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España que perdimos, no nos pierdas, …que un día volveremos
134B04   
 
 
 
Antonio Bolívar
 
                     
Señora Vicepresidenta del Gobierno de España,
doña Carmen Calvo;
Señor Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, don Pedro Duque;
Señor Presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, don Jesús María Sanz-Serna;
Señoras y señores Académicos;
Amigos todos:
 
Asistimos a un insólito acto de justicia. También, de amistad y de solidaridad. Solidaridad con los miembros de esta Academia que fueron despojados de manera injusta e ilegítima de su condición de académicos, tan preciada para ellos, por una Orden Ministerial de 10 de mayo de 1941, dos años después de terminada la Guerra Civil.
 
Agradezco emocionado la invitación de la Academia de Ciencias para decir aquí unas palabras, a nombre de los descendientes de esos científicos españoles que hace 78 años fueron agraviados por la dictadura.
 
Para comprender el significado del hecho histórico sin precedentes que hoy nos convoca es imprescindible remitirnos a sus orígenes.
 
Durante el gobierno del presidente Rodríguez Zapatero se promovió la “Ley de la Memoria Histórica”, que fue aprobada por las Cortes Generales y publicada en el Boletín Oficial del Estado el 26 de diciembre de 2007. De la exposición de motivos destaco algunos párrafos. Cito:
 
“El espíritu de reconciliación y concordia, y de respeto al pluralismo y a la defensa pacífica de todas las ideas, que guió la Transición, nos permitió dotarnos de una Constitución, la de 1978, que tradujo jurídicamente esa voluntad de reencuentro de los españoles, articulando un Estado social y democrático de derecho con clara vocación integradora […].
 
“La presente Ley asume […] la condena del franquismo contenida en el Informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa firmado en París en marzo de 2006, en la que se denunciaron las graves violaciones de Derechos Humanos cometidas en España entre los años 1939 y 1975.
 
“Es la hora, así, de que la democracia española y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos en aquellos dolorosos periodos de nuestra historia. Desde luego, a quienes perdieron la vida […]. También […] a quienes perdieron la patria al ser empujados a un largo, desgarrador y, en tantos casos, irreversible exilio […].
 
“[En esta Ley] se hace una proclamación general del carácter injusto de todas las condenas, sanciones y expresiones de violencia personal […] por motivos inequívocamente políticos o ideológicos, durante la Guerra Civil, así como las que, por las mismas razones, tuvieron lugar en la dictadura posterior […]. [y se declara] la ilegitimidad de las sanciones impuestas […]. Se subraya, así, de forma inequívoca, la carencia actual de vigencia jurídica de aquellas disposiciones y resoluciones contrarias a los derechos humanos y se contribuye a la rehabilitación moral de quienes sufrieron tan injustas sanciones y condenas […].
 
“En definitiva, la presente Ley quiere contribuir a cerrar heridas todavía abiertas en los españoles y dar satisfacción a los ciudadanos que sufrieron, directamente o en la persona de sus familiares, las consecuencias de la tragedia de la Guerra Civil o de la represión de la dictadura […] desde el pleno convencimiento de que […] no son sólo esos ciudadanos los que resultan reconocidos y honrados, sino también la Democracia española en su conjunto”. Termina la cita.
 
Recientemente, el 21 de diciembre de 2018, el Consejo de Ministros acordó el “Reconocimiento del carácter injusto y declaración de la ilegitimidad de las sanciones a académicos de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales durante la dictadura”.
 
Ese Acuerdo y la presencia en este acto de la Vicepresidenta del Gobierno y otras autoridades, son muestra fehaciente del interés del actual gobierno español en llevar hasta sus últimas consecuencias los preceptos de la “Ley de la Memoria Histórica”. Enhorabuena, con nuestro profundo agradecimiento. Hay muchas injusticias por reparar, pero, sin duda, el primer paso es reconocerlas.
 
Los siete científicos expulsados fueron las siguientes personas: Enrique Moles Ormella (Barcelona, 1883-Madrid, 1953); químico, farmacéutico, ingresó a la Academia en 1933. Ignacio Bolívar y Urrutia (Madrid, 1850-Ciudad de México, 1944); naturalista, entomólogo, ingresó en 1898. Honorato de Castro y Bonet (Borja [Zaragoza], 1885-Ciudad de México, 1962); físico, geógrafo, ingresó en 1934. Enrique Hauser y Neuburger (Gibraltar, 1866-París, 1943); químico, ingeniero de minas, ingresó en 1910. Emilio Herrera y Linares (Granada, 1879-Ginebra, 1967); ingeniero militar y aeronáutico, ingresó en 1932. Pedro Carrasco Garrorena (Badajoz, 1883-Ciudad de México, 1966); físico, astrónomo, ingresó en 1929. Blas Cabrera y Felipe (Lanzarote, 1878-Ciudad de México, 1945); físico, ingresó en 1909.
 
Es imposible describir en pocas líneas la excepcional trayectoria profesional de estos españoles, que puede consultarse en innumerables libros y artículos biográficos que se han escrito en torno a ellos. Sólo diré, porque es ilustrativo de lo que les esperaba si volvían a su país durante la dictadura, que Enrique Moles, el único que regresó, en 1941, tenía cuatro doctorados de varias universidades europeas (Leipzig, Ginebra, Barcelona y Madrid). Moles fue detenido y juzgado, y el fiscal pidió la pena de muerte. Condenado a prisión perpetua, durante casi dos años estuvo preso y, al cumplir 60 años de edad, fue liberado. Al salir de la cárcel, obviamente inhabilitado para ejercer su profesión, sólo pudo conseguir un empleo como asesor técnico de unos laboratorios farmacéuticos. Nunca actuó en el plano de la política. El “delito” cometido —denominador común de todos— fue estar al lado de la República.
 
Cuatro de los siete se exiliaron en México —como muchos miles de compatriotas de todas las profesiones y oficios, y sus familias—, gracias a la generosa invitación del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, que nunca dejaremos de reconocer, valorar y agradecer. Allí pudieron continuar sus actividades, hasta el fin de sus días, y allí fueron sepultados. Su quehacer profesional, unido al de otros españoles, fue de importancia trascendental para el país adoptivo.
 
La labor científica de conjunto más importante de los exiliados en México fue la creación y el sostenimiento durante 36 años de Ciencia. Revista Hispano-Americana de Ciencias Puras y Aplicadas. Fundada y dirigida por científicos españoles, entre ellos Ignacio Bolívar y Blas Cabrera, y con el apoyo de colegas mexicanos, Ciencia fue un medio para dar a conocer sus trabajos y los de muchos otros investigadores de diversos países de Hispanoamérica, y sirvió como enlace permanente entre esa comunidad. Algo realmente increíble, considerando entre otras cosas que no existían los medios de hoy, es que el primer número de Ciencia apareció el 1 de marzo de 1940, !apenas siete meses después de la llegada a México de sus fundadores!
 
Muchos de quienes me escuchan saben lo que significó el exilio. No obstante, quiero recordarles unos versos del poema Entre España y México que escribió Pedro Garfias en julio de 1939 a bordo del Sinaia, poco antes de desembarcar en Veracruz, porque reflejan una idea que estaba presente en el pensamiento y en el corazón de los exiliados en aquellos momentos:
 
Muchos de quienes me escuchan saben lo que significó el exilio. No obstante, quiero recordarles unos versos del poema Entre España y México que escribió Pedro Garfias en julio de 1939 a bordo del Sinaia, poco antes de desembarcar en Veracruz, porque reflejan una idea que estaba presente en el pensamiento y en el corazón de los exiliados en aquellos momentos:
 
    “España que perdimos, no nos pierdas,
    guárdanos en tu frente derrumbada,
    conserva a tu costado el hueco vivo
    de nuestra ausencia amarga,
    que un día volveremos, más veloces,
    sobre la densa y poderosa espalda
    de este mar, con los brazos ondeantes
    y el latido del mar en la garganta”.

Termino. A nombre de mi familia, representada aquí por tres generaciones distintas, devuelvo —como era obligado hacerlo— la venera número 2 de la Academia que le fue asignada hace más de cien años a Ignacio Bolívar. Pensamos que, con este hecho simbólico, los siete científicos agraviados vuelven hoy a esta casa de pie, con la frente en alto y la mirada serena. España los honra de nuevo.

     
Nota
Palabras pronunciadas en la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales durante el Acto en memoria de los académicos agraviados durante la dictadura, Madrid, 30 de enero de 2019.
     

     
Antonio Bolívar
Editor mexicano

     

     
 
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