Facultad de Ciencias
Breve historia de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México
El interés por la ciencia ha estado presente en México desde hace muchos siglos. Las culturas prehispánicas habían adquirido muchos conocimientos biológicos, y habían hecho descubrimientos matemáticos importantes como son la notación posicional para escribir los números y la consiguiente necesidad de considerar al cero como número. También es ampliamente conocida la gran exactitud del calendario maya, que era bastante mejor que el calendario juliano que se empleaba en Europa de la época en que se inició la conquista de América. Finalmente, la existencia de grandes construcciones arquitectónicas como son las pirámides, y de importantes obras hidráulicas en la cuenca de México ilustran la existencia de conocimientos avanzados de ingeniería y por tanto de física.
En el siglo XVI, los españoles trajeron su cultura, cultura renacentista europea y fundaron la Real Universidad de México e instalaron la primera imprenta que hubo en América. En esa imprenta, en 1557 se publicó el primer libro de física escrito en México, y en América; su autor, Alonso de la Veracruz, nació en España pero su obra fue realizada en México. Sin embargo, la Real Universidad de México, que adquirió además el carácter de Pontificia unos cuarenta años después de su fundación, no incorporó en su seno los conocimientos científicos que se desarrollaron en Europa en los siglos subsecuentes; de modo que para la época de la independencia de México, la Universidad estaba sumamente atrasada en temas científicos. Es cierto que había un conjunto de mexicanos que estaban al tanto de lo que se avanzaba en Europa, pero esas personas habían estudiado por su cuenta, sin apoyo institucional alguno.
A fines del siglo XVII, se fundaron en México dos importantes escuelas: la de Bellas Artes y el Real Colegio de Minería en donde se inició la enseñanza formal del cálculo diferencial e integral, de la mecánica de Newton y de la química; fue la primera casa de la ciencia en México. Durante el siglo XIX, con las frecuentes guerras, tanto extranjeras como civiles, el desarrollo científico en México se vio obstaculizado; la Universidad, que con la independencia cambió de nombre para llamarse Nacional y Pontificia, perdió importancia y utilidad y fue clausurada y restablecida varias veces hasta que en la época de Maximiliano fue suprimida en forma definitiva.
Así pues, a fines del siglo XIX había cuatro escuelas profesionales independientes: Medicina, Jurisprudencia, Ingeniería y Bellas Artes. Además existía, desde 1867, la importantísima Escuela Nacional Preparatoria, pero no existía la Universidad.
Al empezar el siglo XX, el ilustre maestro Justo Sierra consiguió, tras muchos esfuerzos, que se fundara nuestra Universidad. La idea rectora o guía era reunir, en un proyecto común, las cuatro escuelas profesionales que existían y darles una base o fundamento común: la Escuela Nacional Preparatoria. Pero era necesario, además, que la Universidad tuviera una culminación, que tuviera una corona, que se estableciera un lugar donde se pudieran hacer estudios más avanzados que en las escuelas existentes. Era pues necesario fundar una nueva escuela y que también formara parte de la Universidad. Esa nueva institución se llamó Escuela Nacional de Altos Estudios y fue inaugurada formalmente el 18 de septiembre de 1910, cuatro días antes de la inauguración de la Universidad Nacional de México.
La Escuela Nacional de Altos Estudios es la madre de las dos facultades que se dedican a las actividades fundamentales de la cultura: la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Ciencias.
La Escuela Nacional de Altos Estudios estaba constituida por tres secciones, la segunda de las cuales era la sección de ciencias, en que se debería enseñar a investigar biología, física, matemáticas y química.
Sotero Prieto era un gran maestro y un gran hombre. Fue profesor de la Escuela Nacional Preparatoria, de la Escuela Nacional de Ingenieros y de la Escuela Nacional de Altos Estudios. Fue el gran inspirador de estudiantes que después se convirtieron en los primeros matemáticos y físicos profesionales mexicanos; entre ellos se pueden mencionar a Alfonso Nápoles Gándara, que posteriormente fue director del Instituto de Matemáticas; a Manuel Sandoval Vallarta, primero físico mexicano que alcanzó renombre internacional; a Nabor Carrillo, que fue coordinador de ciencia y luego rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; a Carlos Graef, que luego fue director del Instituto de Física y de la Facultad de Ciencias; a Alberto Barajas, que fue director de la Facultad de Ciencias y a varios otros matemáticos y físicos, así como a muchos ingenieros y algunas personas que se dedicaron a las ciencias de la tierra. Sotero Prieto es, pues, el parteaguas en la historia de las matemáticas en México.
En el año 1925, la Escuela Nacional de Altos Estudios se partió en tres. Una parte se llamó Escuela Normal Superior, otro se llamó Escuela de Graduados (pero no era lo que su nombre indica) y la tercera se llamó Facultad de Filosofía y Letras. En esta última se conservó la sección de ciencias aunque no se desarrolló de igual manera que las humanidades. Y aún dentro de la sección de ciencias, no evolucionaron de igual manera la biología y, por otra parte, la física y las matemáticas. Los estudios de biología se fueron formalizando y estructurando mucho más y mejor que los de física y matemáticas.
Una vez obtenida la autonomía en 1929, el director de la Facultad de Filosofía y Letras, que era Antonio Caso, pidió ayuda para mejorar la sección de ciencias. Por una parte, para la subsección de biología, recibió la colaboración de Isac Ochoterena, a la sazón director del Instituto de Biología que se había convertido en parte de la Universidad a partir de la autonomía; por otra parte Caso llamó a Sotero Prieto para reorganizar la parte de matemáticas. Sólo que don Sotero era mucho mejor maestro que político y no consiguió redondear el proyecto; en cambio Ochoterena sí lo logró. Así fue que en los primeros años de la década de los treintas, empezaron a recibirse los maestros en biología varias mujeres y hombres. Como dato interesante, diré que la primera persona en obtener el título profesional en la sección de ciencias fue Helia Bravo.
La física y las matemáticas tuvieron que esperar unos pocos años para tener una carrera profesional bien estructurada.
Sucedió que en 1933, como resultado de una serie de conflictos, se cambió la ley de la Universidad para darle una autonomía plena (la ley de 1929 le dio a la Universidad una autonomía bastante limitada). Lo malo fue que el gobierno no le dio dinero a la Universidad.
A fines de 1933, el nuevo rector Manuel Gómez Morín, afrontó el problema de la Universidad llevando al cabo una reforma profunda de la misma. Como resultado de esta reforma, que se realizó durante 1934 y quedó formalizada al empezar 1935, se constituyó una Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas que estaba integrada por la Escuela Nacional de Ingenieros, la Escuela Nacional de Ciencias Químicas y por un Departamento de Ciencias Fisicomatemáticas. La iniciativa de la creación de ese Departamento fue, en lo académico, de Sotero Prieto y Alfonso Nápoles Gándara y en los aspectos, importantísimos, de organización y administración, de Ricardo Monges López, quizá el mayor organizador de la ciencia que hemos tenido en México. Finalmente, el 1 de marzo de 1935 se suprimió la Sección de Ciencias en la Facultad de Filosofía y Letras y con ello desaparecieron los grados de maestría y doctorado en ciencias matemáticas y físicas que se venían ofreciendo desde 1926 (...) el 21 de enero de 1935, el Consejo Universitario aprobó la estructura general de la Universidad. En la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas se creó el Departamento de Ciencias Físicas y Matemáticas. Al principiar 1938, por iniciativa de Monges López, la Universidad creó el Instituto de Investigaciones en Física y Matemáticas cuyo primer director fue Alfredo Baños.
Alfredo Baños era un ingeniero que había obtenido un doctorado en ingeniería en los Estados Unidos y había regresado a México en 1935, pero Monges López lo convenció de que hiciera un doctorado en física, le consiguió una beca y lo mandó al Instituto Tecnológico de Massachussets a trabajar con Manuel Sandoval Vallarta. Ya con su segundo doctorado, Baños volvió a México en 1938 a dirigir el Instituto de Física y Matemáticas.
A fines de 1938, por iniciativa de Monges López, director de la Escuela Nacional de Ciencias Fisicomatemáticas, de Antonio Caso, director de la Facultad de Filosofía, de Isaac Ochoterena, director del Instituto de Biología, y de Alfredo Baños, director del instituto de Ciencias Fisicomatemáticas, se creó nuestra actual Facultad de Ciencias.
El 21 de enero de 1935 el Consejo Universitario aprueba una nueva estructura general para la Universidad, cuya parte medular era agrupar las escuelas por áreas del conocimiento. La Facultad de Filosofía y Bellas Artes, integrada por cuatro escuelas; la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales formada por tres escuelas de esta área; la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas, compuesta por seis departamentos de investigación y preparación para la enseñanza, y por tres escuelas como unidades de trabajo docente; la cuarta corporación era la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, constituida por un departamento de investigación y preparación para la enseñanza y dos escuelas de trabajo docente.
Esta Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas constituye uno más de los eslabones en la creación de la actual Facultad de Ciencias. Se forma con lo que ya existía alrededor de la Facultad de Ingeniería, reafirmando la tesis de que el desarrollo de la ingeniería en México, a la par de las obras de infraestructura que se construían, fueron requiriendo cada vez mayor especialización en las áreas de física y matemáticas. Tiene un carácter de centro de investigación y de posgrado, pero sólo se le asigna el nivel administrativo de departamento, en lugar de escuela. Desde mediados de 1938 el Ing. Monges López, como director de la Escuela Nacional de Física y Matemáticas, y Alfredo Baños como director del Instituto de Ciencias Físico Matemáticas, empezaron a hacer gestiones para la creación de la Facultad de Ciencias. Lo que se propuso no fue sólo el nacimiento de una nueva facultad, sino una reestructuración unificadora que resolviera los tres importantísimos problemas de la Universidad, a saber: “la investigación, la docencia y el servicio social de la ciencia”. A las carreras de física y matemáticas se incorporaron los estudios de biología, geología y geografía. La Facultad de Ciencias logra así su autonomía respecto de la de ingenieros, que fue su casa matriz.
La construcción de Ciudad Universitaria fue un gran proyecto que inyectó bríos y abrió espacios para la educación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología. El Dr. Barajas, Graef, y varios arquitectos, están atrás del proyecto y en 1954 los únicos planos que estaban listos eran los de Ciencias y la primera piedra colocada en la actual CU fue la de la Facultad.
A partir de 1955 se nota entre la comunidad universitaria una toma de conciencia y mayor participación. La revolución cubana, con fuertes repercusiones en la guerra fría y que habría de influir en toda Latinoamérica, es un marco propicio para que vuelvan las planillas de izquierda entre 1960 y 1961. La Facultad de Ciencias participa activamente en el movimiento de 1968.
Para 1977 la facultad se trasladó a nuevas instalaciones. El cambio fue una fiesta en la que maestros, alumnos y trabajadores colaboraron. La estatua de Prometeo también fue parte del cambio y el regocijo.
La Facultad de Ciencias es hoy la fuente más importante de científicos en México, en las áreas de actuaría, biología, física y matemáticas; más recientemente, en las ciencias de la computación y el manejo sustentable de zonas costeras, en su sede ubicada en Sisal, Yucatán.
En números cerrados, la Facultad cuenta con 7 000 alumnos distribuidos en 1 300 grupos diferentes, 260 profesores de carrera y 1 500 de asignatura. Anualmente se gradúan 450 alumnos en las cinco licenciaturas ofrecidas en la sede de Ciudad Universitaria. Cualquier egresado tiene 10 programas de posgrado para escoger en los que participa la Facultad, incluyendo Filosofía de la Ciencia, Cómputo, Materiales y Astronomía.
Investigadores de 16 centros e institutos de investigación confluyen en la Facultad, y aportan sus conocimientos, asesoría y experiencia a los alumnos de cada una de las licenciaturas y posgrados. Esto hace a la Facultad única en su género a escala nacional e internacional. Ninguna entidad académica universitaria cuenta con tal riqueza en calidad y variedad de profesores-investigadores. No sorprende que sus egresados puedan acceder al posgrado de cualquier universidad del mundo en condiciones ventajosas, al contar con una sólida formación académica.
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Artículos relacionados con la Facultad:
“Un centavo de historia. Génesis de la Facultad de Ciencias” de Juan Manuel Lozano (1929-2007).
“La Facultad de Ciencias. Fragmentos de una historia” de Francisco Javier Cepeda Flores. Ciencias 94 , abril-junio 2009.
"Pasado, presente y futuro de la Facultad de Ciencias" de Ramón Peralta y Fabi, Ciencias 94 , abril-junio de 2010.
Otros:
Número 53 de la revista Ciencias
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