revista de cultura científica FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
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Achicoria
 
Manuel Serrano González
   
   
     
                     

La llamada achicoria (Cichorium intybus L.) es también conocida como achicoria amarga, achicoria de Bruselas, achicoria silvestre, almentón, almirón amargo, caramoja, camarroya, cicondrilla, cicoria, chicoria, husillo endivia y usillo.

La achicoria es una planta de la familias de la compuestas cuyo nombre genérico (Cichorium) alude a su antigua denominación griega. Se trata de una hierba con tallos verde blanquecinos, rectos que puede llegar a medir hasta 1 metro y que produce flores azules durante el verano.

Esta planta, utilizada por los egipcios como planta medicinal, figura en el papiro de Ebers (1500 a.c.). Posteriormente, en la época romana, Galeno la describió y la recomendaba en forma de jarabe para las afecciones hepáticas y dolores de hígado. Dioscórides, en el libro, capítulo XXI de su obra "Materia Médica", habla de dos especies, afirmando que hay "una salvaje y otra doméstica", es decir cultivada, diferenciándolas por su amargor. De la especie "salvaje" describe sus caracteres morfológicos y dice que era conocida en Grecia con el nombre de "Picris" y "Cicorea", de donde le viene el nombre a la planta, afirmando asimismo que es "virtud fría y conveniente al estómago". Según este autor, también se preparaban cocidas con vinagre y se usaban en forma de emplasto para curar la gota y las inflamaciones de los ojos.

Respecto a la raíz, menciona que se usaba contra la picadura de alacrán mezclada con abayale y vinagre, para producir frío sobre la piel lesionada.

Andrés de Laguna, en su traducción y comentarios de la obra de Dioscórides, señala que fue llamada por los griegos "Seris" y por los latinos "Intybus". Respecto a la achicoria salvaje comenta que en su época se diferenciaban dos; una "Picris" por ser muy amarga, también llamada "Cichorium" y otra "Hepynois", que era denominada así por producir el sueño con facilidad.

De Laguna diferencia también la achicoria de otra especie cercana taxonímicamente, que es el "diente de león" u "hocico de puerco". De la achocoria salvaje, este autor menciona que: "la endivia salvaje suele encoger y apretar de noche sus hojas y sus flores". 

Respecto a sus propiedades señala que servía para males del hígado.

En la actualidad se utilizan las hojas y las raíces por su acción eupéptica, colerética, diurética y algo laxante.

Contiene lactonas sesquiterpénicas, lactucina, lactoprina y principios amargos. L araíz tiene una alta proporción de insulina y de sus hojas se han aislado el ácido chicorésico y la esculeín-7-glucósido.

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Manuel Serrano González                                                                                               Doctor en Farmacia Alicante, España.      
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Biólogos moleculares
 
Manuel Garisoain 
   
   
     
                     

En ese entonces lo único que me preocupaba era volver a   verla. Hacía dos años que ella se había ido y durante todo ese tiempo únicamente salí con una mujer cuatro o cinco veces. Me sentía tremendamente solo.  

Nada aparte de mi trabajo me mantenía con ganas de estar vivo, nuestra investigación era sumamente interesante y mi profunda depresión no solamente no la retrasaba, sino que mis camaradas estudiaban y trabajaban con más ganas con el afán de verme distraído y ocupado. 

Durante todo ese tiempo sentía que cada vez nos acercábamos más a la clave de la secuencia del maldito virus.    

La forma de mutar de VIH-VII hacia VIH-VIII nos había dado la pista y éramos los primeros en tener cepas, mutantes junto a las originales.

Sabíamos cómo se había dado el primer paso y podíamos inducir la mutación.

Eso era más de lo que cualquier equipo de científicos en el mundo podía esperar de un golpe de suerte. Sin embargo, las consecuencias que habría de traer nuestra negligencia estaban lejos del ambiente de euforia triunfal de esos primeros días. ¿Cómo podría ser de otro modo si pensábamos casi tener una vacuna para todo el complejo SIDA?

Desgraciadamente ninguno de nosotros pudo darse cuenta de los monstruosos efectos que provocaría IRTRC —nuestra vacuna— hasta que fue demasiado tarde.   

La probamos en monos con buenos resultados, luego todos aquellos prisioneros de Nebraska y después con todos los internos del reclusorio. Todas esas veces con resultados prometedores.  

Cuando anunciamos en París que ya teníamos la ansiada vacuna, fue todo abrazos y felicitaciones. Solamente Eve Vignon —la brillante discípula de Montagneir— tuvo un leve atisbo sobre la peligrosidad de la vacuna en genotipos para los que la reversotranscriptasa jugara un papel importante. Sin embargo, ambos reforzamos nuestra mutua confianza y decidimos —¡qué desgracia!— que seguramente ORTRV era la clave no sólo del SIDA, sino tal vez también del cáncer y…  

Ella fue una de las primeras en morir. Probablemente yo mismo la infecté. Su locura la hizo volar toda una manzana… pensaba que los nazis entraban nuevamente por Champs Eliseés y tenían bombas atómicas…

Mi amada Eugenia provocó la muerte de casi toda la Ciudad de México, tratando de vengarse de mi. Introdujo LSD en el sistema de agua potable y lanzó un comando guerrillero a varias radiodifusoras —claro, todas mujeres infectadas— provocando suicidios colectivos espantosos. Las mexicanas actuales tienen menos de diez años y la historia deberé llamar a nuestro nuevo virus —nuestra vacuna— Síndrome de Esquizofrenia Femenina Adquirida, y todo por culpa nuestra… Pero lo que me atormenta más, señor periodista, es que nunca pude verla de nuevo y decirle que la quise siempre…

* Gracias a Frank Herbert, a quien le robé la idea.

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Manuel Garisoain
     
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La cultura ecológica de Televisa
 

Posibles efectos del trabajo en computadoras


 

 
   
   
     
                     

La cultura ecológica de Televisa

“Si todos los animales tienen que morir por el hombre, por lo menos que mueran de manera humanitaria”, Lolita Ayala, Canal 2.   

Y la Adriana Abascal, Miss México: al preguntársele si se consideraba ecologista, la participante en el certamen Miss Universo respondió: “No, porque a mí me gustan los abrigos de visón, aunque no quisiera yo matar al visón…”.   

Penultimatum, La Jornada, 21 de mayo y 26 de agosto.

 

POSIBLES EFECTOS DEL TRABAJO EN COMPUTADORAS

Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, laborar ante una pantalla causa serios trastornos al hombre: padecimientos oculares, problemas en el sistema músculo-esquelético y múltiples tensiones, son las más comunes. Más aún, se sospecha que las radiaciones de frecuencia ultrabaja emitidas por las pantallas ocasionan un gran número de partos malogrados, así como defectos congénitos en niños de mujeres que se dedican a estas labores.     

Por otro lado, Dieter Korckzakí, del Instituto de Planificación Social y de Programas de Münich, realizó un estudio en personas que trabajan en computadoras y encontró que este tipo de trabajo provee “un montón de sufrimientos psíquicos y psicosomáticos”, principalmente a nivel sexual. Estimulan el apetito sexual e impulsan a una rápida satisfacción del deseo, aunque también pueden conducir a una total inactividad en el sexo. 

Los investigadores pegados a su computadora ¿serán los nuevos mártires de la ciencia?

La Jornada, 19 y 21 de agosto.

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Narcotorros
 

 
 
   
   
     
                     

Recientemente la policía atrapó a un narcotraficante con un par de kilos de coca. Al ser interrogado —como se acostumbra— el inculpado confesó tener 200 pericos. Coordenadas de por medio, los policías se apresuraron a localizar el cargamento de droga.

Sin embargo, al llegar al lugar, cuál fue su sorpresa al encontrar: ¡200 pericos de carne, huesos y plumas! Si se considera que algunas especies pueden llegar a costar más de un millón de pesos, el botín no es nada despreciable.

La Jornada, 3 de agosto

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Movimiento obrero y rebeldía ecológica

 

Radioactividad

y glasnot

 
   
   
     
                     

MOVIMIENTO OBRERO Y REBELDIA ECOLOGICA

Por segunda vez, los estibadores del puerto de Liverpool se negaron a descargar una nave repleta de desechos tóxicos, a pesar de la orden girada por las autoridades.

A principios de agosto un buque soviético, procedente de Canadá, cargado con desechos del incendio de una fábrica de sustancias químicas de Quebec, arribó a aguas inglesas. Los estibadores de Liverpool y de Tilbury, apoyados por activistas de Greenpeace, se negaron a descargar las contenedores llenos de los ya conocidos PCB (ver noticiencia en los números 14 y 15).

Una semana después, otra nave soviética, también procedente de Canadá, transportando 15 contenedores con bifenil policlorurado, atracó en los muelles: los estibadores se negaran nuevamente a descargarlo.
Se esperan cerca de trece barcos más con cargamentos similares, una dura prueba para los ya legendarios dockers.

 La jornada, 17 agosto

 

RADIOACTIVIDAD Y GLASNOT

Esconder la información y tergiversar las cifras era práctica común en la URSS. La perestroika y la Glasnot (transparencia) han permitido que emerja una realidad hasta la fecha oculta. Gracias a estos fundamentos nos hemos podido enterar de la contaminación, la violencia, la corrupción, la delincuencia y demás males que aquejan a la población soviética.

Un ejemplo reciente es la aparición en la revista Moskovska Novosti del 16 de agosto, de los resultados de un estudio acerca del efecto de las radiaciones producidas por las pruebas nucleares realizadas durante las décadas de los 50 y los 60 en la península nordestina de Chukota.

La población de Chukota presenta la tasa de mortalidad por cáncer en el esófago más alta del mundo. Ésta se ha incrementado a partir de la época de las pruebas atómicas. Lao más afectados son los criadores de renos, quienes han consumido durante años la carne contaminada. Los niveles de radiactividad detectados son comparables a los de Chernobil.

Éste hecho debería hacer que nos inquietásemos por la posibilidad de que se lleve a cabo un ensayo nuclear en nuestra zona fronteriza con los Estados Unidos, así como por la cantidad de agua vertida al mar después de haber sido puesta en marcha la planta de Laguna Verde, a pesar del argumento de la CFE de que la radioactividad de ésta se encuentra dentro de las normas establecidas (lo cual siempre se ha dicho al realizar cualquier prueba).

Cabe mencionar que en un principio la CFE se negaba a aceptar el haber arrojado esta agua al mar, hasta que, debido a las presiones locales y de los medios de comunicación, tuvo que aceptarlo. De lo que se deduce que no sólo la URSS necesita Glasnot.

La Jornada, 3, 17, 19 agosto.

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