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Conservación y desarrollo
en la región lacandona
 
Fernanda Figueroa Díaz Escobar y Consuelo Bonfil Sanders
   
   
     
                     
La Lacandona es también un espacio de alta diversidad
sociocultural, derivada, en buena medida, de la historia de colonización del territorio por olas de inmigrantes, muchos de ellos expulsados de las haciendas y fincas de las regiones aledañas (principalmente, tzeltales, choles, tzotziles, tojolabales), así como mestizos de diferentes regiones del país, además de los refugiados guatemaltecos, que llegaron allí en los ochentas, huyendo del conflicto armado en su país. Finalmente, los indígenas lacandones, a pesar de su reducido número, tienen en la actualidad un peso fundamental en la dinámica sociopolítica regional.
 
La pérdida de áreas boscosas —asociada a la deforestación y el cambio de uso del suelo—, y el alto nivel de perturbación de muchos bosques remanentes son fenómenos comunes y extensivos en México. La deforestación, además de contribuir al cambio climático global, tiene consecuencias graves como la pérdida de diversidad biológica, la degradación de los suelos y la reducción en la provisión de los servicios ecosistémicos, de los cuales depende en gran medida el bienestar humano y compromete la base de recursos para el desarrollo nacional, afecta la calidad de vida y las posibilidades de desarrollo de muchas comunidades rurales de nuestro país. Muchos de estos cambios, como la extinción de una o varias especies, son irreversibles, y la recuperación de un recurso como el suelo, una vez perdido, es un proceso tan lento que excede por mucho la escala de tiempo humana.
 
Ante esta realidad, el grupo de trabajo de Bosques y Selvas de la uccs se ha planteado documentar y analizar las causas y las consecuencias de estos procesos desde una perspectiva socioambiental. Para lograr esto es necesario analizar las políticas públicas, ligadas al modelo de desarrollo prevaleciente, que han incidido históricamente en los procesos de deterioro, así como documentar las opciones que existen en la conservación y el manejo de los bosques y los recursos naturales asociados a ellos. Creemos que este trabajo, así como la difusión de sus resultados al conjunto de la sociedad, contribuye a la construcción de formas alternativas de desarrollo que permitan elevar la calidad de vida de las poblaciones locales, y mantener, al mismo tiempo, la viabilidad y adecuado funcionamiento de los ecosistemas.
 
Aunque el objetivo del grupo a largo plazo es elaborar un diagnóstico y análisis de la situación de los bosques y las selvas del país, debido a la gran complejidad de los procesos que se abordan y la diversidad de contextos históricos, sociales y ambientales, se consideró necesario iniciar el trabajo en una región: la Lacandona. La elección de ésta se debe a la enorme importancia estratégica que tiene para México, tanto por su ubicación geográfica, como por su enorme riqueza de recursos naturales y culturales. En ella se presenta una elevada diversidad biológica, que se expresa en una gran variedad de especies, comunidades y ecosistemas, asociada a una elevada heterogeneidad ambiental. Los bosques, las selvas y la extensa red de drenaje fluvial de la Lacandona proveen un sinnúmero de servicios ambientales —como la captación de carbono, la provisión de agua, el mantenimiento de la biodiversidad y la protección de los suelos, entre muchos otros—, que afectan no sólo el funcionamiento de la propia región, sino de grandes porciones de los estados de Chiapas y Tabasco. Además, representa actualmente el límite boreal de la selva alta perennifolia en el continente americano, ya que es el lugar en donde actualmente tiene una extensión considerable.
 
La mayor parte de la población que allí habita se encuentra en condiciones de alta marginación socioeconómica, en buena medida por un prolongado abandono tanto del gobierno federal como de los estatales, una inserción desventajosa y tardía de la región en la dinámica socioeconómica nacional e internacional, políticas públicas contradictorias y fragmentadas, así como por una historia de aislamiento y explotación del trabajo y los recursos de la región por los grupos de mayor poder económico y político. Es, en resumen, una historia marcada por la inequidad, que explica en parte por qué allí estalló el conflicto zapatista.
 
Los ejes más importantes en torno a los que se han construido los numerosos conflictos actuales tienen que ver con el sistema de explotación finquero y la enorme desigualdad social que permaneció sin cambios hasta bien entrado el siglo xx, así como con la desigualdad en la distribución de la tierra, la forma en que se colonizó la región, el decreto de la Comunidad Lacandona y los de las Áreas Naturales Protegidas con los consecuentes problemas agrarios, todo ello producto de una serie de decisiones tomadas por el gobierno mexicano a lo largo de décadas. En este marco, y sobre todo desde la segunda mitad del siglo xx, es que se desarrollaron fuertes procesos de deterioro ambiental.
 
A partir de 1950 la selva se abrió a la colonización, aunque este proceso tuvo mayor intensidad en los años setentas y ochentas, cuando terminó oficialmente el reparto de las tierras.
 
Entre 1930 y 1990 se repartieron alrededor de 900 000 hectáreas a 30 000 campesinos, un proceso de ocupación muy influido por la expansión demográfica (la población creció diez veces entre 1940 y 2000), así como por la distribución desigual de la tierra y la expansión ganadera. De esta forma, la selva se convirtió en la válvula de escape a las presiones agrarias del estado y de otras partes del país.
 
Sin embargo, fue tal la intensidad de la colonización y destrucción de la selva, que se hizo evidente la necesidad de que el gobierno federal tratara de frenarlas o al menos controlas. En este sentido se desarrollaron dos sucesos que marcaron fuertemente a la región, y que tuvieron graves consecuencias sociales, pues detonaron los conflictos agrarios. El primero fue la creación de la Comunidad Zona Lacandona en 1972, cuando se otorgaron 614 321 hectáreas a 66 jefes de familia lacandones, convirtiéndose de la noche a la mañana en nuevos latifundistas y afectando a varias comunidades asentadas en la zona. El segundo fue la creación de la Reserva de la Biósfera Montes Azules en 1978, con una superficie de 331 200 hectáreas, que afectaba a su vez una considerable proporción de las tierras de la Comunidad Zona Lacandona. Ambas decisiones complicaron enormemente los conflictos agrarios en la región, pues diversas comunidades, muchas de las cuales tenían trámites agrarios en proceso, se convirtieron de pronto en asentamientos “irregulares”. Además, paralelamente el gobierno creó la Compañía Forestal Lacandona, que durante décadas explotó maderas preciosas sin control alguno, lo que contrastaba con su supuesta intención de detener la desaparición de la selva.
 
Aunque el auge de migración a la selva se dio en los setentas y legalmente ya no había más tierras que repartir, el avance del frente colonizador no se detuvo, pues de 1980 a 2010 se siguieron ocupando tierras en ambas zonas, generando confrontaciones intercomunitarias y conflictos con distintas instancias del gobierno federal, que en un esfuerzo por distender ese “foco rojo” agrario promovió la regularización de la tenencia de la tierra por medio de una solución negociada entre las colonias que allí llegaron de 2003 a 2006.
 
Debido a su enorme riqueza biológica y su importancia estratégica, la región Lacandona se ha convertido en una prioridad de conservación, tanto a nivel nacional como internacional, por lo que numerosas organizaciones y grupos han intervenido fuertemente en la vida y el territorio de las comunidades que la habitan, canalizando una gran cantidad de recursos. Sin embargo, dado el contexto social antes resumido, tales esfuerzos no se han traducido ni en una adecuada conservación ni en el desarrollo de las comunidades que la habitan, que siguen viviendo en condiciones de marginación y expuestas a frecuentes confrontaciones. A ello debe sumarse que el gobierno estatal impulsa actualmente políticas muy controvertidas, entre las que destacan la creación de las llamadas “Ciudades rurales sustentables”, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo y grandes corporaciones privadas.
 
En este contexto, es importante impulsar la discusión de las estrategias que favorezcan la conservación de la selva en la región, que permitan a la vez distender los conflictos por la tierra y aumentar la capacidad de las comunidades locales para mejorar sus condiciones de vida y modificar las relaciones clientelistas que las han vinculado tradicionalmente con el Estado mexicano. En este sentido, el grupo de Bosques y Selvas de la uccs organizó el 28 de octubre pasado una mesa de trabajo con el tema “Conservación y desarrollo en la selva Lacandona”, en la que participaron especialistas vinculados con la región —instancias de gobierno, organizaciones no gubernamentales y académicos— con el fin de iniciar la discusión y recoger observaciones y experiencias que contribuyan a enriquecer el expediente que estamos elaborando. La intención es sintetizar la problemática de la región y contribuir a una discusión constructiva sobre las perspectivas que existen para impulsar el desarrollo sustentable. Una vez finalizado, dicho documento estará disponible para su consulta pública en la página de la uccs en la red. Finalmente, invitamos a las personas o grupos interesados en participar en esta discusión a que nos envíen sus comentarios o se integren a las actividades del grupo de Bosques y Selvas de la uccs.
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Finalmente, la uccs recibe aportaciones voluntarias de cualquier ciudadano que desee colaborar con sus proyectos. Visita el sitio de la uccs en la red <www.uccs.mx>.
     
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Fernanda Figueroa Díaz Escobar y Consuelo Bonfil Sanders
Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad
 

como citar este artículo

Figueroa Díaz Escobar, Fernanda y Bonfil Sanders, Consuelo. (2011). Conservación y desarrollo en la región lacandona. Ciencias 103, julio-septiembre, 50-53. [En línea]

 

     

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