragedia nacional, y de lo cual se han ocupado noticiarios y periódicos en forma extensa durante abril y mayo de este año. Basta revisar las cifras que ha dado a conocer el gobierno federal y los estatales. Se calcula, por ejemplo, que en Coahuila los incendios han afectado más de 280 000 hectáreas, de las cuales alrededor de 3% corresponden a arbolado adulto. Las noticias son desoladoras, a pesar de que el 11 de mayo se reportó un control de los siniestros de casi 95 por ciento.
 
En el propio portal de Conafor puede consultarse el reporte semanal 2011 de los incendios ocurridos en todo el país y su comparación con años recientes. Ya se han alzado algunas voces en contra de la actuación de las entidades gubernamentales (www.jornada.unam.mx/2011/05/15/index.php?section=politica&article=002n1pol).
 
Para levantar un poco el ánimo, también hay, en este año, bellas imágenes. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad ha montado una exposición de fotografías para esta celebración, que ojalá se presente en muchos sitios en el país. Asimismo, la organización ambientalista Good Planet ha puesto en línea una serie de fotografías de bosques del mundo que pueden descargarse en dos tamaños para imprimirse como carteles a color (www.goodplanet.org).
 
Desde el origen de la humanidad y su extensión como especie en todo el mundo, hasta la dependencia que hoy tenemos para la regulación del clima, el abastecimiento de agua, los productos que de allí obtenemos, así como por su belleza y significado cultural, los bosques están ligados a nosotros.
Conocerlos en todos sus aspectos florísticos y ecológicos, aprovecharlos adecuadamente y admirarlos son tareas y placeres que nos acompañarán para siempre.
  articulos
 
 
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Patricia Magaña Rueda
 
Facultad de Ciencias,
 
Universidad Nacional Autónoma de México.
 
 

 

como citar este artículo

Magaña Rueda, Patricia. (2011). Ver el árbol permite ver todo el bosque. Ciencias 103, julio-septiembre, 38-40. [En línea]

     

 

       
 
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B04
 
Conservación y desarrollo
en la región lacandona
 
Fernanda Figueroa Díaz Escobar y Consuelo Bonfil Sanders
   
   
     
                     
La Lacandona es también un espacio de alta diversidad
sociocultural, derivada, en buena medida, de la historia de colonización del territorio por olas de inmigrantes, muchos de ellos expulsados de las haciendas y fincas de las regiones aledañas (principalmente, tzeltales, choles, tzotziles, tojolabales), así como mestizos de diferentes regiones del país, además de los refugiados guatemaltecos, que llegaron allí en los ochentas, huyendo del conflicto armado en su país. Finalmente, los indígenas lacandones, a pesar de su reducido número, tienen en la actualidad un peso fundamental en la dinámica sociopolítica regional.
 
La pérdida de áreas boscosas —asociada a la deforestación y el cambio de uso del suelo—, y el alto nivel de perturbación de muchos bosques remanentes son fenómenos comunes y extensivos en México. La deforestación, además de contribuir al cambio climático global, tiene consecuencias graves como la pérdida de diversidad biológica, la degradación de los suelos y la reducción en la provisión de los servicios ecosistémicos, de los cuales depende en gran medida el bienestar humano y compromete la base de recursos para el desarrollo nacional, afecta la calidad de vida y las posibilidades de desarrollo de muchas comunidades rurales de nuestro país. Muchos de estos cambios, como la extinción de una o varias especies, son irreversibles, y la recuperación de un recurso como el suelo, una vez perdido, es un proceso tan lento que excede por mucho la escala de tiempo humana.
 
Ante esta realidad, el grupo de trabajo de Bosques y Selvas de la uccs se ha planteado documentar y analizar las causas y las consecuencias de estos procesos desde una perspectiva socioambiental. Para lograr esto es necesario analizar las políticas públicas, ligadas al modelo de desarrollo prevaleciente, que han incidido históricamente en los procesos de deterioro, así como documentar las opciones que existen en la conservación y el manejo de los bosques y los recursos naturales asociados a ellos. Creemos que este trabajo, así como la difusión de sus resultados al conjunto de la sociedad, contribuye a la construcción de formas alternativas de desarrollo que permitan elevar la calidad de vida de las poblaciones locales, y mantener, al mismo tiempo, la viabilidad y adecuado funcionamiento de los ecosistemas.
 
Aunque el objetivo del grupo a largo plazo es elaborar un diagnóstico y análisis de la situación de los bosques y las selvas del país, debido a la gran complejidad de los procesos que se abordan y la diversidad de contextos históricos, sociales y ambientales, se consideró necesario iniciar el trabajo en una región: la Lacandona. La elección de ésta se debe a la enorme importancia estratégica que tiene para México, tanto por su ubicación geográfica, como por su enorme riqueza de recursos naturales y culturales. En ella se presenta una elevada diversidad biológica, que se expresa en una gran variedad de especies, comunidades y ecosistemas, asociada a una elevada heterogeneidad ambiental. Los bosques, las selvas y la extensa red de drenaje fluvial de la Lacandona proveen un sinnúmero de servicios ambientales —como la captación de carbono, la provisión de agua, el mantenimiento de la biodiversidad y la protección de los suelos, entre muchos otros—, que afectan no sólo el funcionamiento de la propia región, sino de grandes porciones de los estados de Chiapas y Tabasco. Además, representa actualmente el límite boreal de la selva alta perennifolia en el continente americano, ya que es el lugar en donde actualmente tiene una extensión considerable.
 
La mayor parte de la población que allí habita se encuentra en condiciones de alta marginación socioeconómica, en buena medida por un prolongado abandono tanto del gobierno federal como de los estatales, una inserción desventajosa y tardía de la región en la dinámica socioeconómica nacional e internacional, políticas públicas contradictorias y fragmentadas, así como por una historia de aislamiento y explotación del trabajo y los recursos de la región por los grupos de mayor poder económico y político. Es, en resumen, una historia marcada por la inequidad, que explica en parte por qué allí estalló el conflicto zapatista.
 
Los ejes más importantes en torno a los que se han construido los numerosos conflictos actuales tienen que ver con el sistema de explotación finquero y la enorme desigualdad social que permaneció sin cambios hasta bien entrado el siglo xx, así como con la desigualdad en la distribución de la tierra, la forma en que se colonizó la región, el decreto de la Comunidad Lacandona y los de las Áreas Naturales Protegidas con los consecuentes problemas agrarios, todo ello producto de una serie de decisiones tomadas por el gobierno mexicano a lo largo de décadas. En este marco, y sobre todo desde la segunda mitad del siglo xx, es que se desarrollaron fuertes procesos de deterioro ambiental.
 
A partir de 1950 la selva se abrió a la colonización, aunque este proceso tuvo mayor intensidad en los años setentas y ochentas, cuando terminó oficialmente el reparto de las tierras.
 
Entre 1930 y 1990 se repartieron alrededor de 900 000 hectáreas a 30 000 campesinos, un proceso de ocupación muy influido por la expansión demográfica (la población creció diez veces entre 1940 y 2000), así como por la distribución desigual de la tierra y la expansión ganadera. De esta forma, la selva se convirtió en la válvula de escape a las presiones agrarias del estado y de otras partes del país.
 
Sin embargo, fue tal la intensidad de la colonización y destrucción de la selva, que se hizo evidente la necesidad de que el gobierno federal tratara de frenarlas o al menos controlas. En este sentido se desarrollaron dos sucesos que marcaron fuertemente a la región, y que tuvieron graves consecuencias sociales, pues detonaron los conflictos agrarios. El primero fue la creación de la Comunidad Zona Lacandona en 1972, cuando se otorgaron 614 321 hectáreas a 66 jefes de familia lacandones, convirtiéndose de la noche a la mañana en nuevos latifundistas y afectando a varias comunidades asentadas en la zona. El segundo fue la creación de la Reserva de la Biósfera Montes Azules en 1978, con una superficie de 331 200 hectáreas, que afectaba a su vez una considerable proporción de las tierras de la Comunidad Zona Lacandona. Ambas decisiones complicaron enormemente los conflictos agrarios en la región, pues diversas comunidades, muchas de las cuales tenían trámites agrarios en proceso, se convirtieron de pronto en asentamientos “irregulares”. Además, paralelamente el gobierno creó la Compañía Forestal Lacandona, que durante décadas explotó maderas preciosas sin control alguno, lo que contrastaba con su supuesta intención de detener la desaparición de la selva.
 
Aunque el auge de migración a la selva se dio en los setentas y legalmente ya no había más tierras que repartir, el avance del frente colonizador no se detuvo, pues de 1980 a 2010 se siguieron ocupando tierras en ambas zonas, generando confrontaciones intercomunitarias y conflictos con distintas instancias del gobierno federal, que en un esfuerzo por distender ese “foco rojo” agrario promovió la regularización de la tenencia de la tierra por medio de una solución negociada entre las colonias que allí llegaron de 2003 a 2006.
 
Debido a su enorme riqueza biológica y su importancia estratégica, la región Lacandona se ha convertido en una prioridad de conservación, tanto a nivel nacional como internacional, por lo que numerosas organizaciones y grupos han intervenido fuertemente en la vida y el territorio de las comunidades que la habitan, canalizando una gran cantidad de recursos. Sin embargo, dado el contexto social antes resumido, tales esfuerzos no se han traducido ni en una adecuada conservación ni en el desarrollo de las comunidades que la habitan, que siguen viviendo en condiciones de marginación y expuestas a frecuentes confrontaciones. A ello debe sumarse que el gobierno estatal impulsa actualmente políticas muy controvertidas, entre las que destacan la creación de las llamadas “Ciudades rurales sustentables”, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo y grandes corporaciones privadas.
 
En este contexto, es importante impulsar la discusión de las estrategias que favorezcan la conservación de la selva en la región, que permitan a la vez distender los conflictos por la tierra y aumentar la capacidad de las comunidades locales para mejorar sus condiciones de vida y modificar las relaciones clientelistas que las han vinculado tradicionalmente con el Estado mexicano. En este sentido, el grupo de Bosques y Selvas de la uccs organizó el 28 de octubre pasado una mesa de trabajo con el tema “Conservación y desarrollo en la selva Lacandona”, en la que participaron especialistas vinculados con la región —instancias de gobierno, organizaciones no gubernamentales y académicos— con el fin de iniciar la discusión y recoger observaciones y experiencias que contribuyan a enriquecer el expediente que estamos elaborando. La intención es sintetizar la problemática de la región y contribuir a una discusión constructiva sobre las perspectivas que existen para impulsar el desarrollo sustentable. Una vez finalizado, dicho documento estará disponible para su consulta pública en la página de la uccs en la red. Finalmente, invitamos a las personas o grupos interesados en participar en esta discusión a que nos envíen sus comentarios o se integren a las actividades del grupo de Bosques y Selvas de la uccs.
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Fernanda Figueroa Díaz Escobar y Consuelo Bonfil Sanders
Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad
 

como citar este artículo

Figueroa Díaz Escobar, Fernanda y Bonfil Sanders, Consuelo. (2011). Conservación y desarrollo en la región lacandona. Ciencias 103, julio-septiembre, 50-53. [En línea]

 

     

 

       
 
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Hace veintitrés años
 
César Domínguez Pérez-Tejeda
   
                 
                     
                     
México se caracteriza por ser depositario de una diversidad ambiental relevante que, por la gran demanda de recursos naturales, padece actualmente graves problemas. Para estudiar formalmente y contribuir a resolverlos, hace 23 años y con apenas trece investigadores y un número aún menor de técnicos, se inició una aventura académica en el seno del Instituto de Biología, la cual culminó en 1996 con la fundación del Instituto de Ecología de la unam. Un esfuerzo que fue apenas el atisbo de una trayectoria en la que se han conjuntado, para identificar y resolver problemas nacionales, la investigación de frontera y la docencia, la formación de recursos humanos muy especializados y la colaboración con el sector público. Puede resultar sorprendente que un pequeño grupo de visionarios, una comunidad de investigadores, haya dejado una huella tan profunda, que no sólo afecta a su comunidad cercana, sino que alcanza al país y el entorno internacional, pero no lo es tanto cuando se conoce de cerca su compromiso, entusiasmo, creatividad y liderazgo.
 
A sus quince años de vida, el Instituto de Ecología se distingue por hacer ciencia de alta calidad, aprovechando como sujeto de investigación la enorme variedad de ecosistemas del país, su gran biodiversidad y su elevado número de endemismos. Allí se creó uno de los primeros doctorados en el país, el Doctorado en Ecología, un semillero de varias generaciones de ecólogos que ahora trabajan en muchas universidades y otras instituciones académicas del país, formando, a su vez, sus propios estudiantes. Su impacto en el sector público no es menor, en 1992 se fundó, a partir de una iniciativa de un grupo de investigadores de nuestra institución, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (conabio). Asimismo, importantes y exitosas iniciativas para establecer áreas naturales protegidas han surgido o han sido apoyadas por iniciativa de sus laboratorios de investigación, y ahora es sede del nuevo Laboratorio de las ciencias de la sostenibilidad, una iniciativa que busca ligar formalmente la ciencia con la toma de decisiones en política ambiental del país.
     
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César Domínguez Pérez-Tejada
Instituto de Ecología,
Universidad Nacional Autónoma de México.
 

 

como citar este artículo

Domínguez Pérez-Tejada, César. (2011). Hace veintitrés años. Ciencias 103, julio-septiembre, 26-27. [En línea]

     
                     
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