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  de la solapa  
     
Las cuevas y sus habitantes
 
 
Zenón Cano Santana
Juana Martínez Sánchez
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¿Ha en­tra­do al­gu­na vez a una cue­va? Es muy pro­ba­ble que ha­ya vi­si­ta­do al­gu­na vez o qui­zá las co­noz­ca en fo­to­gra­fías. En Mé­xi­co pro­ba­ble­men­te las más fa­mo­sas son las Gru­tas de Ca­ca­hua­mil­pa de­bi­do a su gran be­lle­za y ta­ma­ño. No obs­tan­te, no to­das las cue­vas que exis­ten en el mun­do son igua­les, ya que hay una gran va­rie­dad de és­tas se­gún su ta­ma­ño, ori­gen y cons­ti­tu­ción.
 
De acuer­do con su di­men­sión, las cue­vas se cla­si­fi­can en tres gru­pos. Las más pe­que­ñi­tas, de un ta­ma­ño me­nor a un cen­tí­me­tro, se les lla­ma mi­cro­ca­ver­nas. Un ejem­plo de és­tas son los es­pa­cios po­ro­sos que pue­de ha­ber en las ca­pas de la tie­rra o en un jar­dín cer­ca­no. El se­gun­do gru­po lo cons­ti­tu­yen las me­so­ca­ver­nas, cu­yo diá­me­tro va­ría de 1 a 20 cen­tí­me­tros, co­mo los hue­cos en ro­cas y pa­re­des. Fi­nal­men­te se en­cuen­tran las ma­cro­ca­ver­nas, cue­vas ma­yo­res de 20 cen­tí­me­tros de diá­me­tro y que, de­bi­do al ta­ma­ño que pue­den al­can­zar, es po­si­ble el pa­so del hom­bre a su in­te­rior.
 
Por su ori­gen las cue­vas pu­die­ron ha­ber­se for­ma­do de tres ma­ne­ras: por di­so­lu­ción de las ro­cas, por ero­sión de és­tas o por en­fria­mien­to de la la­va vol­cá­ni­ca. Las cue­vas for­ma­das por di­so­lu­ción se lla­man gru­tas y ge­ne­ral­men­te hay en ellas ro­cas que se di­suel­ven fá­cil­men­te en agua, co­mo las ca­li­zas, el ye­so y la do­lo­mi­ta. De las ro­cas ca­li­zas se ori­gi­na la ma­yo­ría de las gru­tas, cual­quie­ra que sea su ta­ma­ño. És­tas son ro­cas se­di­men­ta­rias que se han for­ma­do por la acu­mu­la­ción de se­di­men­tos de car­bo­na­to de cal­cio (Ca­CO3) de muy va­ria­do ori­gen, ya que mu­rie­ron ha­ce mu­cho tiem­po, en­tre los que do­mi­nan los fó­si­les de co­ra­les y mo­lus­cos. El car­bo­na­to de cal­cio que con­tie­nen en gran can­ti­dad las ro­cas ca­li­zas se pue­de cris­ta­li­zar dan­do lu­gar a dos ti­pos de mi­ne­ra­les muy lla­ma­ti­vos: la cal­ci­ta y la ara­go­ni­ta.
 
El pai­sa­je que ofre­cen las gru­tas re­sul­ta muy es­pec­ta­cu­lar y más aún cuan­do las ca­ver­nas es­tán com­pues­tas por sa­lo­nes. Se lla­ma sa­lón a to­do en­san­cha­mien­to den­tro de la cue­va. Las ro­cas de las gru­tas pre­sen­tan for­mas ca­pri­cho­sas; a ve­ces re­cuer­dan fi­gu­ras de ani­ma­les y ob­je­tos di­ver­sos. Bas­te re­cor­dar que en las Gru­tas de Ca­ca­hua­mil­pa los sa­lo­nes re­ci­ben nom­bre co­mo Sa­lón del chi­vo, Sa­lón de los con­fi­tes, Sa­lón de la au­ro­ra, Sa­lón de los tro­nos, Sa­lón de los que­ru­bi­nes, Sa­lón del pan­teón y re­li­ca­rio, Pa­so del agua ben­di­ta, y Sa­lón de los ór­ga­nos, en­tre otros. Es­tas ro­cas pue­den de­sa­rro­llar­se co­mo es­ta­lac­ti­tas (del grie­go sta­lak­tos, ma­nan­do en go­tas) o co­mo es­ta­lag­mi­tas (del grie­go sta­lag­mos, un go­teo). Am­bos cuer­pos son de na­tu­ra­le­za ca­li­za y se for­man en el te­cho o el pi­so de la gru­ta. Las que se for­man en el te­cho re­ci­ben el nom­bre de es­ta­lac­ti­tas y pre­sen­tan un as­pec­to có­ni­co se­me­jan­te a una es­ta­ca pun­tia­gu­da, en tan­to que las es­ta­lag­mi­tas se for­man en el pi­so y ge­ne­ral­men­te tie­nen apa­rien­cia re­don­da y son más grue­sas que las es­ta­lac­ti­tas. Pe­ro, ¿có­mo se for­ma es­tas es­truc­tu­ras?
 
 
Frag­men­to del li­bro.
Las cuevas y sus habitantes
Zenón Cano Santana y Juana Martínez Sánchez
Col. La ciencia para todos 181
sep/fce/conacyt. México, 2000.
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como citar este artículo

Cano Santana, Zenón y Martínez Sánchez, Juana. (2004). Las cuevas y sus habitantes. Ciencias 74, abril-junio, 78. [En línea]


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